Y así se vivió la quinta noche de Festival…
Animadores: Tuvieron su jornada más difícil. No tienen la culpa de que al público le importe un rábano que se haya cumplido el cronograma acordado con Sting al pie de la letra. La excelencia del show del británico se tradujo en pifias insistentes que no pudieron acallar. Hasta hubo gente pidiendo a Antonio Vodanovic (que dudo que hubiera podido manejar esto de mejor manera, recordando lo de Joe Vasconcellos el 2000).
Sting Symphonicity Tour: En una palabra, CLASE. El vocalista de The Police, con casi 60 años muy bien llevados y acompañados de la Orquesta Sinfónica de Chile y una gran banda de músicos (incluida una hermosa corista), ofreció una muestra de lo que muchos esperamos de este evento. Versiones finas de sus temas de solista y de su agrupación. Nuevamente un artista anglo de la vieja guardia viene a salvar la plata. Y al igual que Calle 13, llenó el escenario de artistas chilenos. Una de las mejores performances en la historia del evento, al nivel de Paul Anka, Simply Red y Tom Jones. Si hubiera un show de este tipo en cada noche (y sacáramos a los artistas prescindibles) el festival tendría otro pelo. Una pena que esta obra de arte haya llegado apenas a los 30 puntos de rating, frente a los 56 puntos de Mauricio Flores y su oda al humor de revista. Recuerdo que en 1998 Melón y Melame arrasaron en rating con el primer recital de U2 en Chile. Una grotesca muestra de que rating y calidad artística no van de la mano. Ganó el Tetra Pack (muy poco para su show) y cerró cantando “Message in a bottle” en formato Unplugged, sentado con una guitarra de palo, y con un público incondicional coreando el tema. Considerando lo que pasó después, ¿no habría sido mejor ponerlo cerrando la noche?
Ricardo Meruane: Un desastre completo. Una verdadera clase magistral de lo que NO se debe hacer en la Quinta Vergara. Su rutina fue penosa y patética. Pensé que era más. Se suponía que era el más experimentado de todos, y no supo dar vuelta una situación que otros con menos experiencia resolvieron muy bien, como Paulo Iglesias el 2005 (después de la primera actuación solista de Marco Antonio Solís) y Mario Guerrero el 2007 (después de Tom Jones). Nunca apeló a la contingencia, donde tenía harto tema y pudo ser su tabla de salvación. Contó chistes que seguramente son grito y plata en Letonia, pero aquí simplemente no funcionaron. Y que no le eche la culpa a Sting. Aunque le hubiera tocado salir después de René de la Vega o la Tigresa del Oriente se lo hubieran devorado igual. Más encima, salió con la trasnochada monserga del “apoyo al artista nacional” y hasta atacó al público. Fue carne fresca y pelada para el monstruo. En algo nos equivocamos muchos: pensamos que tenía un público proclive a su rutina. Craso error. Le tocó un público rockero adulto, tan intolerante como el público reaggetonero y más culto y preparado.
Los Jaivas: Su oficio y prestigio logró acallar las pifias del monstruo rockero. Aunque su recuerdo es fuerte, han logrado salir del paso de la muerte del Gato Alquinta, quien apareció brevemente cantando el inicio del tema “Valparaíso”. El vocalista que lo reemplaza asume el puesto con dignidad. Mostraron lo mejor de su repetorio, y se llevaron el tetra pack bajo la ovación del público.
Competencias: Internacional: Salvo que ocurra algo extraordinario, debiera ganar Canadá sin sobresaltos. La canción peruana no le llega a ni a los talones y la chilena es puro arroz graneado. Folklore: Salvo que ocurra algo demasiado sorpresivo, debiera ganar Chile. El Tsunami Sting obligó a aplazar las premiaciones para la jornada final.