La actriz conversó con el podcast “Impacto en el Rostro” en Spotify, donde realizó un recorrido por sus principales personajes en televisión. Además, la creadora de “escenix” tuvo buenas críticas hacia el formato y recordó los guiones de grandes producciones, como “Sucupira” y “Aquelarre”: “Estas producciones son parte de nuestro patrimonio cultural”, concluyó.
Entraste a la televisión con “Secretos de Familia”, teleserie de Canal 13 escrita por el dramaturgo Sergio Vodanovic. ¿Crees necesario que un guionista de TV deba tener una estrecha relación con el teatro?
No, yo creo que hay distintos caminos. Hay gente que tiene mucho talento para escribir de un modo muy natural. Lo que uno esperaría es que sí hubiese una profundidad, una búsqueda permanente, un ir con los tiempos. Yo creo que se ha ido generando y creando una buena escuela de guionistas ágiles, preparados. Los equipos son liderados por gente muy capaz, como en el caso de Vodanovic. El género de la telenovela es muy particular y especial, también muy distinto y variado entre sí también.
El año ‘92 ingresas al área dramática de TVN con “Trampas y Caretas”, donde interpretaste a Roxana, la enamorada de Francisco Reyes…
En el año ‘92 la democracia había vuelto recién y, en ese sentido, el canal estaba de la mano con ese cambio político. Entonces, recuerdo ese trabajo maravilloso con mucho ímpetu y creatividad. Tenía un personaje “espumante”, que venía a romper lo establecido en esta familia convencional. El personaje de Francisco Reyes era muy tranquilo, estructurado, tímido y ella era una cabaretera, stripteasera, entonces vino a romper todos los cánones y nos divertimos muchísimo. Fue muy lindo ese trabajo. Había un gran equipo junto con Jael Unger, Claudia Di Girolamo y un gran elenco.
En “Estúpido Cupido” interpretaste a Gloria Manterola, una madre de dos adolescentes cuando tenías 31 años. ¿Crees que la industria le otorga roles mayores a las actrices antes que a los hombres?
Yo creo que eso depende mucho del director y también de las necesidades de la historia. Ese momento lo viví con un poco de malestar. Después se me pasó porque el papel tenía cosas especiales como, por ejemplo, el personaje de Felipe Braun, que era un chico muy joven, se enamoraba de ella, pero en general a las mujeres se les suele asignar un rol mayor porque se necesitan estas mamás jóvenes, cuando en realidad las mujeres ahora tienen hijos mucho más tarde. La mujer soltera profesional es menos de telenovela que la chica muy jovencita con hijos. Ahora eso ha ido cambiando y ahora, por ejemplo, la Quena me asigna roles de mujer menor, así que me tocó hacer de una mujer mayor y ahora de una mujer menor. Espero que siga cambiando y se dignifique el envejecer y todas las etapas de la vida. Nuestros ancianos son como nuestros árboles y los sabios de la comunidad. Además, la gente vive mucho más, entonces hay un periodo de adulto mayor que es mucho más largo. Eso también se tiene que ir modificando en el género de la telenovela. En el género, las historias siempre eran de dos enamorados. Eso, de alguna forma los brasileños lo rompieron. La historia de amor se transformó en una más de las historias y las historias adyacentes de los personajes secundarios se robaban la película.
“Sucupira” es un buen ejemplo de lo que acabas de mencionar, en donde sus personajes secundarios son mucho más recordados que los personajes de Francisco Reyes y Ángela Contreras…
Exactamente. Acá son los personajes los que se roban la película y la historia de amor pasó completamente a segundo plano y era bien fome. De hecho, después se hizo la serie “Sucupira, la comedia”. Ahí los protagonistas eran definitivamente los personajes de la comedia, los que hacían reír. Para mí eso era inolvidable, porque esto venía a romper con el género y era una primera experiencia de hacer algo así. Quizás en “Rompecorazón” también pasaba esto, pero en “Sucupira” los personajes fueron entrañables, quizás por el entorno, la belleza de los paisajes. Salimos del estudio, eso también empieza a marcar una época y una forma. Y lo pasábamos chancho.
¿Qué recuerdos tienes de tu relación con tus hermanas en la teleserie? Me refiero a Coca Guazzini y Anita Klesky…
Era divertirse y reírse el día entero. La Anita era la más ordenada y nosotras con la Coca éramos bien desordenadas en esa época. A mí se me perdían los libretos y la Anita me decía “yo no te voy a prestar nuevamente el libreto”. Entonces improvisábamos mucho por lo mismo y Anita era muy ágil en eso. Nos volvimos como realmente hermanas. Pasamos mucho tiempo juntas, nos aprendimos a conocer, a querer y respetar. Era una chacota continua. “Sucupira” fue una chacota continua. ¡Para qué decir con Pesutic, que era el primo Renato! Con Tito (Noguera) también lo pasábamos muy bien. Es una persona adorable, especial y además muy jugado. También estaba Pablo Schwartz, que también era otro “azote” en aquellos años. Realmente era un grupo de actores extraordinario.
El año ‘98 fuiste la protagonista de “Borrón y Cuenta Nueva”, en la cuarta región. ¿Te acuerdas de Alejandra?
Alejandra era un personaje muy lindo porque tenía como una cierta madurez, era una chica con mucha responsabilidad. No era una niña que se enamoraba como una loca. Estaba todo este tema de la herencia con Jaime Vadell que era nuestro padre. El personaje de Alejandra ponía mucho equilibrio. Era bastante inteligente, reflexionaba, se medía. En la cuarta región lo pasamos divino, era hermoso. Todo eso de ir al Valle de Elqui era muy sacrificado, pero realmente lo gozábamos. Y ahí hice amistad con la Katherine Salosny que hacía de mi amiga. Fue un gran gusto y placer trabajar con un grupo así.
¿Sentiste una responsabilidad extra al saltar a los protagónicos?
En mi caso, yo nunca he sido de preocuparme mucho del rating. Quizás ahora último un poco más. Por una época larga de mi vida siempre aspiré a tener papeles más bien secundarios, porque es muy sacrificado. Yo creo que para ser protagonista tienes que tener una especie de vocación o don. A mí nunca me interesó desarrollarlo. A estas alturas del partido, ya puedo decir las cosas como son. Es lindo jugar a ser la bonita, al tener el rol principal, pero es muy sacrificado y yo siempre he tenido varias inquietudes, así que prefiero estar en segunda línea siempre.
Al año siguiente interpretas a Rodolfa Patiño en “Aquelarre”, una teleserie en donde muchas actrices pudieron realizar importantes propuestas para sus personajes, como Ximena Rivas y sus rimas, Paola Volpato y su defecto al caminar…
Es que ésa es una teleserie extraordinaria por la historia en sí. “Aquelarre” era una historia de mucha creatividad con personajes muy bien delineados, con mucha fantasía y con esta historia inspirada en La Casa de Bernarda Alba de García Lorca, era increíble. Ahí recuerdo muy bien como se iban escribiendo los capítulos, estábamos al aire cuando se estaba escribiendo y grabando la teleserie. Entonces eso iba un poquito moldeando ciertas historias, creo yo, y sacándole partido a los personajes que se construyeron en un elenco extraordinario, que fue muy bien dibujado. Desde el vestuario hasta el más mínimo detalle. Yo fui construyendo a Rodolfa Patiño. Por ejemplo, lo que hacía con su pelo cuando se ponía nerviosa lo inventé yo. Esos rulos, que todavía no se usaban en esa época, y los colores de los vestidos, le daban un toque de muñeca. La historia permitía que los actores pudieran aportar porque el pueblo era muy como “Macondo”.
Las peleas que tenías con Claudia Burr, Eduarda en la teleserie, eran bastante graciosas…
Lo que más hacemos los actores cuando estamos en el set en este tipo de producciones es reírnos. No sé si la gente se lo podrá imaginar, pero nos reímos mucho. Cuando son series muy duras también nos reímos para sobrellevar todo y cuando es comedia ya se desatan las risas. Además, se crean muy bonitas amistades en los meses que se están haciendo esos trabajos.
En el año 2014 vuelves a las teleseries con “Vuelve Temprano”, luego de 14 años de haber hecho tu última producción “Santo Ladrón”. ¿Cómo encontraste a la industria en este regreso?
Muy cambiado y he visto grandes cambios desde “Vuelve Temprano”, sobre todo en el nivel de producción. Yo llegué a TVN aún en la época de gloria antes del desplome. Fue sorprendente porque era mucho más profesionalizado. Yo llegué a las nocturnas, que nunca antes había hecho, que son historias para adultos. Entonces, es muy distinto el género. Muy diferente. Para mí fue bueno, porque después de tantos años fue como volver a aprender a andar en bicicleta. No es lo mismo estar tantos años estar fuera del oficio. Para mí no fue tan sencillo retomar. Es como un pianista que no practica todos los días, después de diez años, no va a tocar igual de bien. Yo me sentía bastante desafinada en ese sentido, porque en esos años estuve viviendo fuera de Chile haciendo otro trabajo que tenía que ver con la gestión cultural. Entonces “Vuelve Temprano” y “La Poseída” fueron dos lindas oportunidades. Me gustaba mucho que “la Poseída” fuera de época y porque tenía un personaje muy distinto a mí. Entonces eso era desafiante. Era una mujer maltratada, golpeada muy seca, católica y de pocas palabras.
En Mega hiciste “Perdona Nuestros Pecados”, una teleserie bastante larga. Estuvieron mas de un año en pantalla…
Fue a-go-ta-dor y muy exigente. Son muchas horas de grabación y después hay que llegar a estudiar. Es desgastante. Pero era una historia increíble y maravillosa y yo la gocé muchísimo. Además, a mí me encantan las teleseries de época. Me encanta “disfrazarme”. Cuando haces teleseries contemporáneas es todo muy convencional. En cambio, cuando son de época o de fantasías puedes jugar más y volver todo mas teatral. Eso lo hace mas divertido para nosotros, para mí al menos.
Ahora estás en el elenco de la nueva teleserie nocturna de Mega…
Habíamos empezado el registro cuando empezó todo esto de la pandemia, así que estamos muy preocupados y atentos. Estamos leyendo capítulos. Habíamos agarrado un ritmo ya, siempre es difícil empezar un personaje. No es fácil. Habíamos empezado con un nuevo elenco con una historia compleja. Pero bueno, aquí estamos esperando que salgamos de esto rápidamente.
Luego de 21 años, TVN volvió a emitir “Aquelarre”. ¿Eres de revisar tus trabajos de TV por pantalla o por otras plataformas?
A veces me mandan algunas escenas de estas teleseries por las redes sociales y me ha dado mucha alegría. Mi madre, que está con Alzheimer, a veces se sienta a ver “Sucupira” o “Aquelarre” y eso la alegra y la reconecta con muchas cosas, porque yo creo que estas producciones son parte de nuestro patrimonio cultural. Están como enraizadas en nuestros corazones. Años atrás, yo asistí a un seminario en Madrid que se llamaba “Telenovelas: cultura sentimental de América Latina” y me pareció muy acertado ese título para describir a las teleseries.
Patricia, hay muchas personas que se están repitiendo por Youtube las teleseries en las que has participado. ¿Qué te parece?
Yo soy una agradecida de este fervor y del placer con el que la gente nos sigue, se repiten estas historias tan entrañables, que me da mucho placer ver las escenas cuando me las reenvían. Siento que esto es parte de nuestra cultura, que ya volveremos y que nos sigan viendo. Porque, de alguna forma, la ficción nacional es un reflejo de la comunidad. En ese sentido, siempre hay algo en que la ficción hace de canal para las inquietudes y lo que esta pasando en las calles. Aunque parezca a veces muy ficcionado, pero no es así y la gente lo sabe.