La directora y la guionista vuelven a formar equipo en la nueva cinta que se estrena este jueves en los cines nacionales, tal y como lo hicieron el 2012 con «Joven y Alocada».
«Princesita» cuenta la historia de Tamara (Sara Caballero), una niña de 12 años que creció toda su vida en una secta al sur del país, rodeada de la naturaleza y alejada de la vida común y corriente. Esto, hasta que es enviada al colegio por primera vez a diferencia de los demás miembros del grupo que habitan con ella. La razón para ello, es que conozca el mundo real antes de convertirse en la madre del primogénito del líder de esta secta, interpretado por Marcelo Alonso.
Esta cinta es descrita como un “cuento de hadas oscuro”, y cumple bien con esa descripción. El ambiente mágico está bien logrado, con la protagonista viviendo en el bosque, el toque de inocencia con que ve las cosas, hasta que drásticamente se da cuenta cómo su realidad se transforma y su fantasía se convierte en una pesadilla.
La película es sobre todo visual, y en eso impresiona, tiene una excelente fotografía, escenas que están muy bien grabadas, que le dan ese toque de cuento que debería tener. Pero, pese a que brilla en el ámbito visual, «Princesita» se cae en la historia. Más bien en la carencia al momento de desarrollarla.
Pese a que el argumento principal queda claro, la forma en que este se extiende a lo largo del filme, ya que muchos arcos argumentales quedan sin mayor exploración, hay escenas cuyos cortes están muy apresurados, y junto con todo eso, varios personajes necesitaron una mayor relación con los protagonistas para que de verdad sintiéramos algo por ellos.
También hay que considerar que gran parte de la historia es contada a través de los pensamientos de Tamara, para seguir con la sensación de cuento infantil. Una idea interesante, pero que luego de un rato aburre por tanta narración, en especial si la escuchamos susurrar en todo momento.
Finalmente, queda decir que es una película con gran potencial, excelentes visuales y una historia cruda, muestra del machismo que se impone desde la temprana edad, pero que lamentablemente solo queda en «lo que pudo ser».