Para nadie es un secreto, Rihanna es una artista global desde el 2010, año en que el disco «Loud» la posicionó definitivamente como una de las grandes popstars de la década pasada y lo que llevamos de ésta. Ella no es tonta, y bajo un intenso esfuerzo de sacar discos y giras cada año, fue curtiendo una camada de fans que incondicionalmente la apoyan. Ese antecedente es importante para entender el por qué «Unapologetic», el nuevo LP de la denominada reina negra del pop, toma una arista más urbana: ella se está arriesgando, porque la incondicionalidad de los seguidores ya la tiene.
Es cosa de ver las numerosas colaboraciones que Rihanna ha ido teniendo con el Rap y el R&B a lo largo de su carrera, desde peaks notables como «Love The Way You Lie» con Eminem, hasta featurings con T.I., Ne-Yo, Kanye West, y bastantes otros raperos y cantautores de géneros más urbanos. Eso ha ido influenciando a la barbadense, que sin perder su esencia pop, con el tiempo se fue adaptando a un estilo de música más «nigger». En su anterior album, «Talk That Talk» fue abarcando dicha premisa, pero con un nexo más unido a sus raíces. Ahora ella adopta un estilo mucho más contestatario en sus letras y su música lo refleja mejor.
Por ejemplo, el golpe inicial con «Phresh Out The Runway» deja claras las intenciones de un comienzo. Con un auto sampleo vocal, va armando una pista de toque excesivamente hip-hopero. Aplaudible por dónde se le mire, sobre todo porque a ella le queda definitivamente bien esta faceta. ¿Podría usted imaginarse a otra popstar haciendo lo mismo? Seguramente no, no le saldría, porque la forma de hacer música urban en el pop ya la ha adoptado la señorita Fenty.
«Diamonds» tiene demasiado de Sia, la compositora que de la mano de Flo Rida y David Guetta se ha venido haciendo un nombre en el pop. Con un matiz más introspectivo, Rihanna regala una de esas baladas urbanas (sí, todo tiene un toque urbano aquí, salvo una canción) que no por tener dichos elementos puede perder la belleza característica que ese tipo de composiciones pueden entregar. El estilo impregnado en el track 1 se intensifica más con la colaboración con Eminem, «Numb», llena de auto-sampleos y voces torcidas, que arman un panorama atrapante en el cual la punta del iceberg es la rima de Marshall Mathers III, evocando elementos de su época «Slim Shady», con fraseos de corte «picarón». Definitivamente el intérprete de «Stan» tiene una conexión musical fluída con RiRi.
Más puntos destacados hay, y bastantes. «Pour it Up»; «Loveeeeeee Song», un interesante R&B modernista con la colaboración de Future, nuevo rostro de los raperos de la costa este; «Jump», quizá lo más experimental del álbum; «Stay» y «Love Without Tragedy / Mother Mary» son puntos álgidos y que ofrecen sorpresas. Antes nombré un punto negro del álbum y ése es «Right Now», una canción genérica que de la mano del productor David Guetta se sitúa en el mismo terreno que casi cualquier otra artista femenina del pop puede ofrecer. Sin embargo, al ser tan genérica se asoma la intención de querer tener un «as bajo la manga» en materia de singles.
Las baladas se multiplican, de cualquier forma, siendo ésta una tónica del álbum, que ofrece un estilo urbanizado de dichas composiciones. Sin embargo, la apuesta es grande y las colaboraciones son contingentes, pero también mostrando caras nuevas. Es un lujito que Rihanna a estas alturas se puede dar, sin mayor problema. Además, «Nobody»s Business» incorpora elementos de una letra de Michael Jackson, contando con la (Quizá polémica) colaboración de Chris Brown. Más allá de cualquier situación personal entre ambos, la canción ofrece un pop más tecno, pero con elementos wave. Otra pista interesante.
Si no bastara, una sorpresa casi al terminar el álbum, «No Love Allowed» tiene un ligero roce con el reggae, de la mano del productor No I.D. se logra una canción refrescante, muy bien situada en el álbum. Finalmente, todo termina con una especie de resumen de lo que instrumentalmente ofrece el disco, «Lost in Paradise» estruja todo lo anterior (sampleos, distorciones vocales y sintetizadores exprimidos) y lo intenta condensar en algo más de 3 minutos.
En definitiva, una orientación más urbana de la intérprete de 24 años, que al fin parece haber encontrado el estilo definitivo. No es su mejor álbum (Rated R ofrece una gama de estilos más variada y con un orden temático notable) pero marca la pauta de que caminos se vienen para ella. Es increíble ver como alguien que saca un disco por año ha ido variando progresivamente, de forma natural hacia lo que actualmente está haciendo. La morocha de las canciones pegajosas lo ha hecho, una vez más.