Se nos acerca una nueva Teletón, la que estará marcada por dos circunstancias especiales: las elecciones presidenciales y la crisis de la industria televisiva chilena.
Este año por primera vez se romperá la tradición de suspender la obra en año de elecciones presidenciales. Esto se hacía por el temor que, en el fragor de la contienda electoral, los candidatos “se colgaran” de alguna forma de la obra para sus fines políticos. Sin embargo, las necesidades financieras del Instituto de Rehabilitación Infantil llevaron a la decisión de realizar el evento de este año. Y hasta ahora la apuesta está resultando. En momentos de desprestigio de la clase política, cualquier intento de aprovechamiento de la obra va a ser percibido negativamente por el electorado, por lo que no creo que los candidatos cometan esa torpeza.
La Teletón tuvo la fortuna de que los dos candidatos que pasaron al balotaje, Sebastián Piñera y Alejandro Guillier, han mostrado desde siempre una gran predisposición y simpatía hacia el evento. La verdad es que estuvimos a 2 puntos y medio porcentuales de que la Teletón se transformara en tema de campaña. Los principales referentes del Frente Amplio como Giorgio Jackson y Gabriel Boric han mantenido una postura escéptica respecto al carácter privado del evento, pues consideran que esto tendría que ser financiado y administrado por el Estado; y la propia Beatriz Sánchez el año pasado, cuando aún trabajaba en Radio La Clave y ni se le pasaba por la mente ser candidata presidencial, hizo una editorial donde expuso sus cuestionamientos de forma bastante honesta y asertiva respecto a ciertos aspectos como el supuesto poder de Don Francisco, y el blanqueamiento de imagen de empresas y empresarios con problemas de colusión (Papelera), conflictos laborales (Homecenter) y hasta corrupción (“Choclo” Délano).
Creo que, de haber pasado Beatriz Sánchez a segunda vuelta, más de alguien habría sacado en cara estas declaraciones para acusarla de estar en contra del evento o de querer destruirlo. Con lo que se vio durante la campaña de primera vuelta, no hubiera causado extrañeza.
Además, esta Teletón se desarrollada en el contexto de la crisis de una industria televisiva que a la fecha no ha logrado encontrarle la vuelta respecto a cómo reconquistar a la gran masa de televidentes que los dejó de lado y que se ha ido al cable, Netflix y You Tube, y que ante el menor avisaje se ha visto obligada a despedir gente y reducir costos a destajo. Como la obra nació y se desarrolló en torno a la TV abierta, la obra tiene por desafío el abrirse a las nuevas plataformas de comunicación para mantener vigencia.