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No, no es un trabalenguas ni un código encriptado. Tampoco es el nombre del último transbordador espacial de la NASA. Simplemente, es la pelea de moda, ésa que usted debe conocer. Si no entiende, para empezar vaya a su cine más cercano, averigüe y véala. Luego, diríjase al Blockbuster igual de cercano, averigüe y arriende la otra. O por último, vaya a la esquina apropiada y compre las dos por luca sin averiguar nada. Que le quede claro: véalas. ¡Ambas!
El problema que se presenta después es comparativo. ¿Cualitativo, cuantitativo? En buen chileno: ¿cuál es mejor? ¿Por cuál se decide? ¿Por la apocalíptica-y-al-final-optimista Wall-E, o por la american-way-of-life Up? ¿No sabe no responde? Veamos.
En esta esquina… Eeeeva…
El campeón actual, el invicto, el esfuerzo último de la tecnología Pixar. El robot de facciones humanas, ¡muy humanas!, que recorre la Tierra (que dicho sea de paso es muy parecida a N.Y. en la época de los 40, sino remítase a Superman en blanco y negro) recolectando, compactando, apilando basura y coleccionando souvenirs de un tiempo pretérito. Cubos rubik, encendedores Zippo, y la caja de un anillo de compromiso (no el anillo, por supuesto), forman parte de su bunker. Es EL habitante del planeta. Acompañado por la infaltable cucaracha, que viene a ser su mascota, en un claro indicio de lo difícil que será sobrevivir en unos siglos más. Podría citar los lugares comunes: que hay no sé cuántos minutos sin palabras, que los efectos, que patatín patatán. Al callo: con sus solos ojos Wall-E nos habla de nuestra sociedad, la cuestiona con cada salida de protocolo, la incomoda con el puro y simple hecho de (enseñar a) saludar al otro, llama a la reflexión con el mínimo gesto cotidiano de ver al vecino. Wall-E no es una película: finalmente es una tesis. Una tesis respecto a la vida, respecto al camino tomado y a lo que nos espera si seguimos la cultura chatarriana. Wall-E es una patada a la almohada en que se ha acomodado nuestra alma, es un grito desesperado –y lúdico, en clave comedia- para que no nos equivoquemos. Recogiendo elementos de la comedia romántica, desde “Desayuno en Tiffany’s”, pasando por cualquiera de la Aniston, hasta “Cuando Harry conoció a Sally”, lo triste, y eso es lo notable, es que nuestro futuro se avisora muy semejante al que ahí vemos.
Y en la otra esquina… ¡Pero es un perro que habla!
El viaje del viejo, el contrincante, el rebelde, el aspirante al título. La pregunta es ¿por dónde viene el cuestionamiento?, que a esta altura parece ser EL concepto que Pixar pone como requisito. Por la vejez, por la marginalidad, por la incomprensión. Por el apuro moderno. Lo viejo ya no sirve y así me lo hacen ver siempre y yo tampoco tengo nada que aportar. Hasta que aparece la esperanza. ¿Suena conocido? Se inicia el viaje (pregunta para otro artículo: habrá una película animada que no sea en clave road movie?).
Es la venganza de la soledad. Es el cumplimiento de una promesa, de un sueño, de EL sueño. Y todo gracias al paradigma de la ingeniudad: Russell. Porque el señor Carl Fredicksen es en realidad Clint Eastwood (remítase a “Gran Torino” en versión tierna). Es el último bastión de la moral que necesita agiornarse, pero que en el fondo todos añoramos porque es lo correcto. Y nuevamente se presenta la tesis respectiva: uno es el responsable de sus actos, y uno puede cambiar el mundo porque finalmente es lo que el corazón dicta. Si no estoy de acuerdo –cual Harry el sucio- puedo tomar la justicia por la propia mano (léase inflar los globos, ¡qué acto de rebeldía más notable!). Baste mirar el ejemplo del pequeño: la familia no necesariamente está donde se nace, sino donde se elige o donde las circunstancias juntaron… En fin, una buena película de aventuras, chistosa, tierna.
& the winner is…
Para mí Wall-E está un peldaño arriba. Es la top 1, la Federer, la Maradona. La siguen de cerca “Up” y “Buscando a Nemo”. Poquito más atrás, “Los Increíbles” y “Ratatouille”. Ya, ok, sumemos a “Toy Story” también. Obvio que está en los top 10. De ahí en más, un escalón más abajo, otras como “La Era del Hielo”, “Monster Inc.” (que es muy chistosa, ¿no?), “Bichos”, «Hormiguitaz» y el resto, que sirve de mera entretención pero sería.
Usted opine, usted sugiera. Seguro tiene su propia tesis, su propio ranking. Pero ojo: luego de que haya visto la primera y arrendado la segunda –o comprado en la esquina ambas– la palabra es suya.