Esta semana Mega dio a conocer el nombre de su primera teleserie diurna: «Julieta», una historia protagonizada por María José Bello que trata de una mujer taxista que saca a su familia adelante y se enamora de un hombre de estrato socioeconómico más alto. ¿La trama? Un tanto repetida. ¿El protagónico? También. Desde el 2011, cuando estas producciones de las 15 horas se tomaron la pantalla, todas las historias han sido encabezadas por un rol fuerte femenino.
Quizás por un tema del público al que están dirigidos: la dueña de casa que acaba de almorzar es el principal target de estas historias. Pero, ¿será necesario repetir la fórmula una y otra vez?
En 2011, Daniela Ramírez protagonizó la primera historia de la tarde, «Esperanza». Una mujer peruana que se encontraba con un viejo amor luego de entrar a trabajar en su casa como empleada doméstica. Luego, el 2013, Susana Hidalgo protagonizó «Solamente Julia», una mujer a la que le robaban su hijo recién nacido.
Ese mismo año, Alejandra Fosalba venía a vengarse de quienes la culparon de un crimen que no cometió en «El Regreso». Adela Secall, era parte del triángulo amoroso de «Volver a Amar», en el que su rol caía en una mujer golpeada por su marido. Ahora último, Antonia Santa María tomó las riendas de «La Chúcara».
«Julieta» viene a seguir un patrón repetido, del que sólo se salvaría «Dama y Obrero», ya que María Gracia Omegna se repartía la historia con Francisco Pérez-Bannen, pero básicamente la trama del amor con diferencia social se mantenía.