El jueves 18 de marzo se produjo un fenómeno político-comunicacional sin precedentes. En una entrevista para el podcast de “La Cosa Nostra”, la Doctora Izkia Siches se mandó una conversación de antología con los “Padrinos” Mirko Macari, Alberto Mayol y Darío Quiroga. La presidenta del Colegio Médico, en la previa de iniciar su pre natal, hizo catarsis de todo lo que ha tenido que vivir en este año de pandemia, y emitió sabrosas declaraciones haciendo pedazos al Gobierno, hablando de “ingenieros que se las dan de epidemiólogos” y tratándolos de “infelices”. La mítica imagen de Izkia haciendo el gesto popularmente conocido como “tapa”, se propagó como reguero de pólvora como meme en redes sociales y como sticker en WhatsApp.
Ardió Troya durante el fin de semana. Muchos en redes sociales aplaudieron a rabiar la franqueza de la líder gremial, se sintieron plenamente representados por sus dichos, y hasta hubo gente que pensó que se quedó corta y “le hizo precio” al gobierno. Por el contrario, los más conservadores y apegados a “las formas” rasgaron vestiduras por el tono supuestamente “grosero” e “inadecuado” de sus declaraciones. Incluso gente de izquierda como el precandidato comunista Daniel Jadue manifestó su crítica a las expresiones de Izkia Siches, lo que huele a una “pasada de cuenta” por la parada de carros que le pegó hace algunas semanas por querer apurarse con el medicamento Avifavir.
El rector Carlos Peña le dedicó su columna del domingo 21 de marzo donde la acusó de “infantilismo”, diversos sectores le recordaron su pasado comunista y le exigieron que se retractara, incluso con amenazas de renuncia al Colegio Médico, como lo hizo la ministra Karla Rubilar.
Finalmente, el martes 23 de marzo, Siches envió un mensaje vía redes sociales en los cuales se disculpó por la “forma” de sus dichos, pero insistió de manera taxativa en el fondo de sus críticas.
Me llamó la atención tanto escándalo por los dichos de Izkia Siches. Vi la entrevista varias veces y puedo dar fe que la doctora fue informal y coloquial, pero nunca grosera. Los garabatos que dijo se pueden contar con los dedos de una mano. Al menos para mí, el calificativo de “grosero” quedaría más ajustado a una rutina de Paty Cofré, Gabriele Benni o Chiqui Aguayo que al podcast de Izkia. Mucho más grosero fue el gaslighting y el mansplaining masivo que le llegó desde muchos sectores “noeslaformistas”. Muchos más groseros han sido los calificativos machistas, racistas y clasistas que ha tenido que soportar desde el inicio de su actuación pública.
En Chile estamos enfermos de respeto por «las formas” Claramente para vivir en sociedad es necesario guardar ciertas reglas de convivencia, como por ejemplo tratar con educación y respeto a los demás, incluyendo a las personas con las que no te llevas bien. Y eso implica un cierto uso formal de lenguaje que Izkia claramente no obedeció en el podcast. Sin embargo, siento que este lenguaje termina desvirtuándose para transformarse en un pretexto para justificar la hipocresía y hacerle el quite a los temas de fondo. En este reino del «noeslaformismo» y de la corrección política que es Chile, nos hemos convertido en esclavos del «qué dirán» y el debate público se reduce a un cínico juego entre cortesanos hipócritas al estilo Versalles, donde es más importante no herir susceptibilidades y no tocar egos que en discutir los temas y resolver los problemas de verdad, lo cual tiene podrida a mucha gente. Dado esto, y más aún en circunstancias extremas como las que estamos viviendo, que alguien se saque esta camisa de fuerza, ponga un poco de honestidad y sentido común y diga las cosas por su nombre se transforma en algo deseable y quizás hasta necesario.
Aparte de Izkia Siches, otro de los indudables ganadores en esta pasada fue “La Cosa Nostra”, que cumplió el sueño del pibe: marcar la agenda durante casi una semana con un podcast cuyo único costo operacional fue la cuota del Zoom. El “Izkiazo” les permitió transformarse en el podcast de actualidad más escuchado de Chile, y hasta lograron que la caricatura editorial de El Mercurio del martes 23 de marzo estuviera dedicada a ellos.
Luego de un año de trabajo de hormiga a punta de podcast semanales e interesantes seminarios, están empezando a marcar presencia importante en la discusión pública. Tienen una alianza estratégica con La Red, donde hace algunas semanas una edición completa de “Mentiras Verdaderas” estuvo dedicada a ellos. Lo que se viene es más que prometedor para ellos, y obliga a los medios tradicionales a replantearse seriamente, pues sus debates basadas en editoriales, cartas al director, artículos con sesudos análisis cargados de academicismo y debates atiborrados de “cachetadas de payaso” como suele decir Mirko Macari, ven disminuido su peso en la opinión pública, mientras estas modestas PYMES comunicacionales, livianas y sin complejos, empiezan a ganar atención y marcar agenda.
La entrevista a la jefa del Colegio Médico transcurrió por los derroteros habituales de programas como este o “Comando Jungle”: ambiente informal, coloquial y distendido, muy cercano a una sobremesa de happy hour o de bar; lenguaje relajado, incluso llegando en ocasiones a lo chucheta, y una libertad editorial que difícilmente se puede encontrar en un medio tradicional masivo. La gracia de estos programas es justamente ese ambiente de relajo que da pie a análisis más honestos, sabrosos y con lenguaje menos “académico”. Me resulta divertido ver a Jorge “Pirincho” Navarrete, tan formal y compuesto en “Mesa Central” de Canal 13, transformado en un chucheta simpático y seco para el copete en “Comando Jungle”.