Animadores: En la sexta noche de Viña 2025, realmente Karen se echó al monstruo al bolsillo. Su desempeño le trajo aire fresco al evento. Su mayor mérito es ser ella misma, y hasta rejuveneció al Rafa. Al final apareció Rodrigo Sepúlveda como copresentador de las canciones ganadoras de las competencias y se vio muy bien. La química con Karen fue inmediata, lo que es un notable augurio para lo que se viene en el “Mucho Gusto”, donde serán la dupla de conductores. El Gurú de seguro estaba mirando con orgullo desde el cielo el triunfo de dos de sus “pichones”, pues, aparte del “Loco Pepe”, está el director general del evento Rodrigo Norambuena.
Morat: Clara evolución desde su recordado show de Olmué 2020. Grandes músicos, destacando la peculiar performance del tecladista, con una gran puesta en escena y un sonido rock de potencia más que respetable que me recordó los inicios de Maná, aderezado con algunos toques de género urbano. Suenan tan parecido a los discos que muchos pensaron que estaban haciendo playback. Tuvo a una Quinta repleta de sus fans incondicionales, que corearon a gritos cada una de sus canciones.
Un grupo agradable de escuchar, con integrantes simpáticos y afables. La banda colombiana demostró que son bastante más que una factoría de canciones para bandas sonoras de teleseries. Doble gaviota ganada sin contratiempos. No sé si serán los mejores de este año, pero sin dudas han sido por masacre el espectáculo que ha desatado más euforia en el Monstruo.
Pedro Ruminot: Pensaba que difícilmente se podía superar las altísimas varas dejadas por Edo Caroe, Juan Pablo López y Chiqui Aguayo, pero Ruminot lo logró, en lo que fue una performance sólida y contundente. La mejor de sus rutinas no solamente en Viña, sino de su carrera completa. Se notó el oficio adquirido por haber pasado dos veces antes por este escenario, e hizo gala de una planificación nivel Marcelo Bielsa, que sin embargo dejó amplios espacios a la improvisación y que incorporó inteligentemente la contingencia reciente como el apagón y lo de George Harris.
Partió pisando fuerte, reventando a los directores del evento en su propia cara y palanqueando a Harris. Momentazo notable cuando, tal como lo hizo con Adam Levine (a quien le pesó su buena repasada y que fue protagonista de un cierre memorable) en 2020. Fulminó a Harris por pesado, y el Monstruo pidió Gaviota de Plata por aclamación. Lo vimos desatado, rockero, con gran complicidad con el público, haciendo una notable radiografía de la sociedad chilena. Casi me atrevería a decir que fue poseído por el espíritu de Coco Legrand.
Gaviotas de Oro y Plata (corneta entregada por el “Niño de Up”, el director del evento Daniel Merino y hasta le pidieron la de Platino) ganadas con honores. Una noche consagratoria, con su esposa Alison Mandel con mirando lágrimas de emoción desde el público. Premio a la constancia de un comediante que se construyó desde abajo. Partió siendo el más débil de los fundadores de “El Club de la Comedia”, que superó un cáncer y ahora se anota con una de las rutinas más memorables de la historia del evento.
Sebastián Yatra: Se la jugó por una propuesta sinfónica. Un artista pop que coquetea con el reggaetón actuando apoyado con una orquesta “de verdad” (más el venezolano Lasso de invitado) es una apuesta muy ambiciosa. Y realmente resultó. Aquí quedó demostrado que el colombiano es mucho más que una “estrellita pop”. Es un artista de verdad, con habilidades musicales legítimas (canta muy bien, toca piano y guitarra). Con la suficiente audacia y valentía artísticas para jugársela un formato que solamente artistas con décadas de trayectoria se atreven a intentar. Doble Gaviota más que merecida, aunque algo escasas dado el nivel del show. Un cierre apoteósico para una jornada como las de “los buenos tiempos”.