Para mi gusto, este Festival 2015 es el mejor de los que ha organizado Chilevisión hasta la fecha. Si bien hay cosas que mejorar, el “festival de los festivales” reafirmó ser el “gran evento” del circuito de festivales veraniegos.
Nada que envidiar: Este festival, al menos en términos de infraestructura, está perfectamente a la altura de eventos como los Grammys y los Oscar. El escenario con sus fondos virtuales se vio imponente y espectacular. El tributo a Gustavo Cerati le pega mil patadas a cualquier In Memorian de Hollywood. La obertura con los poetas fue un muy buen intento de mostrar algo nuevo. Quizás no se entendió del todo, pero la audacia se agradece. Viña es un escenario relevante a nivel internacional, y al menos los artistas en iberoamérica, lo tienen más que claro. Si Evo Morales quiere competirle en serio con su anunciado evento en Cochabamba, va a tener que prodigarse mucho.
Ganaron en rating: Al inicio del evento, existían grandes dudas respecto a si el festival iba a derrotar a las teleseries turcas de Mega. Aunque Fatmagul les dio la pelea firme todas las noches en que compitió, a la larga se impuso el “festival de los festivales”. ¿Será el fin del fenómeno turco o solamente una anécdota?
Los animadores se consolidan: Este festival marcó la consolidación de Rafael Araneda y Carolina de Moras como pareja de anfitriones. Se vieron más compenetrados, no cometieron errores importantes y manejaron muy bien las situaciones más delicadas, en las cuales Vodanovic fallaba a pesar de sus años de experiencia. Carolina de Moras se vio más segura y empoderada, y Rafael Araneda dejó en claro por qué es el mejor animador chileno del momento. Hay que empezar a mirar al Rafa con más respeto: ya no es el muchacho gritón y complaciente de sus comienzos en el “Revolviéndola”, sino que es un maestro de ceremonias hecho y derecho, capaz de aprender la lección de la entrega de premios de Elton John del 2013, y de salirse acertadamente del libreto al invitar a Sergio Lagos a entregarle la Gaviota de Oro a su esposa Nicole.
Las competencias subieron su nivel: Sin dejar el segundo plano, se vio una evolución en las competencias. Se intentó mejorar con participantes conocidos. Resultó a medias: Franco Simone nos regaló con “Per Fortuna”, una de las mejores canciones salidas de la competencia internacional en los últimos años, con un gran intérprete como Michele Cortese; pero por otro lado el ex Toto Bobby Kimball dio jugo en el escenario y vino a puro carretear y a rescatar mascotas a Chile. En el folklore, Elizabeth Morris dictó cátedra de excelencia artística con su “Mejicana”, una canción delicada muy Inti-Illimani.
Gaviotas bien ganadas: Todos, sin excepción, los que actuaron en el show se llevaron su doble gaviota. Y todos se la ganaron en buena lid. No hay nadie a la que se la hayan “regalado”. Todos, cual más, cuál menos, hicieron méritos sobre el escenario. El Monstruo no se devoró a nadie simplemente porque no había nadie a quién devorarse. El único que corrió riesgo real, Arturo Ruiz-Tagle, supo rehacerse a tiempo.
Los nostálgicos triunfan: Salvo Romeo y Cultura Profética, en Viña dominó la nostalgia. Los artistas que la llevaron fueron aquellos que tenían una carrera construida en años de trayectoria, con una batería importante de canciones que el público se sabía aún sin darse cuenta. Emmanuel y Nicole fueron más de lo esperado; Cat Stevens, Pedro Aznar y Vicentico pusieron la cuota de calidad necesaria; Ricardo Arjona y Romeo Santos confirmaron su arrastre masivo; Alejandro Fernández demostró calidad al desarrollar su show en complicadas condiciones técnicas; y Cultura Profética, Noche de Brujas y Nano Stern fueron las agradables novedades musicales. Llamó la atención la cantidad de covers que se escucharon.
El humor pasó la prueba: Los cinco números humorísticos de este año lograron zafar en un contexto complicado, con el fantasma del show de Edo Caroe en Olmué encima. En general, los humoristas tomaron nota del show del mago temuquense, e hicieron referencia a la contingencia, aunque fuera como un recurso para ganarse al monstruo. Los Dinamita Show salvaron más por el cariño del público que por su rutina, y los demás triunfaron cada uno a su estilo. El mejor para mí, Arturo Ruiz-Tagle, por su excelente rutina y por ser al que le tocó bailar con la más fea: salir después del tremendo show de Yusuf Cat Stevens. Respecto al posterior entredicho entre Arturo Ruiz-Tagle con el periodista de farándula de “Bienvenidos” Sergio Rojas (el mismo que aún se sigue sobando la cara después de la cachetada que le dio Pamela Díaz): éramos muchos los que teníamos motivos razonables para pensar que Arturo Ruiz-Tagle estaba en riesgo, y de hecho lo estuvo en los primeros minutos de su show. Yo mismo lo manifesté en Twitter. Ahora, otra cosa es decir que la rutina de Ruiz Tagle era poco profunda sin conocerla. En ese sentido, Ruiz-Tagle estuvo bien en sacar a la pizarra al hocicólogo. La polémica de la “mirada del cocodrilo” de León Murillo quedó en ridículo después del sobreerotizado show de Romeo Santos al día siguiente.
El eterno problema del horario: Si hay algo que tiene que solucionar la comisión organizadora es la extensión de los shows. Terminar casi a las 5 AM durante 6 días seguidos se hace insostenible. Aunque para cualquier artista es una falta de respeto, resulta inconcebible que gente de la categoría de Emmanuel, Nano Stern y Oscar D’León salga a actuar cerca de las 3 AM. El argumento dado por Pablo Morales en cuanto a que “la Ceremonia de los Oscares dura 5 horas y nadie reclama por ello” tiene un serio problema: el Oscar dura una sola noche, no seis consecutivas. Hay que empezar a pensar en otras fórmulas.
No fue tan “erección” de reina: Este año hubo límites en el concurso de reina más guarro de la comarca. Le quitaron el piso a la chica Playboy Daniella Chávez después de su comentada performance erótica con el oso de peluche gigante, una verdadera apología de la pedofilia. Después de eso, la competencia se centró en la guapísima Jhendelyn Núñez y la estupenda Katherine Salosny, la máxima encarnación nacional del concepto de MILF. Al final, ganó Jhendelyn por masacre, con TVN y Chilevisión aliándose con Canal 13 para evitar que la Mega-aplanadora arrasara de nuevo.
¿Calidad, masividad? Ambas: El Festival de Viña permite como ningún otro evento que los estilos musicales y artísticos más disímiles convivan en el mismo lugar, y eso es quizás parte de su gracia. Podemos tener, incluso en el mismo día, artistas sumamente mediáticos, llenos de parafernalia, que permiten vender entradas y llenar el recinto rápidamente más allá de sus cualidades musicales, como Ricardo Arjona y Romeo Santos; y por parte, otros más piola, que tienen un leal pero pequeño círculo de seguidores, pero que poseen gran calidad artística y le dan categoría al evento, como Cat Stevens, Pedro Aznar y Nano Stern.
Nuevamente los anglos la llevan: Cat Stevens fue lejos lo mejor del evento, y superó a Elton John como el artista más importante que ha actuado en el Festival. Demostró que, cuando uno tiene una gran propuesta musical, la parafernalia sobra. Con esto, a Chilevisión le perdono que haya despreciado a Ringo Star. Chilevisión debiera insistir con una leyenda anglo y, de ser posible, sumar a alguien más vigente como Bruno Mars o Adele.
Sugerencias de artistas para el 2016: Hay dos nombres que saltan a la vista inmediatamente: Ana Tijoux, nuestra mejor carta musical a nivel internacional en este momento, y Edo Caroe, a quien se le avizora un año muy exitoso después de Olmué. En lo personal, me gustaría ver al mexicano Aleks Syntek y al uruguayo Jorge Drexler.
Los “peores”: Más que peores, fueron los más intrascendentes. Del peor al “menos peor”:
1º) Reik
2º) Yandel
3º) Luis Fonsi
4º) Dinamita Show
Los “mejores”:
1º) Yusuf Cat Stevens
2º) Pedro Aznar.
3º) Emmanuel.
4º) Nano Stern
5º) Romeo Santos
6º) Ricardo Arjona
Revelaciones:
1º) Nano Stern
2º) Cultura Profética
3º) Noche de Brujas