En conversación con el podcast «Personaje Inolvidable» de ChileActores, dentro del proyecto «Pantalla Viva» que conmemora cuarenta años desde que se realizan teleseries en forma estable en las áreas dramáticas de los canales, el destacado actor de producciones como «Romané» o «Pacto de Sangre» se refirió a una de sus experiencias actorales más complejas.
El afamado Néstor Cantillana fue entrevistado por su aplaudido rol en «El Circo de las Montini», transmitida por TVN durante el primer semestre del año 2002. «Fue todo un desafío el personaje de Rodrigo Marín. Primero, porque cuando me lo plantearon fue como ‘es un personaje importante’ y era un tema súper jodido, difícil. Implicó estudiar, juntarme con médicos y también con personas de la agrupación de gente con VIH, porque era un tema muy delicado», reveló.
«Además, este personaje representaba un grupo que no era el de mayor riesgo, porque no era gay, si no que un heterosexual que había tenido una aventura, entonces también era mostrar un poco que esto no era sólo del mundo gay. Por eso era tan importante la educación en esa teleserie», puntualizó el intérprete.
Así, Cantillana hizo hincapié en una anécdota que se le vino a la cabeza. «Yo recuerdo muy bien esa escena cuando la Jael Unger, que es una tremenda actriz e interpretaba a la doctora, me da la noticia y claro, yo no sabía mucho cómo reaccionar. Uno tiende a pensar ‘bueno, a lo mejor el personaje se emociona o se pone a llorar’, pero en general después de haber escuchado a varias personas, la primera sensación es de estupor. Quedas para adentro, se te cae el mundo, piensas en la muerte y todo, pero son tantas las emociones que elegir una, es quedar corto», reflexionó.
Antes de finalizar, el artista se refirió al compañerismo que existía en el elenco dirigido por Vicente Sabatini en la llamada «época dorada» de las teleseries. «Había una convivencia y una cosa de equipo mucho más rica. Eso era muy interesante de los viajes, poder quedarse hasta tarde escuchando las historias de teatro, porque casi todas las historias más sabrosas tenían que ver con eso», rememoró.
«Historias de teatro, de Eduardo Barril en sus inicios, o de José Soza, Delfina Guzmán, Claudia di Girolamo, Alfredo Castro, en fin. Era la posibilidad, siendo muy joven, de ver y escuchar todas esas historias, es puro alimento», concluyó.