Tal como sucedió durante el Estallido Social, el desempeño, el rol de los medios de comunicación en general, y de los periodistas y comunicadores en particular, ha sido muy variado. Hemos tenido de todo, desde los que se han jugado el pellejo por hacer investigación en serio hasta otros que ya sea por convicción personal o necesidad de salvar la pega en un momento difícil (y en una de esas, terminal) de los medios tradicionales, optan por apegarse sin asco al relato oficial.
Dentro de los primeros, hay que destacar la notable labor de esa verdadera “ninja” del periodismo investigativo que es Alejandra Matus. La periodista, reconocida por remecer al Poder Judicial con “El Libro Negro de la Justicia Chilena” (que le costó un exilio voluntario en Estados Unidos), por la biografía no autorizada de Lucía Hiriart de Pinochet y por sus reportajes en el The Clinic en los que destapó los escándalos de Fernando Villegas y Tito Fernández, se ha convertido en una verdadera pesadilla para el gobierno de Piñera. Encerrada bajo cuarentena en Nueva York, y sin más medios de difusión que Twitter, cuestionó asertivamente y con datos duros los malabarismos y enjuagues que hacía (y que sigue haciendo) el gobierno con las estadísticas de la pandemia, obligándolo a sincerar los datos a la opinión pública. Obviamente en un principio le cayeron con todo, pero los hechos y los datos posteriores le han dado abrumadoramente la razón a Matus. Entre su labor y un reportaje de CIPER que llegó en el momento preciso lograron derribar al hasta entonces inamovible y poderoso “Big Boss” Jaime Mañalich, sumamente criticado por su soberbia, pésimo manejo comunicacional y manejo estadístico durante la pandemia, pero al que el gobierno sostuvo porfiadamente hasta que la situación se volvió insostenible.
Otro que se ha destacado es Daniel Matamala y sus asertivas columnas dominicales de “La Tercera”. A pesar de su tono ponderado y objetivo, y de repartirle leña duro y parejo a todos los sectores por igual, al conductor de CNN y Chilevisión le tienen sangre en el ojo desde hace rato en los sectores más ideologizados de la derecha, desde donde le llega su buena dosis de troleo cada fin de semana. También cabe señalar la asertividad del Julio César Rodríguez post-COVID 19, quien se ha dado festines diarios con parlamentarios y alcaldes de derecha en el matinal de Chilevisión. Otro tanto ha hecho Macarena Pizarro, periodista que en el pasado ha demostrado tener agallas (recuerdo la grabación cuando encaró sin complejos al entonces ejecutivo de Chilevisión Holger Roost-Macías y lo criticó públicamente por el despido de Patricio Caldichoury de la dirección de prensa y por la calidad de la programación del canal), quien cuestionó severamente al ministro Enrique Paris, sucesor de Mañalich en el Ministerio de Salud, por el infausto episodio del funeral de Bernardino Piñera.
En la otra esquina, aún me resulta inentendible que en la edición dominical de “Mesa Central” de Canal 13 hayan cambiado filete por charqui. Sacaron a la Premio Nacional de Periodismo Mónica González y pusieron en su reemplazo a Marcela Cubillos, de cuestionadísimo desempeño como ministra de Educación del actual gobierno y ahora devenida en burda operadora política de la derecha. Sacaron a las voces más disidentes y cuestionadoras, poniendo en cambio a gente con mentalidad noventera de “democracia de los acuerdos” que cuestiona poco y busca bajarle el perfil a los temas complicados. También se ha visto a periodistas que en el pasado se habían destacado por lo incisivas como Soledad Onetto tomando posturas más bien contemplativas al entrevistar a personajes como el exministro Mañalich.
¿Qué pasará por la mente de los periodistas y comunicadores de medios tradicionales? El caso de la entrevista de Eduardo Fuentes al empresario agrícola y presidente de la CPC Juan Sutil en “Mentiras Verdaderas” resulta ilustrativa al respecto. Fuentes, que durante estos meses ha manifestado claramente una postura claramente “progre” y al menos con muy buena onda hacia el Estallido Social, fue severamente criticado y calificado de “amarillo” en las redes sociales por su trato supuestamente contemplativo, complaciente y de “guante blanco” hacia el líder empresarial. Sin embargo, si consideramos ciertos antecedentes, podemos hacer ciertas conjeturas que nos ayudarían en entender esta situación. Juan Sutil, a través de sus empresas, es el principal auspiciador de “Agenda Agrícola”, un programa de actualidad latifundista que hasta finales del año pasado se emitía por las pantallas de CNN Chile. El empresario, molesto por lo que consideró una “cobertura sesgada” de dicha señal al Estallido Social, le retiró los auspicios y le quitó el programa a la señal de Turner, lo que supuso un importante golpe financiero para ella. A comienzos de este año, “Agenda Agrícola” se empezó a emitir por las pantallas de La Red, canal que está en una situación financiera sumamente delicada, por lo que no se puede dar el lujo de perder auspiciadores. En ese escenario, con una mano en el corazón, ¿ustedes creen que Eduardo Fuentes estaba en posición de hacerle a Sutil una entrevista incisiva, puntuda, cuestionadora, que es lo que muchos esperaban de él, a sabiendas de que con ello se ponía en juego no solamente su fuente laboral, sino que la mismísima estabilidad económica del canal donde trabaja? Si su motivación para actuar como relacionador público más que como periodista fue esa, resulta al menos perfectamente comprensible. Fuentes estaba caminando en un campo minado, y teniendo una familia que mantener, dudo que haya tenido ganas de “inmolarse”.
Dilemas como este tendrían que ser caso de estudio para las cátedras universitarias de periodismo. Si entrevisto a un importante auspiciador de mi canal, ¿cuido mi pega y actúo como relacionador público, o cuestiono lo que haya que cuestionar, aunque ello me pueda costar mi trabajo, y eventualmente mi carrera? En Chile no muchos se atreverían a tomar la segunda opción y estar dispuestos a pagar los costos que ello conlleva. Como señaló la fallecida Patricia Verdugo, la verdadera independencia de un periodista es la independencia económica. Si quieres ejercer periodismo verdaderamente independiente y riguroso, tienes que hacer lo de Marcelo Bielsa: vivir con una sobriedad casi franciscana y ahorrar la mayor cantidad de dinero posible, de manera de tener espaldas financieras fuertes que te permitan hacer la pega periodística de verdad sin temores y, de ser necesario, mandar al carajo a los poderosos.