El emblemático director de teleseries conversó con el podcast “Impacto en el Rostro” donde hizo un análisis de sus producciones realizadas en TVN y contó sobre sus nuevos proyectos en Canal 13.
Hablemos de la “época de oro” de las teleseries chilenas. Mas allá del tremendo presupuesto, ¿qué elementos tenían que las hicieron tan reconocidas y que hoy son recordadas con un tremendo cariño por parte del público?
Mira, la diferencia por cierto no está en los grandes presupuestos. Eso es un mito. Pero sí eran de un tamaño y envergadura que ahora no se hace. Tenían cuarenta personajes por lo menos, por lo tanto, podían describir mundos. Y distintos mundos. Y viajábamos por Chile. Por el alma de Chile, no sólo por su territorio geográfico. Yo diría que ésas son las grandes diferencias estructurales. De contenido, muchísimos. Yo creo que no hay que olvidar el contexto; años ‘90, de vuelta a la democracia, de vuelta a la vida, después de diecisiete años de oscurantismo y prohibiciones, entonces, se abrieron las ventanas y había que salir a mirar Chile. Salir a filmar este país que había estado bajo esas prohibiciones por tanto tiempo. Y el impulso natural que yo tuve fue ir a hacer eso. Ir a acercar a la gente a las realidades que estaban en nuestro propio país a la cual no se tenia acceso. En ese tiempo el internet era nada comparado a hoy en día. No había cable. La televisión era el gran vehículo para conocer, saber y enterarse de lo que pasaba fuera de la casa de uno. Y por lo tanto era un lugar de reunión de la familia. Y en ese lugar de reunión se instalaban las teleseries como convocadores de la familia completa o para entretenerse, reírse, educarse. Eso yo creo que era la gran clave de esa época.
De ahí entonces la necesidad de mostrar la realidad de nuestro país…
Nació de la necesidad de recorrer Chile. Se habían abierto las ventanas y había que girar las cámaras al país y filmarlo. Este país que estaba prohibido. Y se le permitió a la gente cumplir con la fantasía de viajar. El impulso nació concretamente en torno a “Iorana”, con la idea de mostrar este pedazo de territorio chileno que queda muy lejos del continente, al cual 99.99% de los chilenos no ha ido y nos parecía que era una manera de acercarnos. Eso tenía que ver con lo que yo decía, de recorrer el alma de Chile. A mí me parecía que también había que describir a aquellos chilenos que, no siendo originalmente chilenos, vivían acá. Es el caso de los gitanos. A los niños de mi época siempre les decían, “cuidado con las gitanas y el viejo del saco, que se roban niños”. Entonces había toda una fantasía en torno a eso. Esos pueblos minoritarios que forman parte de esta gran colección de etnias que somos Chile. Ahí están los gitanos, los rapanui, los mapuches. De ahí viene.
En el año ‘91 realizas “Volver a Empezar”, una teleserie que tenía como protagonista a Jael Unger, escritora que volvía a Chile después de haber sido exiliada. ¿Cómo recuerdas haber enfrentado este tipo de temáticas inmediatamente después de la dictadura?
Respondía a una cuestión mas bien nuestra. Y la reflexión después de la experiencia de la teleserie es que la gente quería otra cosa en ese momento. Nosotros sentíamos, después de llevar diecisiete años prisioneros, que era necesario hablar de como el país con las familias quebradas volvían a rehacerse, y se rehacían bien. Se reestablecían vínculos imperecederos, como los amores y la sangre que tira mucho. Y lo que hicimos fue contar esto a través de una familia que había sido quebrado, dividida y distanciada por el golpe y el exilio y después volvía a unirse, que era lo que le había pasado a Chile entero. Pero Chile no quería eso en ese momento. A la teleserie no le fue bien. Así que los llevamos a un viaje por otro lado, que son las teleseries que hicimos después.
En el cine y las series chilenas, hay un sinnúmero de trabajos que hablan de la dictadura. ¿Crees que las teleseries tienen una deuda con el tema y que ahora sí funcionaria una historia con ese tema?
No lo sé. Creo que una buena historia va a funcionar siempre. Hay quizás un ejemplo que es una serie. Un gran ejemplo y maravillosa producción que se llamó «Los 80», que está inspirada en una teleserie española que hablaba de la dictadura de Franco contada desde la vida de una familia. «Los 80» hizo un poco de eso. Revivió la época quizás más dura que la gente recuerde de la dictadura. Junto con años de estrechez económica feroz en donde costaba mucho sobrevivir y apeló a esa nostalgia que habló de todo eso. Pero no sé. Creo que una buena historia va a conectarse con la gente sea en el tiempo que sea.
Entre 1992 y 1996 trabajaste con historias originales de Brasil como “Jaque Mate”, “Trampas y Caretas”, “Estúpido Cupido”, “Sucupira”, en donde pudimos ver en pantalla un trabajo de adaptación muy bien logrado, reflejado en la sintonía y el recuerdo que aun tienen los espectadores. ¿Cuál es la clave para adaptar de forma exitosa un guion extranjero?
Lo primero es que la historia sea buena. “Jaque Mate” no funcionó. El original era un ladrillazo. Era muy raro y no logramos adaptarla bien e hicimos lo mejor que pudimos y el resultado fue ése. Las demás fueron teleseries exitosísimas en Brasil, escritas por grandes guionistas, resultado de una dictadura feroz de Brasil que llegó a prohibir el teatro y eso hizo que migraran hacia otros lenguajes. Ese tiempo pasó porque en Brasil cambiaron la legislación local y los autores dejaron de tener en sus manos los derechos de las obras entonces ya no pudieron ser comprados y adaptados. La versión original de “Sucupira” la tenía Canal 13 y de repente la sacaron porque el canal se dio cuenta de qué se estaba hablando. Mi padre la veía religiosamente todos los días y yo vi algo. Entonces un poco como homenaje a mi padre y a ese recuerdo compramos y adaptamos esa historia. Ahí se mostraba esa forma de hacer política. Muy ligado a la aristocracia y esas viejas maneras de hacer política.
El guionista José Ignacio Valenzuela, que ha tenido la oportunidad de escribir para cadenas internacionales, comentó a “Impacto en el Rostro” que la exigencia de estas cadenas apuntaba a contar historias universales. Sin embargo, la tendencia de Chile fue hace algunos años de contar historias más bien locales. Tú mencionabas a «Iorana» del año 98 en donde TVN hace un gran esfuerzo y se trasladó a Rapa Nui. ¿Recuerdas haber sentido algún temor en relación con un contenido costumbrista?
Para nada, porque las historias que nosotros llevábamos eran historias universales. “Iorana” está basada en una historia de la literatura universal que es “Volpone”, de Ben Johnson, un contemporáneo de Shakespeare, que es una gran historia. Y lo que hicimos nosotros fue ponerla en un paisaje nuestro. No para hacer costumbrismo, sino que meterla ahí y obviamente hablar de la etnia Rapa Nui, de sus costumbres y su cultura. Obviamente los lugares y sus características geográficas y etnográficas actúan en esas historias. Lo mismo en el caso de Chiloé que esta basado en elementos shakesperianos del “Gentil Hombre” y principalmente en “La Fierecilla Domada”, del mismo Shakespeare, puesto en el escenario de magia y tradiciones, como es Chiloé que estaba conviviendo con la nueva producción industrial que eran las salmoneras. Era una mezcla muy bonita de modernidad con lo antiguo. Ésa es la manera de instalarse en los lugares y obviamente los lugares y sus personajes actúan muy fuertemente sobre el argumento.
Como en todas las teleseries, en “La Fiera” había una historia de amor protagónica. Sin embargo, esta historia era bastante atípica porque la protagonista enfrentaba sus relaciones desde la negación...
Esa historia de amor era muy particular porque era desde la negación y en su determinación absoluta de no ser gobernada por un hombre, después de haber tenido al padre que tuvo. Y eso está inspirado en la estructura de “La Fierecilla Domada” de Shakespeare, que es una gran obra de teatro, cuyo final es completamente distinto al de “La Fiera”, porque en la obra original finalmente resulta domada y se casa. Nos pareció que ese era un final triste para las mujeres. Entonces hicimos nuestra versión. En todo caso siempre pensamos que nuestra historia iba a tener el final que tuvo.
En el año 2001 realizas “Pampa Ilusión”. Tú mencionaste en algunas entrevistas que es el mejor trabajo que realizaste en este periodo. ¿Qué significo para ti hacer esta teleserie, trabajar en Humberstone?
Si yo miro las teleseries que hicimos, siempre aparece «Pampa Ilusión» como una teleserie importante. Ahí yo me propuse un objetivo personal, como director, que era hablarle a la gente de los orígenes de los partidos de izquierda de Chile y explicar un poco de donde venía eso. El nombre «Pampa Ilusión» lo pusimos ante la utopía que el ser humano armó de un mundo más justo y perfecto. Esto lo presentamos en el tono de una historia que fuera masivo, muy entretenido y que la gente la viera con mucho placer sin sentirse que le estaban haciendo clases de nada. Y lo logramos. Finalmente pusimos ahí referentes de anarquistas de la época. Ahí esta el ideario de Belén de Azcárraga. Está todo el ideario obrero que comenzó a cuajarse en torno a las mancomunales que eran sociedades de socorro mutuo de los obreros, primero en la pampa y después en los puertos allá en el norte. Por lo tanto, es revivir esa época de explotación, de xenofobia. Ya queríamos hablar de xenofobia y no había llegado la masa de inmigrantes que hay ahora. Había peruanos y bolivianos que eran considerados ciudadanos de primera y segunda categoría. Eso estaba mezclado en una historia muy entretenida, mezclada con una historia de amor y nuevamente la lucha de una mujer por ser reconocida, que es una constante. Si tú miras esa teleserie, está la lucha de las mujeres por ser aceptadas de igual a igual en su espacio. También la lucha de esta hija, Inés Clark, que se viste de hombre para que su padre la mire y la considere.
En el año 2002 la teleserie “El Circo de las Montini” fue ganadora de un Shine award, por abordar de forma correcta el VIH. ¿Cómo te sentiste con ese reconocimiento?
Para nosotros era muy importante hablar de esto y pusimos una premisa súper simple, pero que en ese momento era súper importante, que era alejarse de la idea de que sólo podían contagiarse del VIH los homosexuales y además personas promiscuas. Y la tesis que hay detrás de la teleserie es que cualquiera puede ser infectado con el virus, en un momento que se sabía mucho menos que ahora, y sin los tratamientos que hay hoy en día, en que puedes vivir una vida larga, con algunas restricciones, pero puedes vivir. En ese tiempo la enfermedad aún era considerada mortal y las personas tenían menos posibilidades de lograrlo. A nosotros nos pareció que era importante educar en ese sentido. Era un personaje secundario en una historia de amor muy linda que nos hizo merecer ese premio en Los Ángeles. Recibimos ese premio con mucho orgullo y con mucha conciencia de lo que estábamos haciendo y tuvimos el respaldo del canal, que reconoceré y agradeceré siempre y que fueron posibles en ese TVN. El TVN de esa época.
La teleserie “Puertas Adentro” en el año 2003 es derrotada por “Machos” de Canal 13. ¿Crees que esto se debió a que la gente no quería escarbar en ese tipo de realidades?
Nunca lo sentí así. A nosotros no nos abandonó nadie. El logro de “Machos” es que se encendieron muchos televisores. Canal 13 nos llegó a empatar después de la quinta semana de estar al aire. “Machos” era una muy buena historia y muy potente, llena de muy buenas historias secundarias. Nosotros tomamos el riesgo de hacer una producción en espacios muy precarios con la esperanza de construir dentro de todo esto, historias de felicidad en esos lugares. Y el héroe de esa historia es el líder de la toma que ofrece una solución. Había violencia intrafamiliar representada por una pareja que sufría de esto, hablamos del narcotráfico y su relación con la vida comunitaria. Uno de estos personajes volvía a estar preso después de haber estado encarcelada, aquí se reivindicaba el derecho a la vida y la felicidad, que era la esencia de esa toma. Nosotros tomamos como inspiración a la toma de Peñalolén que actualmente no existe gracias a Dios. Yo me entrevisté con las dirigentes de esa toma, como para tratar de traspasar ese espíritu, y representamos todas las políticas. A mí me tocó ir a La Moneda a dar esta explicación de por qué estábamos visitando las tomas de terreno, por eso me acuerdo perfectamente de como hicimos esto. En ese tiempo Chilebarrio estaba a cargo de dar las respuestas del gobierno y nosotros creamos unos personajes neutros dentro de la toma que se encargaban de dar esas respuestas. De ahí logramos construir ese espacio precario lleno de microespacios de felicidad como las radios comunitarias, inspiradísimos en la radio de La Legua York. Estas las visitamos y nos recibieron con los brazos abiertos. Ahí se hicieron muy buenas historias, esa es la clave. Había muy buenas historias y te puedo asegurar que había mucha gente asustada en el canal de que no pudiera funcionar porque hacer una teleserie en una toma de terreno sonaba duro. Pero no lo fue.
Vicente, en el año 2004, el equipo resulta victorioso con la teleserie “Los Pincheira”, una gran teleserie grabada en Yerbas Buenas en la Séptima Región. Pero en el año 2005 vives el fracaso con “Los Capo”. ¿Es duro fracasar en televisión?
Es duro, pero sirve mucho. Tengo muy claro lo que pasó con «Los Capo», los errores que cometimos nosotros. Son decisiones que tomamos incluso antes de escribir la teleserie. Nosotros habíamos hecho “Pampa Ilusión”, que tenía cosas muy parecidas y por ahí empezó el problema. La inspiración de “Los Capo” fue un inmigrante italiano que convenció a italianos a poblar Chile a la zona de Capitán Pastene. Primero los engañó, segundo, se auto declaró el “Príncipe de La Araucanía”. Tenía moneda propia, en sus dominios circulaba una moneda, que no era la moneda oficial de Chile, similar a las pulperías de las salitreras. Tenía policía propia. Era realmente una historia muy atractiva por ese personaje, pero tenía demasiados parecidos con “Pampa Ilusión”, entonces le empezamos a sacar cosas para distinguirla, pero creo que finalmente perdió fuerza. Era una historia muy buena, pero obviamente perdió fuerza. Lo otro, es que dimos un paso en falso con el idioma. Era demasiado italiano. Alguien nos dijo en esa época que era como sacar a la gente al pizarrón y la gente no quiere salir al pizarrón, quiere entretenerse, quiere seducirse con una linda historia. Fue una bella producción, muy costosa. Pero yo diría que ésos son los dos grandes errores. El tema de sacarle elementos que la debilitaron mucho y la barrera del idioma, que ya habíamos utilizado en “Romané” y en “Iorana”.
¿Qué lugar de Chile te hubiese gustado retratar?
Nosotros fuimos invitados una vez a Punta Arenas por la ENAP a su proyecto de perforaciones en mar adentro. Esto era de una belleza impresionante. La idea era hacer una historia ahí y en sus cercanías, ya que había unos personajes espectaculares en el mundo de las estancias, y que aún los tienen a pesar de la modernidad. Historias muy bellas. Ése es un lugar que me habría gustado y no se pudo porque el clima, en verano cuando hay suficiente luz hay muchísimo viento. Es de tal envergadura que no te permite ni conversar. Tú ni te puedes ni juntar en la esquina a conversar con alguien. Y en invierno, cuando hay menos viento, amanece a las 9 de la mañana y oscurece a las 4 de la tarde. Bueno, grabar en las torres de perforaciones era una odisea, ya que hay que trasladarse en helicóptero. Era muy riesgoso todo.
Estas trabajando en Canal 13 en una teleserie nocturna. ¿En qué etapa se encuentra en estos momentos?
Se está escribiendo. Está en la etapa de escritura y corrección de guiones, diseñando escenografía, buscando locaciones. En esa etapa estamos,desde la cuarentena.
Con un futuro algo incierto…
Incierto con respecto a las fechas, de hecho, la teleserie que va antes que ésta («La Torre de Mabel») tuvo que suspender sus grabaciones, estuvieron grabando hasta que se decretó cuarentena en Santiago, así que está todo bastante pendiente.
¿Qué nos puedes contar de este nuevo proyecto?
La teleserie que estamos haciendo es un thriller y está Álvaro Rudolphy. Esto es una bellísima noticia, que haya llegado Álvaro al elenco.
¿Qué te parece que tus producciones estén tan presentes en la memoria de los chilenos?
A mí me emociona constatar la cantidad de gente de generaciones actuales, gente joven, que probablemente por influencia de sus padres las están viendo por YouTube. Estoy completamente sorprendido de la cantidad de gente que las ve. Obviamente no tienen el impacto que tuvieron en su época, no podrían, pero siguen siendo historias universales, que no pierden vigencia porque son de la esencia del ser humano. Esas historias volverán a ocurrir una y mil quinientas veces. Están completamente ligadas a las cuestiones mas centrales del ser humano, a sus emociones más profundas.