Mientras las teleseries vespertinas se debilitan cada vez más, «El Señor de la Querencia» consolida el género en su horario para adultos.
Por ahí dicen que las historias más simples son las que más gustan al público. Ejemplo de ello hay de sobra en la historia de las teleseries, como la inolvidable “Angel Malo”, que mostraba simplemente a una heroína no tan buena y que buscaba de esa forma el amor, o el caso de la colombiana “Yo soy Betty, la fea”, que con un guión centrado en las desventuras de una mujer poco agraciada conquistó a millones de telespectadores. Pues bien, la fórmula de lo sencillo vuelve a ser favorecida por el público, esta vez con la teleserie nocturna “El Señor de la Querencia”, una historia tan simple cómo mostrar a un malvado de esos de antología y sobre el cual gira toda la trama de la teleserie.
Encarnado magistralmente por Julio Milostich, la actual producción dramática para adultos de TVN conquista con escenas en donde hay una premisa clara: no hay nada de relleno, pero a la vez tampoco son grandes historias, o sea, nada nuevo dentro del espectro de las telenovelas, triángulos amorosos, pasiones prohibidas, personajes de culto y simplemente un guión que se cuenta bien y donde todo calza perfectamente para dar la sensación de una gran teleserie.
De hecho, “El Señor de la Querencia” partió bastante lenta y sin una historia clara, pero con el correr de los capítulos fue agarrando vuelo, siguiendo así la línea de su antecesora, “Alguien Te Mira”, que a juzgar por la temática podría decirse que era mucho más original y completa que la historia del “patrón” y sus fechorías.
No obstante, algo tiene la actual telenovela nocturna que la convierte en el espacio más exitoso de la TV chilena, y eso, sin duda, tiene que ver con la buena sensación en general que hay de las teleseries nocturnas. Así como en su tiempo hiciera la teleserie que hiciera, Vicente Sabatini era sinónimo de éxito con sus producciones del primer semestre, hoy sucede lo mismo con las telenovelas para adultos, ya está en el subconsciente nacional que son un producto de calidad, que simplemente hay que verlas porque son buenas.
Ese es el dicho que se transmiten unos a otros. Y es por ello que “El Señor de la Querencia”, más allá de ser un producto televisivo exitoso, viene a representar el triunfo y la consolidación de un formato, de una nueva forma de hacer teleseries en Chile que partió el 2004 con “Idolos” y más aún luego del batatazo del año pasado de “Alguien Te Mira”, por lo que claramente el 2009 ya tiene un éxito asegurado de antemano “Elisa”, la historia inspirada en el caso de Madeleine McCann.
A eso se suma la visión de los actores, debido a que cada uno que ha participado en este tipo de producciones no se cansa de decir lo que le fascinó ser parte de este tipo de proyectos y que lo único que desea es seguir en éstos y no volver, por favor, a las teleseries de las ocho de la tarde. Y también están los que aún no han participado en nocturnas, pero sólo quieren estar en ellas, como Francisco Reyes por ejemplo, o Jorge Zabaleta y María Elena Swett, que entre sus motivaciones para emigrar de Canal 13 a TVN estaba el hecho de poder hacer teleseries nocturnas.
Esos postulados indudablemente no hacen más que acrecentar la visión positiva de este tipo de producciones y fomentar el auge de estas historias más potentes, breves y que más allá de los perversos “Julián García” o “José Luis Echeñique” es un formato que tiene locos a los chilenos, en desmedro, por lo demás, de las cada vez más debilitadas teleseries vespertinas.