Sony estrenó la primera temporada “Ugly Betty”, la versión norteamericana de la exitosa “Yo Soy Betty La Fea”.
Con más de un año de retraso, la semana pasada fue estrenada como parte de la nueva parrilla programática de Sony para Latinoamérica, la aclamada serie norteamericana Ugly Betty. Precedida de un éxito de audiencia destacado, dos Globos de Oro (Serie Comedia + Actriz Comedia) y las 11 nominaciones al Emmy (de las cuales ganó tres), la adaptación de la más famosa exportación televisiva colombiana, “Yo Soy Betty la Fea”, muestra una historia renovada en su estructura, que pasa de teleserie a serie, y esta vez, muy a la americana, está filmada en formato cine. Estereotipando y caricaturizando a mujeres feas, latinas y pobres, que de a poco van dejando de ser cenicientas y patitos feos, para convertirse en modelos de pasarela e infartantes productos de la moda. “Cyrano de Bergerac”, “The Mirror Has Two Faces”, “Ugly Betty”. La belleza interior vs. la belleza exterior. Porque Betty no se ganará la admiración de su jefe por su simpatía, y ella no se enamorará del feo admirador. ¿Qué primará?
Infiltrada en los Estados Unidos por Salma Hayek (productora de la serie junto a Silvio Horta y Ben Silverman), Ugly Betty narra la historia de una chica proveniente de una familia latina de Queens -hija de Ignacio (Tony Plana), un inmigrante ilegal mexicano-, que con poco y nada de atractivo físico, lucha por sobrevivir junto a sus inseparables frenillos azules en el mundo de la moda de alta costura, trabajando para una prestigiosa publicación neoyorquina (Meade, seguramente un guiño a Vogue), donde la imagen lo es todo. Betty Suárez (America Ferrara) será víctima de discriminación, objeto de burlas por su apariencia e incluso vejámenes que romperán el molde de comedia tradicional y escudriñarán en el terreno de los abusos laborales. Esta es una de las razones por las cuales la comunidad latina en Estados Unidos ha apoyado con fuerza la serie.
Si bien el guión adaptado funciona perfecto a la realidad americana, amalgamando elementos de “The Devil Wears Prada”, son las actuaciones el pilar fundamental de Ugly Betty. America Ferrera está brillante en su papel de la fea torpe con un corazón enorme y una ingenuidad que puede sulfurar a cualquiera, secundada por una sorprendente Vanessa Williams en su rol de Wilhelmina Slater, una villana de Bótox y Gucci, que con elegancia y glamour se roba la pantalla y la transforma en la antagonista más fashion hoy por hoy. Mucho del personaje es obra de la impecable construcción de Meryl Streep para la detestable Miranda Priestly (“The Devil Wears Prada”). Mención especial merece la siempre graciosa Ashley Jensen (Extras) como la amiga de Betty y miembro del club de las feas, e Hilda (Ana Ortiz), la hermana mayor de la protagonista.
Ugly Betty sigue el formato de serie pero es cronológica, con un hilo que obliga a no perderse ningún capítulo. Considerando que la primera temporada se completó en 23 capítulos, la tarea de seguirla no es fácil, y la probabilidad de desertar es alta. Pero sabemos perfectamente como fue “Betty la Fea”, la versión original, porque la tuvimos en el codiciado horario de teleseries por Canal 13 el 2001, donde, al igual que en todos los países donde fue exhibida, ganó en audiencia. Aunque lo parezca, por mucho éxito que haya tenido en Iberoamérica, nada le auguraba una buena acogida en los Estados Unidos. Pero todos los cambios, los retoques, las nuevas ideas de Hayek y compañía no han sido más que aciertos. Espectaculares locaciones al interior de la revista, pocos exteriores mostrando una bella y inexistente Nueva York (todo se filma en Los Angeles, y se monta la ciudad con el uso del fondos verdes), mucho color y prolijidad en cada una de las escenas. Todo es tan atractivo como falso. Es aspiracional, vende sueños y exalta sin prejuicios cuerpos perfectos y la frivolidad como una cualidad. A fin de cuentas, es televisión. Todos los miércoles por Sony.