El humorista volvió luego de 5 años al escenario del evento musical más importante del la Ciudad Jardín y una vez más fue devorado por el monstruo de la Quinta Vergara. Si bien tuvo un comienzo auspicioso con el correr de los minutos el público no quiso seguir escuchado sus chistes y comenzó la pifiadera. Meruane es el único artista de la siguiente versión del Festival que no se llevó ningún trofeo para su casa.
Se veía difícil la tarea para Ricardo Meruane, le tocó actuar la misma noche que dos conocidos reguetoneros, Don Omar y Wisin, y se pensaba que el público presente no le haría la tarea fácil. Cerca de la medianoche fue anunciado el show del humorista y al contrario de lo que se pensaba los asistentes al festival lo recibieron con aplausos y le mostraron su apoyo pidiendo rápidamente que se le entregara una gaviota, situación que obviamente no ocurrió. Sin embargo, la débil rutina presentada por el artista, que comenzó bien pero que él mismo comenzó a interrumpir cada vez que se escuchaban pifias pidiendo que apagaran una supuesta luz en la galería que molestaba a la gente, hizo que el espectáculo fuera perdiendo fuerza y finalmente terminó con la paciencia del público quienes comenzaron a mostrar su descontento pidiendo con abucheos.
La situación más incomoda se vivió cuando entraron los animadores al escenario y no hubo ninguna petición de Gaviota. Rafael Araneda intentó mediar entre la gente y el artista preguntándole a Meruane si podía hacer el bis y si el público quería escucharlo y el ¡No! fue rotundo, a pesar de ello él decidió continuar y ahí la vino lo peor. Con chistes simplemente fomes no logró revertir la situación y se retiró del escenario bajo un montón de pifias y sin ningún trofeo en sus manos.
Posterior a ello, el humorista llegó a la carpa donde estaban esperándolo los periodistas acreditados para la tradicional conferencia pero solo saludó y se retiró del lugar sin enfrentarse a la rueda de preguntas de los profesionales.
Lamentablemente, Ricardo Meruane no logró cambiar su historia con el escenario de Viña del Mar y fue una vez más devorado por la Quinta.