En estos últimos dos años el mundo evangélico ha adquirido un inusitado atractivo para la TV abierta. Hemos tenido: el fenómeno humorístico de “Las Iluminadas”; la renuncia de Patricio Frez al “Buenos Días a Todos” para transformarse en pastor, y ahora último los intentos desesperados de Evelyn Matthei por captar el “voto evangélico” para la reciente segunda vuelta presidencial, que al final no dio ni para volador de luces.
Estos temas han dado pábulo para que programas como “Mañaneros”, “Intrusos”, “Primer Plano”, “SAV”, “Mentiras Verdaderas”, “Alfombra Roja Prime” y especialmente “#Vigilantes” le hayan dado tribuna a pastores para que “intercambien opiniones” con otros panelistas…..o al menos uno supone ingenuamente que es así.
Lo que hemos visto la mayor parte de las veces son personajes freaks, duros de mente o derechamente limítrofes con investidura de pastor que, armados con una Biblia, disparan versículos como si fueran misiles, y descalifican agresivamente a quien ose discrepar de ellos e incluso cuestionarlos. Esto llegó a extremos hace poco por el ataque cobarde del “pastor” Javier Soto a José Miguel Villouta.
El panelista de “Intrusos” y “#Vigilantes” no se merece sufrir una encerrona como esa, y no solamente por dignidad y respeto. A pesar de su condición abiertamente homosexual y de manifestar activamente sus posturas a favor de las banderas de luchas del mundo gay, Villouta ha dictado cátedras magistrales de diplomacia, respeto y tolerancia cada vez que ha tenido que vérselas con pastores evangélicos para los cuales la gente como él es la escoria de la humanidad y está irremediablemente condenada al infierno. Si ser cristiano es actuar como Cristo lo haría, entonces Villouta ha sido mucho más “cristiano” que los pastores que lo han atacado.
Los primeros asomos de estos particulares “guías espirituales” se remontan al 2012, en pleno auge de “Las Iluminadas”. Empezaron a desfilar por los programas de farándula “pastores” que hicieron gala de nulo manejo en medios de comunicación, poca capacidad de diálogo y tendencia compulsiva a bombardear al resto de los panelistas con versículos bíblicos recitados como loro. El único que se manifestó en forma razonable fue Patricio Frez. Puedo estar o no de acuerdo con sus opiniones, pero lo reconozco como alguien sensato, respetuoso y que sabe manejarse en los medios.
El mundo evangélico y protestante es muy variopinto y heterogéneo, y sus pastores también. Existen muchos como Jonathan Muñoz, César Soto, Patricio Frez, Alfredo Cooper y Waldo Yáñez que son gente preparada (no solamente en lo intelectual o profesional), que sin renegar de sus convicciones son capaces de mantener un diálogo respetuoso y civilizado con gente que discrepa de ellos. Un ejemplo claro fue cuando Jonathan Muñoz fue invitado a “#Vigilantes”, en donde intercambió opiniones sin problemas con gays reconocidos como el propio José Miguel Villouta y el líder de la Fundación “Iguales”, Luis Larraín.
Sin embargo, existen otros que llegan a provocar vergüenza ajena, como el mismo Javier Soto, John Vera, Ricardo Cid y el inefable Hédito Espinoza. Personajes fanáticos, con mucho desplante y “buen hablamiento”, que dejan la sensación de que “Las Iluminadas” se quedaron cortas con su parodia. Más que seguidores de Cristo, parecen líderes de su “barra brava” o de su “fan club”, sin nada que envidiarles a las «Beliebers» (fanáticas de Justin Bieber). Parecen carecer de capacidad de escuchar, empatizar,abrir sus mentes a otras ideas y de debatir sin agredir a su contraparte. Usan la Biblia más como una reserva de municiones verbales que como un libro lleno de sabiduría. En algunos casos son derechamente ignorantes e intelectualmente cumas. Pretenden interpretar la Biblia cuando con suerte les alcanza para entender el Condorito. Hace algunos años se produjo un escándalo en la Iglesia Evangélica Pentecostal cuando un grupo importante de pastores fue acusado de obtener su licencia de educación media a través del cuestionable “método Reginato».
Aquí hago un paréntesis: No se trata de despreciar o desvalorizar a aquellas personas que, por diversos motivos, no tienen título universitario o ni siquiera completaron cuarto medio. No solamente merecen respeto, sino que muchos de ellos poseen la valiosa sabiduría que proporciona la escuela de la vida que le hace falta a muchos tipos llenos de doctorados pero carentes de «calle». Algunos incluso han sido líderes importantes, como el ex-presidente brasileño Lula Da Silva. El tema es que muchos de estos «pastores» ni siquiera poseen esa sabiduría de vida. Para mi y para muchos resulta impresentable tener como pastores o guías espirituales a personajes que no saben hablar; con cero cultura, capacidad de reflexión y de diálogo; que repiten versículos de la Biblia sin ton ni son, y que pueden ser bien intencionados o, en el peor de los casos, pillos de marca mayor que se aprovechan de sus incautos feligreses para llenarse los bolsillos de plata y armar su propio «paraíso en la Tierra».
Volviendo al tema central, la proliferación de pastores «jugosos» se ha dado en este último mes en el excelente programa “#Vigilantes”, de La Red. La única ocasión en que trajeron a un pastor «decente» fue la primera vez que tocaron el tema, cuando invitaron a Jonathan Muñoz. De ahí en más, han llevado a puros “pasteles” como los citados Javier Soto, John Vera y a Ricardo Cid. Ante eso, resulta inevitable preguntarse si los invitan para tener a un representante del “punto de vista evangélico”, o derechamente los llevan para que hagan el ridículo ante todo Chile como si fueran “fenómenos de circo”. Si lo que busca “#Vigilantes” es generar escándalo, polémica, rating y Trending Topics, estos payasos son evidentemente funcionales a ese objetivo. Sin embargo, eso atenta contra la posibilidad de debatir de verdad, que es lo que supuestamente busca el programa de Nicolás Copano.
En un mes de “#Vigilantes” la imagen del mundo evangélico y protestante se ha visto mil veces más mancillada que en un año de rutinas de “Las Iluminadas”. La pregunta que surge resulta evidente: si estos especímenes son los “pastores”, ¿qué se puede esperar de sus seguidores? He visto muchos posteos en foros y Twitter de evangélicos avergonzados alegando que esta gente no los representa. Está quedando la falsa imagen de que los evangélicos y protestantes somos una manga de imbéciles. Aunque aún no sea capaz de dar vuelta una elección presidencial, el mundo evangélico y protestante es un grupo importante dentro de la sociedad chilena, y como tal merece ser representado en los medios por gente seria y no por chantas a los que llevan para puro reírse de ellos.
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