De los hermanos Bosé, Miguel es el que más ha brillado en el mundo del espectáculo, aunque últimamente, su agenda mediática haya virado hacia temáticas más polémicas, económicas, políticas y judiciales. Pero tras su figura, también han estado la de sus hermanas actrices, Paola y Lucía, con quienes vivió una infancia feliz veraneando en la costa azul francesa o recibiendo los cariños de Pablo Picasso.
Pero de los tres, ha sido la menor, Lucía, la más discreta en su vida privada y social, no obstante en el último tiempo su nombre reflotara tras su participación en MasterChef Celebrity España o el haber tenido que hacer frente a la muerte de su hija Bimba, modelo y actriz que falleció en el 2017 y a los 41 años, producto de un cáncer.
Aun así, en los últimos días decidió revertir esa imagen de bajo perfil, asistiendo al programa “Sálvame” de Telecinco, en donde relató la desgarradora historia que la tuvo alejada de sus hijos y después sufrió el rechazo de estos últimos, tras separarse de su primer marido, Alessandro Salvatore, debido a sus frecuentes infidelidades.
La historia de la pareja se inició en Italia, cuando Lucía tenía 17 años y conoció al ingeniero, mayor que ella. La actriz contó que fue un flechazo tan fulminante que, a los pocos meses y antes de cumplir 18 años, se casó con Salvatore y prontamente se convirtió en madre de Eleonora (más conocida como Bimba) y Rodolfo (llamado cariñosamente Olfo). De Italia, la familia se trasladó a vivir a México, país en el que, después de ocho años, comenzaron a surgir problemas conyugales y la decisión de la actriz de separarse de su marido. “Me puso los cuernos”, expuso en el programa.
El hecho no le pareció bien al ingeniero italiano y, consiguiendo una custodia en exclusiva de los niños, viajó con ellos a Estados Unidos e impidió que Dominguín los viera. Y peor aún: una llamada de su entonces suegra, le comunicó una verdad que hasta ahora cuenta conmovida. “Me dijo: ‘Tus hijos están bien, pero no los vas a ver nunca más. No van a volver, se quedan con su padre’”, relató sobre un período en el que estuvo meses en un hotel de México intentando poder verlos y que se convirtieron en un año y medio de desesperación.
Esa llamada detonó un momento crítico en su vida y la idea de morir. Tomó su auto y condujo sin rumbo. «Estuve a un centímetro de estamparme (chocar) y de quitarme la vida. Pero a mitad de camino me dije ‘eres idiota, va a ganar la lucha. Tienes que luchar por tus hijos’”, recordó.
Fue cuando inició una lucha judicial, y acompañada por su padre, el torero Luis Miguel Dominguín, se trasladó hasta Texas para batallar por la custodia de los menores. En esas lides, Lucía tuvo que hacer frente a otros de los momentos más desgarradores del conflicto. A cuatro meses de su arribo, tuvo la oportunidad de encontrarse con sus hijos en el hall del hotel donde se encontraba. Pero los niños reaccionaron con frialdad.
“Pensaba desde mi inocencia que iban a saltar a mis brazos, que me iban a querer. Pero les habían lavado el cerebro y creían que los había abandonado, que no quería saber nada de ellos, que yo tenía una vida paralela. Pasaban por delante de mío en los juzgados y ni me miraban. Iban derecho a los brazos de la mujer con la que estaba mi ex”, contó la intérprete con evidente tristeza, del tiempo cuando sus hijos, dice, fueron manipulados por su padre.