Si hablamos de radio hasta unos 30 o 40 años atrás, haciendo un poco de memoria, podremos recordar que las radios de corte generalista como aquellas más segmentadas, dirigidas a un público específico con una programación específica, convivían en absoluta paz y armonía.
Hoy en día, la batalla por la sintonía se vive día a día, a cada momento, y frente a ese escenario la segmentación literalmente se tomó el dial. En cierto modo es algo positivo porque, reconozcámoslo, alguien que quiere escuchar música selecta no va a escuchar espacios de música romántica, claro está.
Sin embargo, la segmentación ha ido instalando una especie de prejuicio inconsciente: la falta de contenidos. Hoy en día es difícil conversar o debatir temas de contingencia si no es en una radio informativa. ¿Por qué? Porque se tiende a subestimar el poder del auditor. ¿Alguna vez ha escuchado que una radio de corte “pachanguero”, por ejemplo, traten temas de interés ciudadano? Yo, por lo menos, no. O son las tallas al aire o música ad-hoc, pero no hay lugar para el debate, para canalizar realmente las inquietudes de la gente. En las juveniles el esquema es aún más básico: música, peticiones musicales, saludos y pare de contar. ¿Las radios están renunciando a entregar contenidos a las audiencias de hoy que son más diversas que hace 30 o 40 años? ¿O somos los profesionales del área los que no hemos sabido adaptar dichos contenidos a los códigos de nuestras audiencias de manera que debatir no sea algo “fome” o “latero”?
Por mi trabajo, todos los días, a cada instante, le tomo el pulso a las inquietudes de la gente. Yo mismo he podido comprobar que si se le da tribuna a la gente para que se exprese sobre temas que realmente le importan, en sus propios códigos y con la cancha bien rayada, la gente los aprovecha y muy bien. Opiniones y puntos de vista pueden ser variados pero si todos son expresados con respeto ¿por qué no pueden tener cabida?
Pretender hacer creer que con música, solicitudes musicales y saludos se deja satisfecho al auditor es simplemente una bofetada a la inteligencia y el sentido común. Hace falta generar más contenido que le de valor agregado al producto “Radio”. Y es que después de todo, pueden cambiar las tecnologías, pueden cambiar los gustos, pero el hacer radio sigue siendo el mismo arte desde hace 90 años. No renunciemos a nuestra esencia, como si lo hizo nuestra TV, que de ser una de las mejores del mundo, pasó a ser un verdadero depósito de basura que alberga realities y programas de farándula. La radio tiene un potencial inagotable si se sabe manejar, y para eso hay que quererla, es algo con lo que se nace, no se adquiere a la vuelta de la esquina.