La intérprete de 45 años fue herida por un proyectil balístico el día 18 de octubre de 2019, momento en el que comenzaba el estallido social chileno y sin ser ella parte de ningún tipo de manifestación, muy por el contrario, saliendo fortuitamente desde su lugar de trabajo.
María Paz Grandjean recibió el impacto de bala caminando por la Alameda, luego de salir de su trabajo ubicado en el Centro Cultural Gabriela Mistral, donde es parte del elenco de la obra «La Pérgola de las Flores» y tras ser mojada por los efectivos de carabineros.
La actriz quedó con severas heridas en su rostro y una fractura en en su mandíbula. Días tras el violento suceso y con más calma, la intérprete conversó con el diario La Tercera, donde relató todo lo vivido aquel día.
«Vi que dos escolares eran golpeados por carabineros y muchos los defendimos. Me moví para ver mejor, crucé la calle Ramón Corvalán y me quedé en la esquina con Alameda», en ese momento la actriz señala que vio «un carabinero o carabinera (…) Lo vi apuntándome a la cabeza, de frente. Ya habían disparado bombas lacrimógenas, no pensé que iba a disparar algo más», comentó.
«Ladeé la cabeza para verle la cara, y ahí sentí el impacto en mi rostro. Vi cuando me disparó, y creo que quiso dispararme a la boca o al ojo derecho, pero como alcancé a correrme no entró, sino que me quemó y alcanzó a rozarme la mejilla. Pero me agarré la mandíbula y noté que estaba deforme, y botando sangre por afuera y dentro de la boca. Quedé paralizada», agregó.
Más tarde, cuando asistió a un centro asistencial, se enteró de la gravedad de sus heridas: «Me atendieron rápido aunque muy precariamente: ‘¿Tiene el ojo derecho?’, ‘verifique con su lengua si tiene todos los dientes’, me decían. Yo ni siquiera podía abrir la boca. Tampoco me sacaron un balín ni nada. El médico dijo que lo que me habían disparado no entró. Solo me había rozado, pero ahí surgió la duda de con qué me habían disparado. Yo dije un balín porque eso me dijeron en la calle, pero algunos médicos, incluido mi hermano, que es cirujano infantil, piensan que por la expansión de la herida se trató de una bala».
Su diagnóstico fue menos alentador de lo que ella esperaba: «Quedé con una fractura en la mandíbula y me tomó el ojo. No pude abrirlo en varios días. Hasta hoy tengo también un quiste grande en la cara, que sigue deforme. Lo peor fue salir de la posta y ver que había muchos cabros jóvenes heridos como yo. Eso me dolió muchísimo».
Finalmente, Grandjean entregó su visión sobre los hechos violentos y sobre sus acciones a seguir: «Es como ha sido siempre. Desde que tengo uso de razón que nunca he visto que la violencia haya empezado por los encapuchados. Desde los 80 he visto que el vandalismo empieza en Carabineros y es lo que he vivido. Yo soy hija de la dictadura, y antes, después de las marchas, venía lo que mi papá llama ‘el silencio de la muerte’, porque mataban gente. La historia ha vuelto a repetirse, pero ya no pueden ocultarla. Lo que pido es justicia y saber quién me disparó, con qué y por qué, ni siquiera una sentencia. Necesito saber la verdad».