Digamos que no fue el mejor cumpleaños el que celebró este sábado Phil Collins. La llegada de sus 70 primaveras lo pilló envuelto en una batalla legal con su ex mujer por la división de los bienes matrimoniales, diversos problemas de salud y dramas familiares.
De todas estas situaciones, la más expuesta es la que mantiene con la diseñadora Orianne Cevey, su tercera esposa, con quien se casó en 1999, se separó en 2006 y posteriormente retomó la relación en 2016 y de la que nacieron sus hijos Nicholas y Matthew. Cinco años después, el artista recibió un mensaje de texto de Cevey en el que le decía: “Encontré otra persona y me gustaría intentar ver si puedo volver a ser feliz”. En agosto del año pasado, la mujer se casó en secreto en Las Vegas con el empresario Thomas Bates, de 31 años, con quien se instaló en la mansión que Collins había comprado en Miami. Al saberlo, el cantante solicitó el desalojo del lugar, comenzando así una batalla por los bienes y posesiones, de las que la Cevey dice, es dueña de la mitad de la mencionada vivienda avaluada en 40 millones de dólares.
Tras ello, vino la venganza: la mujer, al salir de la casa, se llevó todos los objetos de valor que ahí había, entre ellos ropa marca Chanel, joyas, relojes y calzado del cantante, además de algunos de los premios que había obtenido a lo largo de su carrera. Todos se rematarán este 4 de febrero, a partir de 50 dólares, y las ganancias se destinarán a la Fundación Never Give Up.
Además, Cevey ha desacreditado a Collins en diversas entrevistas, contando que estuvo sin bañarse ni cepillarse los dientes durante un año, situación que, supuestamente, la llevó al divorcio. “El hedor de Phil se hizo tan penetrante que se convirtió en un ermitaño” detalló la mujer, mientras el cantante calificaba sus dichos como “impertinentes” y “groseramente exagerados”. La ex mujer del intérprete también se ha quejado respecto de su rol de padre, acusándolo de ser “abusivo emocional y verbalmente y a menudo ignora las necesidades de sus hijos”. Un comentario que no cae en saco roto al recordar el perdón que su hija, la actriz Lily Collins, nacida del matrimonio con Jill Tavelman, dejó expreso el el libro de ensayos que escribió: “Te perdono por no haber estado siempre que te he necesitado y por no ser el padre que esperaba (…) Te perdono los errores que has cometido. Y aunque parezca que es muy tarde, no lo es. Aún hay mucho tiempo para seguir adelante”.
De sus enfermedades, una que le complica es el Tinnitus, dolencia común entre los músicos y por la que ha sufrido la pérdida auditiva de su oído izquierdo. Sin embargo, el deterioro de salud del autor de “Invisible Touch” comenzó mucho antes, cuando se dislocó una vértebra de su cuello, provocándole daños nerviosos en sus manos y le imposibilitó que pudiera tocar, entre otros, batería, y es la razón por la que hoy utilice bastón.
En 2017 tuvo una caída en la habitación de un hotel por la que se golpeó la cabeza y estuvo hospitalizado. Por otro lado, el artista reconoció hace un tiempo que había sido adicto al alcohol y sustancias ilícitas.
Con todo y a pesar de los regalos poco glamorosos con los que recibió este nuevo año de vida, aún tiene la esperanza de realizar en algún momento otro reencuentro del grupo Genesis, tras 13 años de la última gira. La pandemia dejó congelado el anuncio de la que darían por todo el Reino Unido durante el segundo semestre de 2020, pero aún no hay fecha ni posibilidad de pensar en aquello dado el aumento contagios en la isla.