El Festival del Huaso de Olmué le permitió a TVN un respiro, un balón de oxígeno en medio de uno de los trances más complicados de su historia en cuanto a sintonía. Además, vimos en general un buen nivel de espectáculo, llegando a la excelencia en algunos casos. Aquí vamos a diseccionar al festival veraniego más importante de Chile después de Viña.
¿Y la competencia?: Poco a poco, Olmué está cayendo en algunos males crónicos de Viña: su competencia musical se está volviendo cada vez más intrascendente, y se está transformando en un pretexto para que el público vaya al baño o a comprarse algo para el “bajón”. Una pena para los folkloristas, que desde que la competencia folklórica de Viña se transformó en internacional, tienen a este evento como su mayor vitrina. También estamos viendo shows largos, y donde el artista que cierra sale al escenario en la madrugada. Ojalá que no pase lo mismo con la elección de reina que, lejos del cabaret de mala muerte en que se ha transformado en Viña, fue sobria, discreta y con una soberana guapa, educada, talentosa y que es motivo de orgullo, como la actriz Antonia Santa María.
Chicharrones en paila marina: José Luis Perales y Cristián Castro son, cada uno en su estilo y trayectoria, grandes artistas, y que hicieron un excelente trabajo. No se les puede reprochar nada. Pero, siendo franco, no tenían nada que hacer en un evento de raíz folclórica. En años anteriores ha actuado gente como León Gieco, Soledad, Orishas y Pedro Fernández, cuya obra tiene una fuerte componente de música folklórica. Olmué necesita artistas internacionales, pero tienen que guardar una cierta coherencia con las características del evento. Y hay alternativas: Juanes, Carlos Vives, Calle 13, Café Tacuba, alguna banda salsera, etc. El resto de los artistas musicales estuvieron a la altura. Los Tres, haciendo un gran espectáculo, confirmaron las sospechas de “achanchamiento” artístico: salvo “Hey Hey Hey”, “Quizás con Quién” y “Camino”, su show fue el mismo que hacían antes del “receso indefinido”, cuando Angel Parra y Pancho Molina formaban parte de la banda.
Animadores dieron el ancho: Karen y Julián hicieron un excelente trabajo. Simpáticos, relajados, agradables, afiatados y siempre controlando la situación. Creo que en particular Karen, siempre hermosa y encantadora, ya está en condiciones de tomar desafíos mayores como Viña del Mar.
El humor la rompió: El humor fue un éxito rotundo. No solamente la rompió en rating, sino que dio que hablar. La corajuda actuación de Edo Caroe amerita un artículo aparte. Pujillay me tapó la boca, e hizo gala de oficio y talento, transformándose en la versión “académica” de “Los Atletas de la Risa”. Rodrigo Muñoz salió bien parado, y Zip Zup también, aunque se vio obligado a ponerle algo de “merquén” a su rutina usualmente blanca, como por ejemplo en su rutina acerca del examen de próstata.
31 Minutos sigue dictando cátedra: Lo de 31 minutos ya no es sorpresa. En esencia, repitieron en el Patagual el espectáculo “Radio Guaripolo” con el cual estuvieron de gira el año pasado. Gran puesta en escena, un espectáculo entretenido, personajes entrañables y, por sobre todas las cosas, música de primer nivel, donde las canciones de la cuarta temporada se mezclaron armoniosamente con los clásicos, y hasta con variaciones geniales como la de “Diente Blanco No Te Vayas” mezclada con “Please Don’t Go” de KC & The Sunshine Band. A estas alturas, el único reproche que se les podría hacer es el mismo que se le haría a un recital de Elton John o Paul Mc Cartney: “faltaron canciones”. Nuevamente el People Meter no les hizo justicia, aunque esta vez se puede decir que “la culpa la tuvo Fatmagul”. Los 53 puntos de Viña estuvieron lejos, y apenas alcanzaron a llegar a los dos dígitos. Eso sí, se tomaron Twitter por asalto, copando la lista de tendencias y llegando a ser TT nacional y mundial. En la previa había señalado que APLAPLAC se podría estar jugando en Olmué la posibilidad de una nueva temporada. Si lo TVN busca es rating a cualquier precio, “31 Minutos” no es el programa para ello, pues salvo en Viña nunca logró grandes sintonías, y su público incondicional no ve TV de la manera tradicional, que es la que mide el people meter; pero si buscan calidad e identidad, debieran retener a Tulio y sus secuaces, y apoyarlos de manera de no depender de fondos estatales para su realización.
Ranking: Tengo el corazón dividido: la calidad de la puesta en escena de “31 Minutos” fue superlativa, pero el fenómeno provocado por Edo Caroe resulta imposible de soslayar. Por ello, doy empate entre ambos como “lo mejor” de Olmué 2015. El tercer lugar se lo doy a Pujillay, porque me sorprendieron.