Hagamos memoria. ¿Cuál fue el último éxito real de las teleseries de las 20:00 horas? En un lustro dominado por las teleseries nocturnas, ¿cuál fue el último título que caló hondo en el inconsciente colectivo, que era comentario obligado a la mañana siguiente, que aportó personajes entrañables y frases célebres a la cultura popular nacional? Probablemente la respuesta sea «Brujas» (Canal 13, 2005). O sea que hace seis años que no tenemos un boom de sintonía en el clásico horario de la teledramaturgia nacional. Mal.
Ciertamente hubo producciones a las que fue bien (Cómplices, Papi Ricky, la alargadísima Lola, Martín Rivas). Pero la opinión es casi unánime: ya no tienen la trascendencia de antaño. No marcan más de 20 o 25 puntos. No son memorables. Ahora, el horario de las 22:00 hrs. es el importante. El panorama 2011 es dramático: Canal 13 y Chilevisión tienen todas sus fichas puestas en el horario nocturno, y TVN correrá solo el primer semestre con «Témpano», de Pablo Illanes, que promete seguir en la senda de suspenso y misterio de «La Familia de al Lado«. ¿Se imaginan lo que pasará si esa futura teleserie, aún corriendo sola, no supera los 20 puntos? Quizás sea la sepulturera del horario que vio nacer y crecer a la producción telesérica nacional. El fin de treinta años de tradición e historia.
Mientras tanto, productores, directores, actores y columnistas de diarios, parecen más empeñados en buscar causas que en definir soluciones. El Transantiago, la penetración del cable, YouTube, los happy hours, el gimnasio, las segundas pegas. Todo eso debe ser cierto: la baja de los ratings televisivos es una tendencia mundial. ¿Pero tanto? A las 20 horas igual hay gente en la casa. Y no puede ser que una teleserie mexicana de Mega a las 16:00 hrs. saque más sintonía que una producción nacional en un horario que sigue considerándose prime.
¿Qué cambió desde 2005 hasta ahora? En eso pensaba cuando me encontré frente a un capítulo de «Oro Verde» (TVN, 1997, actualmente en repetición). Una como las de antes: grabada en exteriores, con cuarenta personajes repartidos en varios núcleos, con escenas ni muy largas ni muy cortas, familiar, con humor. Nada muy denso, pero sí una producción ambiciosa. Un sello que impuso la dupla Sabatini/Carrasco, que luego fue copiado por otros directores y canales, y que se agotó cuando se tuvo que agotar. Pero había algo que cautivaba, y que hoy ya no está: la multiplicidad de temas, tonos y públicos objetivos en una misma historia, que aún así lograba girar bien. «Oro Verde» era una teleserie que le gustaba a mi abuelita, a mi mamá, a mi nana y a mí, que tenía quince. ¿Podemos, sin perjuicio de su calidad, decir lo mismo de «Primera Dama» y «La Familia de al Lado»?
Porque, en contraste, estas neo-teleseries de género se ven acotadas, mezquinas, con pocos personajes y poca variedad etárea entre ellos. Enfocadas a un cierto tipo de público. Con una forma de narrar que (al menos en el caso de TVN, la del 13 da para artículo aparte) se basa en el impacto rápido y levemente histérico: no puedes ir a buscar algo al refri porque te perdiste la mitad del capítulo. Y ahí están: sacando entre 8 y 12 puntos. No puede ser que «La Familia de al Lado» esté ganando con 12 puntos, por mucho que sea verano. Algo no está funcionando.
El cliché de «convocar a la familia frente al televisor» se aniquiló con estas teleseries-nano, con un troncal de personajes estables que no supera los quince, y mini-capítulos que llegan a durar apenas veinte minutos. Cambios convenientes en términos de presupuesto, y que -oh sorpresa- empezaron a implementarse justo después de «Brujas», el último gran éxito vespertino. Nunca más superamos los 30 puntos, nunca más comentamos el capítulo de ayer de la teleserie de las ocho en el colegio o en el trabajo. Es como si hubiesen acabado con el horario vespertino a propósito.
Es engañoso reclamar que las nocturnas sí funcionan bien con ese modelo, más cercano a la serie gringa que a la teleserie tradicional: en la noche son otras temáticas, otro nivel de concentración, otras expectativas. El segundo semestre 2010 ya nos demostró que llevar el modelo nocturno a las 20 hrs. no funcionó. No todo tiempo pasado fue mejor y las costumbres cambian, pero sería bueno mirar hacia atrás y ver qué se hacía bien y qué se dejó de hacer. ¿Varios núcleos de personajes, que permitían atraer distintos rangos etáreos y sociales de público? ¿Más que tres o cuatro sets? ¿Capítulos de una hora, como dicta el estándar internacional? ¿No repetir casi entero el capítulo anterior, entre ocho y ocho y media (para eso, más vale ver la teleserie día por medio)? ¿Comedias livianas, pero que no traten al público como idiota, como ciertas vespertinas de las últimas cuatro temporadas? Me parece que son cosas que nunca se debieron haber abandonado. Menos cuando las estadísticas de exportación de guiones nacionales al extranjero están mejor que nunca.
La renuncia de Chilevisión al horario, y muy especialmente, la cancelación de la teleserie vespertina de la dupla Saquel/Castagno en Canal 13 (nada menos que las creadoras de «Brujas»), son pésimas señales: mejor salir arrancando que enfrentar el problema. Las razones presupuestarias pueden ser entendibles, pero es difícil imaginar que, a las 20:00 horas, un programa que no sea una teleserie saque más de 8 o 10 puntos, y por ende genere un margen de ganancias aceptable para un canal grande. Porque treinta años de un hábito televisivo no se botan a la basura así como así.