Sentadas en la silla de la peluquería, muchas mujeres utilizan ese espacio como terapia sicológica, conversando sobre sus alegrías, problemas y por supuesto, sus penas. Oídos atentos a escuchar, consejos gratis y sin cuestionamientos. Un desahogo.
Tomando en cuenta esa realidad, este sábado se estrenó en CHV “Hablemos sin Enredo”, un programa en el que diversas personalidades del espectáculo y la vida pública, hablarán sobre temas diversos, también los personales, mientras son atendidas en un salón de belleza.
En ese escenario, la cantante Flor de Rap y la actriz Sigrid Alegría fueron las primeras invitadas a compartir esa dinámica, de la cual surgieron tristes historias de vida como la que detalló la intérprete musical.
“En mi familia siempre hubo violencia, los platos por la cabeza y la prioridad no éramos los niños. Mis padres fueron de trabajar mucho”, contó la cantante, respecto de un pasado que incluye crecer en una población vulnerable, el suicidio de su progenitor quemándose a lo bonzo, su estancia en el Sename y el abuso del que víctima por parte de un familiar. Por eso no quería estar en su casa y se escapaba frecuentemente.
“Mi madre era muy violenta, entonces ella tampoco me creyó cuando le conté que mi tío me había abusado. Me arrancaba de la casa porque era un infierno. Eso provocó que me fueran a buscar los Carabineros y me llevaran al Sename. Viví muchas cosas terribles ahí, todas eran una leonas que me querían comer. Me daba mucho miedo, era como estar en la cárcel”, relató Ángela Lucero, el verdadero nombre de la rapera.
Pero la música fue su cable a tierra y su salvación, y luego su mejor compañera tras la muerte de su padre. “Empecé a liberar la música, a escribir mi historia, a desahogarme porque nunca lo pude hacer…”, explicó la cantante, agregando que no sabría qué hacer sin ella o sin el arte.
Regalos creativos que, a su juicio, le están faltando a los niños. “Tenemos ganas de salir adelante, ser felices. Los niños necesitan amor, incentivo y eso es lo que no pasa hoy”, expresó emocionada hasta las lágrimas la artista de 32 años.
Sigrid Alegría, que la escuchaba atentamente, abrazó entonces a la cantante, contándole a su vez una triste revelación. “El arte es un salvavidas para los que nos sentimos diferente. El profesor de violín se pasó de listo y nunca más quise tocar violín. Mi mamá no me creyó y estuve un año obligada a seguir yendo, fue muy difícil”, confesado a su vez un pasado que muchas niñas y mujeres guardan con tristeza y rabia en el fondo de su memoria.