La teleserie escrita por Pablo Illanes y dirigida por Óscar Rodríguez se convirtió en una producción de culto, pero no precisamente por la sintonía que alcanzó, sino que por la oscura trama que giraba en torno a una mujer que regresaba a vengarse de un grupo de amigos que le hicieron una cruel broma años atrás.
La trama se desarrollaba en el pueblo Aurora, ubicado a unos kilómetros de Santiago, donde había un lago en el que varias personas murieron sin razón aparente. De hecho el personaje de Tomás Vidiella, «el viejo Aarón», se encargaba de espantar a todo aquel que se acercara al lugar, advirtiéndoles de lo que allí pasaba.
Esta parte de la historia, si recuerdan bien, esto nunca llegó a resolverse en la teleserie. A 16 años del lanzamiento de la producción, Rodríguez se refirió al respecto en conversación con T13.cl. «La opción de Pablo, que yo la respeté, fue no aclarar mucho qué es lo que pasaba con el lago», señaló.
Por otro lado, agregó que «había algo intangible, que no iba a ser aceptado por personas medianamente cuerdas y que no eran supersticiosas, había mucho de eso ahí, de una cosa que trascendía a la realidad y a la razón… es como si yo te dijera una maldición. El lago estaba maldito».
En tanto, Illanes afirmó que «hacia el final de la historia se explicaba la contaminación en el lago Aurora a través de la investigación que hacía ´Bernardo´ (Felipe Armas), y lo de mantener el misterio fue una opción personal. Decidimos priorizar la historia humana de ´Silvana´(Ursula Achterberg) y su venganza por sobre lo sobrenatural, pensamos que explicar demasiado podía jugar en contra para una teleserie que había sido muy de nicho en su momento», a lo que añade que «todo eso estaba muy influenciado por ´Twin peaks´, que jugaba mucho con la ambiguedad de los conflictos y la forma de resolverlos… Eran otros tiempos».
Entre aquellas opciones que manejó Óscar Rodríguez para darle explicación a las muertes que ocurrían en el lugar, sostuvo que se planteó que fuera algo al estilo del monstruo del lago Ness, asegurando que «fue una opción que yo la encontré pueril».
La otra, era que se quería «jugar un poquito con los mitos chilenos del sur, de que existen lagos que están malditos, tierras malditas y la existencia de brujos. Eso se pensó, pero no se concretó», agregando que «la idea era que se cargara más para el lado de lo no conocido, de lo insólito y de lo esóterico mucho más que un animal o un pez… sin embargo, tampoco fue así».