El día jueves 16 de Marzo, los matinales de la TV abierta hicieron una verdadera “cadena nacional” para transmitir la llegada a Chile de Rafael Garay, primero al Aeropuerto de Santiago y luego a los tribunales de justicia. Algunos portales hicieron un seguimiento “minuto a minuto” de la trayectoria del avión que traía a Garay desde Rumania a Chile. Hasta donde yo sé, al único que le recibe una cobertura de ese tipo mientras viaja por los cielos es el Viejo Pascuero en cada Navidad. Una vez en tierra firme, se desató una loca persecución con cámaras por todas partes, autos persiguiendo al carro de investigaciones, con transmisión en vivo de cómo el pueblo le lanzaba monedas y huevos a Garay, y cerrando con su llegada al centro de justicia. Nada que envidiar a las coberturas mediáticas de las desventuras judiciales de O J Simpson y Michael Jackson. Me pregunto si el “Chapo” Guzmán enfrentó algo así cuando fue detenido.
Esta exagerada cobertura ha sido motivo de muchos análisis y críticas. Una vez pasado el furor, muchos pusieron la pelota contra el piso y se percataron que se le ha dado una importancia sobredimensionada a este tema, en especial en comparación con otros escándalos de mayor cuantía económica, que afectaron a mucha más gente y de consecuencias mucho más graves. Todas las evidencias muestran a Rafael Garay como un estafador sofisticado, cuya historia está plagada de sabrosos ribetes propios de una película o de una serie de Netflix que la hace especialmente atractiva desde el punto de vista mediático. Sin embargo, no es ni por asomo el peor delincuente de todos ni el más dañino. Al lado del Piñeragate, Pacogate, Alberto Chang, Milicogate, colusiones varias, SQM, Penta y Caval, Garay queda como un ladrón de gallinas, un criminal de poca monta, un vil “lanza” del Paseo Ahumada, apenas apto para ser “funado” por el Tío Emilio (o por lo que queda de él) en «En Su Propia Trampa».
¿No será que lo están usando como «chivo expiatorio mediático» de la corrupción en Chile? ¿Será que, cual cordero al sacrificio, quieren cargar sobre los hombros de Garay toda la podredumbre que hemos conocido en estos últimos años en este país, y concentrar sobre él toda la rabia de la opinión pública por estos temas? Quizás lo escogieron porque se atrevió a hablarle de economía «en fácil» a la gente a través de los medios (encomiable labor que hizo al igual que otros cuestionados como Marcel Claude y los hermanos Parisi), y eso muchos en el mundo de los economistas no se lo perdonan. Quizás lo escogieron porque no engañó a pobres ignorantes, sino que logró engatusar a gente supuestamente preparada y culta, como periodistas, medios de comunicación (algunos de ellos especializados en finanzas), economistas e incluso universidades.
De una cosa estoy seguro: si a Garay se le dedica esta cobertura, entonces los canales deberían hacer una Teletón para cubrir los demás escándalos. Garay tiene que responder por sus actos ante la justicia, pero no merece ser crucificado públicamente de esa manera. Tal como señaló acertadamente Tomás Mosciatti, existe gente que ha estafado por más plata, a más gente (incluyendo pobres) y causando mayor daño, y caminan tranquilos por la calle.
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