Con 24 horas de diferencia debutaron los que se podrían considerar dos programas de humor “hermanos”, pues son realizados por integrantes del elenco de la última etapa del extinto «Morandé con Compañía» («MCC»). Se trata “Mi Barrio” de Mega y de “Políticamente Incorrecto” de La Red. La comparación entre ambos espacios resulta inevitable. Las diferencias se han notado desde el minuto cero. Uno es continuador del humor televisivo más tradicional, mientras que el otro es más disruptivo, deslenguado e irreverente.
Partamos por el “hermano rebelde y contestatario”: “Políticamente Incorrecto”, encabezado por la pareja formada por los comediantes Belén Mora y Toto Acuña, está fuertemente alineado con la transgresora y combativa línea editorial del canal que los acoge desde la llegada de Víctor Gutiérrez a la dirección ejecutiva. Aquí domina un humor contingente duro, sin complejos ni contemplaciones, donde se le ha dado con todo a la élite, a la clase política y en especial al gobierno de Piñera, al que no han parado de subir al columpio desde que se supo lo de la llamada al dueño del canal en Miami.
El mejor reflejo de esto es la notable metamorfosis que sufrieron Dominga y José Pedro, los integrantes de “Los Kastos”, nacidos en «MCC», que en el fundo de don Kike se mostraban pasivo-agresivos, entregando mensajes discriminadores en forma de canciones estilo Mazapán. En La Red se volvieron derechamente agresivos y tóxicos, transformándose en un crudo retrato de la élite del 20% parapetada en las tres comunas de Santiago donde ganó el “Rechazo”.
Algunos segmentos son notables, como los diálogos de alcoba entre Chile y La Constitución, la mesa COVID, y el “Club de los Petisos”, lleno de referencias subliminales (y otras no tanto) de doble sentido, como en el épico tutorial de “cómo abrir una cerradura”. Está de más decir que el 90% de las rutinas de este programa no se habrían visto ni por error en «MCC». Belenaza y Toto están dando rienda suelta a su proverbial talento, insinuado anteriormente en sketches como “La Sonora de Rehabilitarse” y los citados “Kastos” y que necesitaba de mayor libertad editorial para desplegarse en plenitud.
Ahora vamos con el “hermano simpático, bien portado pero algo pelusón”: “Mi Barrio” es una continuación y extensión de «El Muro», el número humorístico estilo vaudeville que marcó la última etapa de «MCC», con un notorio protagonismo de Miguelito y su mamá. Salvo Belenaza, Toto, Ernesto Belloni y Cristián Henríquez, es prácticamente el mismo equipo de comediantes. Tiene sus buenos momentos y hay talento para dar y regalar, en especial de parte de Fernando Godoy (gran labor como conductor y notable imitación de Enrique Paris, con elogio del propio ministro), la “Iluminada” María José Quiroz (notable imitación de la subsecretaria Paula Daza) y del imitador Felipe Parra, que le sacó el calco exacto al mediático doctor Sebastián Ugarte. Sin embargo, su estilo de humor televisivo más tradicional hace que su ritmo resulte algo lento para estos tiempos. Además, queda la sensación de que están con el “freno de mano” puesto respecto a los temas más contingentes. No rehúyen la contingencia, pero les llora algo más de la “malicia” y la irreverencia de su hermano de La Red.
A pesar de lo anterior, curiosamente el primer escándalo surgió desde el programa supuestamente “bien portado”. “Mi Barrio” salió inesperadamente a la palestra a nivel mundial por su básica parodia al grupo de K-Pop BTS, en la cual hicieron mofa del aspecto físico y la forma de hablar de los coreanos. Esto, que es un pelo de la cola al lado de cosas mil veces peores que se han visto en la TV chilena durante toda su historia, causó la indignación de la ARMY, el combativo e hiper disciplinado fandom de BTS, en un momento en que hay una particular sensibilidad a nivel mundial con el tema del bullying a los asiáticos, que ha recrudecido fuertemente durante la pandemia. Mega y el equipo del programa comprobaron en carne propia lo peligroso que resulta provocar a pito de nada a los fans del K-Pop, que tienen a su haber hazañas como el épico troleo a un acto de campaña de Donald Trump a punta de Tik-Tok. La ARMY en masa manifestó su molesta con fuerza en redes sociales y logró que el tema apareciera en el “New York Times”, en la TV coreana y en diversos canales de YouTube, ante lo cual al canal chileno y al equipo de “Mi Barrio” no les quedó otra que agachar el moño y pedir disculpas. A pesar de que muchas veces su estilo de humor fue fuertemente cuestionado, lo más cercano que vivió «MCC» a un escándalo de este nivel fue la polémica por la poco feliz caricatura de Belén Mora a las inmigrantes colombianas durante la Copa América del 2015.
El “hermano rebelde” no quiso ser menos, pero lo que presentaron simplemente se escapó de las manos. En la segunda edición de “Políticamente Incorrecto”, en el segmento “Mentir de Verdad” (clara parodia a “Poder y Verdad”, el programa de entrevistas de Mónica González) apareció una satírica entrevista a un “militar de verdad” encarnado por Toto Acuña (en el primer programa el entrevistado fue “un político de verdad”). Toto dejó a los uniformados como un grupo de parásitos sumamente caros de mantener que no hacen nada relevante durante todo el año, maltratan a sus subordinados, generan conflictos artificiales para justificar su presupuesto, les da susto ir a la guerra, etc. Dos días después, las tres fuerzas armadas sacaron sendas declaraciones de repudio, las que fueron respaldadas por el ministro de defensa Baldo Prokurica, lo que generó un sonoro escándalo en los medios por lo que se considera un acto de deliberación inaceptable de los uniformados con anuencia del gobierno. A diferencia de lo sucedido con “Mi Barrio”, esto se transformó en la mejor publicidad gratuita que pudieron recibir “Políticamente Incorrecto” y La Red. La sobrerreacción del gobierno y de las instituciones armadas, que además están severamente cuestionadas por sucesivos escándalos de corrupción y por espionaje a jueces y periodistas, transformó una rutina de humor no suficientemente lograda y demasiado negra para el paladar chileno en un ícono de la libertad de expresión. La Red se aprovechó astutamente de este incidente para reafirmar su jugada postura editorial en medio de llamadas telefónicas y denuncias al CNTV.
No deja de ser llamativo el contraste entre ambas polémicas. Mientras los representantes del humor “tradicional” salieron totalmente trasquilados por una mofa racista sin asunto, los defensores del humor “irreverente” salieron fortalecidos luego de una jugada rutina cargada de contingencia y sátira. Un interesante signo de los tiempos.