Entre medio del estallido social, la comisión organizadora del Festival de Viña del Mar ratificó la versión 2020, fijada entre el domingo 23 y el viernes 28 de Febrero y confirmó la mayor parte de la parrilla de artistas. Faltan por definir los seis números de comedia y los dos números musicales de la quinta jornada. Parece que la crisis remeció a los organizadores del evento, y decidieron hacerle caso a lo que muchos críticos hemos pedido por años: gran presencia de artistas nacionales (Mon Laferte, Francisca Valenzuela, Denise Rosenthal y Noche de Brujas); muchas artistas mujeres (Mon Laferte, Francisca Valenzuela, Denise Rosenthal, Ana Gabriel); acabar con la dictadura del género urbano (hasta ahora Ozuna es su único representante); y la posibilidad de que venga un grupo anglo en pleno auge como Maroon 5.
Previsiblemente han surgido voces que llaman a suspenderlo por considerar que, dadas las circunstancias que vive el país, no estamos en condiciones de realizar eventos donde se rinde culto a la superficialidad y la farándula y que podrían ser usados para distraer al pueblo de las problemáticas nacionales. La epidemia de suspensiones (APEC, COP25, Final de la Copa Libertadores, Teletón, Fiestas de Año Nuevo, recitales, etc) parece sustentar esta posición. También se solicitó la cancelación del Festival de Olmué, fijado para cinco semanas antes de Viña y en El Patagual, que fue víctima de un atentado al inicio de la crisis, a pesar de lo cual también fue confirmado. Lo mismo pasó con el Año Nuevo en el Mar, que a la fecha ha sido sostenido a pesar de la devastación de Valparaíso
No es llegar y suspender eventos como Viña, Olmué y el Año Nuevo en el Mar como si fueran fiestitas prescindibles. Alrededor de ellos se construyen industrias turísticas sumamente importantes para las economías locales. Hay hoteles, restaurantes, comercios, medios de comunicaciones, vendedores ambulantes y otros que se preparan para esos eventos, y su suspensión significaría un golpe mortal en un momento en que necesitan hacer caja para recuperarse de los saqueos. El Festival de Viña marca el fin de la temporada de verano en Viña, y permite que la Ciudad Jardín esté a tope y en el centro de interés nacional en la última semana de vacaciones.
Creo que pedir la cancelación del evento para “no distraer la atención de los problemas nacionales” constituye un grave error estratégico para los interesados en mantener los temas en el tapete. El Festival de Viña es una tribuna nacional e internacional potente que puede ser perfectamente aprovechada para amplificar el mensaje. La emblemática performance de Mon Laferte en la alfombra roja en los pasados Grammys Latinos es una muestra de ello. Como ella, existen muchos casos de artistas ideológicamente izquierdistas o “progres” como Illapu, Inti Illimani, Quilapayún, Residente, Molotov y Café Tacvba que han aprovechado pragmáticamente la fama, el dinero, los contratos publicitarios, los premios y todo lo relacionado con la industria musical para promocionar sus causas y hacer pronunciamientos políticos. Desde John Lennon muchos artistas han tomado conciencia del poder y la influencia que tienen, y han tratado de usarlos para cambiar las cosas y mejorar el mundo. Y sus acciones son más que testimoniales, pues han puesto temas en discusión (como lo hizo Mon Laferte con las violaciones de DDHH en Chile) y en algunos casos han logrado efectos concretos. Sin ir más lejos, Ricky Martin, la mayor atracción de Viña 2020, fue parte del grupo de artistas que encabezó el movimiento social que causó la renuncia del gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, a mediados del 2019.
La jornada del lunes 24 se vislumbra como especialmente importante en ese sentido, pues allí actuará la viñamarina Mon Laferte, que llegará con un peso mediático muy grande por su condición de artista de clase mundial y por el rol destacado que ha jugado desde el inicio del conflicto. Además, esa jornada la cerrará Francisca Valenzuela, que también se ha pronunciado claramente a favor de las protestas y, además, es una destacada activista de la causa feminista.
Tema aparte va a ser lo que va a pasar con el humor. La crisis chilena fue anunciada con letras de liquidación en muchas de las rutinas humorísticas de Viña de los últimos años: Coco Legrand, Bombo Fica, Stefan Kramer, Jorge Alís, León Murillo, Arturo Ruiz-Tagle, Edo Caroe, Natalia Valdebenito, Fabrizio Copano y Mauricio Palma. En las condiciones actuales intentar censurar a los comediantes e impedir que la contingencia esté en sus rutinas sería un error fatal.
De realizarse, Viña 2020 estará inevitablemente marcado por el estallido social. La alcaldesa UDI de Viña, Virginia Reginato, no va a tener más remedio que tolerar las manifestaciones políticas durante el desarrollo del evento, que en gran parte van a ir en repudio del Gobierno y del signo político que ella representa. Intentar acallarlas y usar el festival para apagar el estallido social podría ser peligroso para la integridad y el prestigio mismo del evento.