Ya con casi una semana en el cuerpo de calugazos adolescentes, sobreexposición mediática en el noticiero central de la estación católica (“…generación de recambio liderada por Denise Rosenthal…” se lo he escuchado al clon joven de Carlos Tejos por lo menos diez veces) y una inversión publicitaria millonaria entre campañas teaser y material gráfico, «S.O.S. Corazón Rebelde«, la nueva teleserie de Canal 13, está haciendo de las suyas en varios niveles, algunos patéticos y otros que se agradecen. De verdad.
De pronto, nos encontramos con la propuesta juvenil a la teleserie chilena, una novela teen que sigue los parámetros internacionales de fundamento de valores y, cómo no decirlo, de la desvaloración máxima de la juventud. Y esto es lo que la hace accesible al ojo no entrenado, una historia superficial disfrazada de valórica, con retoques de sitcom gringa y, por supuesto, fielmente adaptada, porque de chileno, no tiene NADA.
Si a Augusto Schuster le subieran el sueldo cada vez que dice “perro” podría perfectamente convertirse en el nuevo accionista de Canal 13. ¿Es posible que este chico sea actor? La verdad, es que no PUEDE ni DEBE actuar, pero sí funciona como el rostro bonito de una apuesta ávida de íconos adolescentes. Hay que agradecer de rodillas la dupla que cierra José Manuel Palacios (¡grande Clemente!) ya que entrega un apoyo primordial para brindarle credibilidad al “compadrismo” que existe entre sus personajes. Y de Ignacio Garmendia ni hablar, Chile debe ser el único país en el mundo que usa a un tipo con pelo en el pecho para interpretar a uno de diecisiete en la pantalla chica, donde TODO el talento se ve MÁS CHICO (sobre todo en el caso de jóvenes talentos). Lo que sí, a Ignacio se le nota el teatro en el cuerpo, pero falta y para correr, hay que primero caminar (y en la tele, volar).
Y ¿cómo están mis chicas? La verdad es que es una de las razones por la cual las mujeres podrían gobernar el mundo y Canal 13. Utilizando los elocuentes piropos del jurado de Fiebre de Baile: simpáticas, graciosas, livianas, un 10. Fue una grata sorpresa encontrarme con Luciana Echeverría generando una especia de calco grotesco de ella misma, con una interpretación genial y la fuerza de la niña “bien” que sufre como cualquier otra, pero sería un suicidio social que alguien se enterara (o sea… ¡1,2,3, me mato!). La otra chica con elefantiosis y la cahüinera maltratada llegan a completar un círculo que fue pensado al más estilo Mean Girls. En un nivel algo más alto hay que poner ojo a Magdalena Müller, una chica que ya tiene en el cuerpo cuatro producciones, y sin duda que embelesa con su papel de angolina despistada.
Finalmente, hay que ponerse de pie para abrazar a la nueva Denise Rosenthal, que si bien es cierto cae en una exageración adorable de rebeldía, es capaz de mantener el hilo del personaje de Martina durante todos los capítulos hasta el final. ¿Que si vamos a extrañar a la Feña? Por supuesto, ella ya lo debe estar haciendo. Y gracias señorita Kowaleczko por dejar de lado los realities y dedicarse a lo que usted sabe hacer bien: el papel de mujer bipolar cómica que tiene corazón.
Nos llegó de repente, después de meses de espera, pero valió la pena, sea para destrozarla o para amarla, como en el matrimonio: para bien o para mal, en la salud y en la enfermedad. Y aunque a ratos el Corazón Rebelde se nos emocione con tanta hormona juvenil dando vueltas, hay que saber mandar un S.O.S al mundo exterior, escuchar al público e ir parchando las imperfecciones propias de un género que no ha sido explotado en nuestro país por las grandes ligas (y que los mejicanos ya demostraron puede ser una franquicia multimillonaria).