El jueves pasado comenzó en TVN el estelar “Todos a Coro”, un programa bastante promisorio, pero que, sin embargo, no tuvo buenos resultados de audiencia en su primer capítulo. ¿Las razones? Si bien es cierto que la competencia con el reality “1810” era fuerte, el programa no cumplió con las expectativas de una buena parte del público. No podríamos decir que es aburrido, pero sí está muy lejos de parecerse siquiera a la versión original. Además, luego de acostumbrarnos al glamour y factura de “El Baile”, “Todos a Coro” representa un claro retroceso en el nivel de los estelares de TVN, y con ello una merma en el prestigio ganado en el género, lo que podría ser castigado por la audiencia.
De todas maneras, el programa tuvo puntos altos, partiendo por la animación de Rafael Araneda, quien una vez más nos demuestra que sólo él puede hacer este tipo de estelares, al menos en el universo de animadores de TVN. Con una energía de principio a fin, con esa capacidad de pasar de la entretención a una conversación íntima, y sorteando sus equivocaciones con naturalidad, hizo que el programa se viera ágil y lúdico. Caso aparte es la querida Karen Doggenweiler, que desde que conduce con Araneda se convirtió en la ensalada surtida de los estelares de TVN… pero ella parece feliz haciendo el backstage, o frontstage como le pusieron ahora. Y sin duda que lo hace bien, pero a uno le queda la sensación de que la están desperdiciando. Definitivamente para que se luzca, hay que darle un programa para ella sola y diseñado a su medida. Volviendo al estelar, en su rol estuvo más que correcta.
En cuanto a la mecánica, la principal deficiencia fue que de los coros poco y nada escuchamos. No sólo porque el audio no potenciaba las voces, sino porque si uno revisa las versiones extranjeras que se han hecho del programa, efectivamente cantan “todos a coro” y los solistas son el arroz graneado. Acá fue exactamente todo lo contrario. La mayoría de los integrantes de los coros no hacían más que repetir, con suerte, una parte del estribillo de la canción, mientras uno o dos personajes se robaban el musical parados más adelante (lo que fue mucho más notorio en el coro de la cárcel). Ahora bien, el casting en general fue bastante acertado, hay gente que canta bien, otros no tanto pero son buenos personajes, y fue buena idea mezclar a gente común con algunos famosos.
Quienes tendrán que ser más cuidadosos con el repertorio, son los cantantes a cargo de los grupos: hasta el más desafinado de los desafinados puede cantar “El Murguero”; y las canciones en inglés sólo dejan en evidencia el pésimo manejo del idioma que tenemos los chilenos (del coro de los abuelitos sólo escuchamos “Wi wel wi wel roc yu”, entre otras cosas indescifrables).
Algo que debemos destacar como acierto es el jurado, que está perfectamente balanceado para lo que necesita un programa de este tipo: la sabiduría de Waldo Aránguiz, la presencia femenina de una sólida Tati Penna, la experiencia musical y televisiva del maestro Horacio Saavedra, acompañados del online casino’s humor de Álvaro Salas, quién cumple su función de ser el bufón del jurado, además de ser aquel personaje que es generoso son sus notas e incapaz de decir casino online alguna pesadez a alguno de los concursantes.
Uno de los puntos más bajos del programa es su realización televisiva, que deja con gusto a poco, con la sensación de que a veces el programa más parece un concurso de kermesse que un estelar de televisión. La gracia que tienen estos programas de carácter “blanco” que se hacen en grandes cadenas de televisión extranjera, es precisamente su puesta en escena, su espectacularidad, esa capacidad de transformar una idea muy básica en algo grandioso, porque no sé si suena muy atractiva la idea de un programa donde compiten coros, pero cuando se observan videos del programa, uno queda cautivado y confía en que esta idea puede ser un buen producto de entretenimiento. Pero a TVN se le notó la falta de cariño, la falta de prolijidad, hacer un esfuerzo por realizar un programa más estético, al final de cuentas todo entra por la vista. Y las comparaciones son odiosas dicen, pero cuando uno recuerda el set, las luces, y los coloridos vestidos de “El Baile”, o la tremenda pista de patinaje de “Estrellas en el hielo”, el programa de coros parece un pariente pobre, un estelar hecho a la rápida y sin el cuidado que merece, con una iluminación precaria, una musicalización deficiente, un escenario básico y algunos tiros de cámara errados. No debemos olvidar que la realización de programas musicales requiere esta dedicación especial, requiere ensayo, conocimiento de lo que se está haciendo, no es lo mismo que hacer un estelar de conversación u otro programa cualquiera. Y esa dedicación especial faltó en “Todos a Coro”.
En definitiva, es de esperar que el programa pueda subir su sintonía aunque se trata de una tarea difícil. Es un programa que, en su fondo, es bueno y entretiene, pero que en su forma, en su realización, es bastante desprolijo y cae en algunos vicios de TVN que, pensábamos, habían quedado atrás después de hacer un programa de alto nivel como “El Baile”. Lamentablemente, en el escenario actual de la televisión, este tipo de faltas no se perdona y a la audiencia le basta quedar disconforme con el primer capítulo para no sintonizar nunca más el programa.