El reconocido guionista realizó un recorrido por su trabajo en televisión, junto al podcast “Impacto en el Rostro” (Spotify). En la conversación, el escritor recordó “Los Títeres”, la teleserie de Canal 13 que lo inspiró a convertirse en guionista.
Además, repasó algunos de sus éxitos, fracasos y el trabajo que realizó adaptando la teleserie infantil “Floribella”. “Estos libretos eran deprimente leerlos”, recordó.
“Los Títeres” es catalogada popularmente como la mejor teleserie de todos los tiempos. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?
Absolutamente. En el año ‘84 yo tenía diez años, la vi completa y me marcó, fue como ver una película de terror. El impacto que tuvo lo comparo con “Game of Thrones” o algo así, porque en el colegio y en todas partes no se hablaba de otra cosa. Creo que “Los Títeres” no solamente tiene un elemento generacional nostálgico, sino además ha sido una teleserie que con el tiempo ha revelado sus virtudes. Hay una serie de pequeños artefactos que la convierten en la única obra maestra televisiva. Hay una dramaturgia del terror, del oscurantismo que tiene que ver mucho con la dictadura y con las clases sociales.
¿Conociste a su autor, Sergio Vodanovic?
No, no alcancé. En ese tiempo era súper chico. Y cuando comencé a trabajar en teleseries, él ya estaba al final de su carrera, y se había peleado con los canales, porque Oscar Rodríguez le había cambiado el final en una de sus teleseries. Pero sí tuve la oportunidad de comunicarme con la viuda de Vodanovic cuando Sony me pidió hacer un remake de “Los Títeres”. En ese momento, logré transmitirle a la viuda de Sergio mi admiración profunda y lo que me había marcado en términos emocionales y en términos profesionales. Esa teleserie fue el llamado para escribir ficción en TV. Y creo que muchos de mis compañeros de generación sintieron lo mismo.
“Adrenalina” fue víctima de la censura impuesta por las autoridades de Canal 13 de esa época. Varias de sus escenas fueron mutiladas o simplemente no se transmitieron en pantalla. ¿Cómo enfrentaste esta situación teniendo 22 años?
Fue una de las situaciones más desagradables que me tocó vivir como guionista. De pronto se comenzó a complejizar el trabajo de escritura porque todo era prohibido, había como una especie de muralla a lo que yo escribía. Particularmente, lo que más molestaba era la insolencia que tenían los personajes jóvenes con sus padres. Ése fue como el germen. Y de a poco ese germen empezó a contaminar toda la teleserie. Esa época estaba cerca de un concepto muy asqueroso que había con la crisis moral, cuando un cura se le ocurrió decir que la juventud sufría de esto. También recuerdo que existían los legionarios de Cristo, los principales protagonistas de las protestas en contra de la teleserie. Fue muy desagradable. Y lo enfrenté de la peor manera posible. En un momento, una periodista me pilló volando bajo y salí pelando a Canal 13. Y cuando se enteraron en el canal, la secretaria de la dirección ejecutiva me retó. Me dijo “el único que queda mal con esto eres tú”. Yo me sentí pésimo, pedí disculpas y nunca volví a hablar del tema.
“Fuera de Control” es considerada una teleserie de culto. ¿Podrías definir qué significa este concepto?
Yo soy fanático de las películas de culto, y por lo mismo yo creo que las “teleseries de culto” son un concepto un poco errado. A diferencia de las películas y los libros, las teleseries sí ocupan un momento histórico, lamentablemente, aunque no lo queramos. La teleserie es un producto, se comercia con ellas. En el caso de las teleseries, cuando no funcionan en un momento, tienen una vida útil que pueden ser hasta cinco años, hasta que se emiten por segunda vez y puedan lograr un segundo aire. En el caso de “Fuera de Control”, la primera vez fue superada por “La Fiera”, que fue una justa competencia, porque las dos teleseries cuentan historias bastante originales y novedosas para la época. Y en su retransmisión fue muy exitosa. Yo creo que en ese momento muchas personas la vieron, le dieron un segundo aire, y ahí se convirtió en una “teleserie de culto”. También creo que el concepto apunta a aquella que ofrece una segunda lectura sobre algo que permanecía oculto, como por ejemplo “La Dama del Balcón” que es la teleserie más compleja de la TV porque tiene tres tiempos narrativos y que fue censurada en la dictadura.
“Tic Tac” también es considerada como teleserie de culto. ¿Pudiste verla?
También soy espectador de teleseries. Siempre veo los primeros capítulos de todas las que se hacen. Creo que no me he perdido ningún primer capítulo, quizás me han faltado algunas, pero siempre me preocupo de estar al tanto de lo que se está haciendo. “Tic Tac” la vi y considero que es una teleserie extraordinaria. Fue una teleserie muy extraña para la época, muy rara. Esta producción demuestra mucho la personalidad de la Quena Rencoret; el riesgo, la audacia, atreverse y no contar la historia doscientas veces, porque la Quena se aburre mucho. En eso tenemos algo en común. Es muy fácil hacer lo mismo y caer en las fórmulas probadas.
En el año 2001 escribes “Piel Canela”, la producción que fue ampliamente superada por “Amores de Mercado”. ¿Qué aprendiste con este fracaso?
Aprendí que uno no tiene que meterse a contar historias que no te interesan, que no hay que quedarse callado cuando las cosas no te gustan. Aprendí que de pronto las ganas de trabajar superan la orientación que uno puede tener en algunos proyectos. Fue un periodo de profundo aprendizaje. No sólo por los resultados de audiencia, sino por todo lo ingrato que fue la situación. Obviamente, no fue la experiencia mas agradable.
En este año también muere Lucy Salgado…
Siempre le tuve mucho cariño a la Lucy, nos amamos profundamente, desde Chepa Warrington en “Adrenalina”. Yo creo que ella siempre me amó porque la Chepa fue una de las últimas veces que a ella le compraron vestuario específicamente para ese personaje. Le compraron vestidos elegantes y su personaje tenía chofer. Eso para ella era alucinante. Y era una de las actrices más simpáticas y más chispeantes que me ha tocado conocer en la vida. La Lucy tenía una velocidad para los textos que era impresionante. Pocas actrices tienen ese respeto por el texto y esa sensación de lo que es una coma o un punto y coma en un diálogo. La Lucy lo tenía. No me despedí de ella personalmente en ese momento, pero le escribí un texto en El Mercurio que se llamaba “La sonrisa de Lucy”. Yo creo que se fue muy pronto, yo creo que tenía muchísimo más que ofrecernos.
La teleserie “Machos” la escribiste con tus amigos Sebastián Arrau y Coca Gómez. ¿Fue muy difícil desarrollarla sin tener un jefe de guión?
Fue muy complicado. Yo adoro a la Coca y al Seba, pero no fue fácil porque no había una cabeza de equipo. A medida que iba pasando el tiempo cada uno íbamos tomando las riendas por una razón absolutamente metodológica. Recuerdo, además, que perdíamos mucho tiempo relacionándonos con los actores y con producción. Eso nos hacía perder tiempo de escritura. Yo he aprendido con el tiempo a valorar mucho el tiempo de escritura. Creo que se pierde muchas horas hombre hablando siempre de lo mismo o cimentando el terreno para poder escribir una escaleta, un capítulo. Hay mucho miedo de parte de los ejecutivos. Esa necesidad de reunirse como para hablar de los proyectos yo creo que atenta en contra de los relatos, se le quita espontaneidad, le quita emoción.
¿Cuántos capítulos debería tener una teleserie idealmente?
Para que sea una joya, sesenta. Con eso yo quedo feliz. Más capítulos es echarle más agua a la sopa. Pero depende de la historia, también. Por ejemplo, “Perdona Nuestros Pecados” es una teleserie que podría haber durado 120 o 180 capítulos. Es una saga familiar, se podían sumar personajes. Pero cuando son historias policiales, que específicamente responden a una pregunta, como “Dónde está Elisa?” es más complejo, porque la verosimilitud se empieza a arrancar a ratos, pero sesenta capítulos es una buena cifra como para una teleserie estándar. No estoy hablando de “Perdona Nuestros Pecados” o “Verdades Ocultas”, pero sí una teleserie más “simple”.
El año 2004 te cambias a TVN y escribes “Destinos Cruzados”. En ese mismo año debutan las teleseries nocturnas con “Ídolos”…
En su momento cuando vi “Ídolos” me pareció un poco desconcertante, pero hace poco vi sus primeros capítulos, con otra mirada, y me pareció interesante como punto de partida de lo que fue el formato. Una teleserie súper atrevida, súper oscura, mucho más oscura probablemente que las que me tocó hacer a mí más adelante. Una narración mucho más cercana a la serie. Yo no sé cómo es “Ídolos” en su totalidad, pero el arranque fue bien interesante.
Los protagonistas de “Destinos Cruzados”, Daniel y Laura no se quedan juntos, al igual que muchas otras parejas principales en tus teleseries…
Siempre he arrancado de los finales rosas. Conozco otros colegas que también tienen como esa intención de violar el género de la telenovela y transgredir de una manera respetuosa. Siempre me acuerdo cuando era chico, me molestaban mucho los finales felices, con matrimonios cuádruples o los nacimientos múltiples. Toda esa simultaneidad de felicidad me parecía como un simulacro de lo real y no me gustaba, me distanciaba absolutamente del contexto, Pero sin duda, un final feliz bien contado puede ser igual de potente que un final más realista o un final más oscuro o más sangriento, como ha ocurrido en algunas teleseries.
En el 2005 escribes tu última teleserie en tono de comedia, “Versus”. ¿Te gustaría volver al género?
Sí me gustaría, lo que pasa es que la comedia más que necesitar un gran cerebro o buenas tallas o situaciones divertidas, yo creo que tiene un concepto de velocidad. Volvemos a Lucy Salgado. La velocidad de la comedia es clave y eso es lo que hay que entrenar. Pero además de saber escribir comedia también tenemos que saber dirigir y actuarla. Yo creo que no es tan sencillo. Me gustaría, creo que es un desafío y sobre todo en estos tiempos. ¿De qué nos podríamos reír? Eso es lo más interesante de responder.
¿Por qué no te gusta hablar del trabajo de adaptación que hiciste en “Floribella”?
(Ríe) No es que no me guste hablar de “Floribella”, me da risa hablar de ella, la verdad. Fue una situación muy extraña porque teníamos un equipo de lujo. Imagínate, estaba Nona Fernández, Hugo Morales y Josefina Fernández. Teníamos un equipo perfecto, íbamos en el capítulo tres de una teleserie maravillosa, que iba a hacer poco menos un suceso, que iba a parar la ciudad. Y de repente nos dicen, “equipo, esta historia no va y tienen que hacer la adaptación de esta teleserie argentina”. Y yo como que no lo dimensioné hasta que empecé a leer los textos de “Floribella”, que eran repugnantes. O sea, yo no me creo el mejor guionista del mundo ni soy el mejor escritor sobre la Tierra, pero me preocupo de entregar libretos que sean bien escritos, que tengan cierto sentido y que no tengan errores ortográficos. Yo soy súper maniático con la ortografía. Es lo único que no perdono en un guionista que tenga mala ortografía, es matapasiones. Y estos libretos eran deprimente leerlos, la verdad. Y tenía esta cosa que tienen las tiras argentinas que entran y salen personajes todo el tiempo. Entonces adaptarlo fue una pesadilla. En algún momento le agarramos la mano, pero éramos cuatro personas para adaptar un texto. Entonces era bien especial el trabajo.
Antes de realizar la adaptación de “Floribella”, ustedes estaban preparando una historia que se ambientaba en un centro de sky…
Era rarísimo. Yo nunca me había subido a un par de sky en mi vida. Y para escribir esta historia había que sentir el rollo de la nieve. Pero yo decía, si pude escribir “Playa Salvaje” sin haber surfeado, perfectamente podré escribir esta otra. Y empezamos a hacerla. Y era pésima. Era horriblemente mala. Tenía cosas bonitas de producción como, por ejemplo, la primera escena del primer capítulo partía con Ángela Contreras y Álvaro Rudolphy bajando por una montaña, esquiando con unas velas de noche. Una cuestión que sólo se podía en esos tiempos. Pero era todo inexplicable, había personajes medios místicos. Recuerdo que sólo llegamos al capítulo tres, tampoco alcanzamos a desarrollarla mucho, pero al final extrañamente enganché con “Floribella” porque tenía toda una cosa musical y terminé cantando las canciones igual. (Ríe)
Y de esta teleserie infantil, pasas a tu primera teleserie nocturna, “Alguien Te Mira”. ¿Le habías echado el ojo al horario?
Me habían hecho alguna propuesta en algún momento. «Algún día haremos una nocturna». Solamente eso. Pero cuando llegó la oportunidad fue como ¡¿qué hacemos?! Estábamos almorzando con la Quena, en ese tiempo estaba de moda el carnicero de Milwaukee, que era un caníbal que se comía a sus víctimas. Ése era el punto de partida de la historia. ¡Hagamos una teleserie de un caníbal, en Santiago de Chile! O sea, era como si me hubieses dado un regalo. De todas las teleseries que hice en TVN, más que “¿Donde está Elisa?”, ésa es mi favorita, lejos.
¿Qué le faltó a “¿Dónde Está Elisa?” para ser tu favorita?
“¿Dónde Está Elisa?” me cambió absolutamente el panorama, fue un exitazo y me encanta, le tengo mucho cariño, y hasta el día de hoy sigo comiendo gracias a esa teleserie. Pero “Alguien Te Mira” era más corta. Igual tuvo cosas no tan buenas. Al comienzo partimos con mucha dificultad porque los primeros capítulos tienen unos componentes de comedia que son insoportables. Francisca Imboden y Claudio Arrendondo estuvieron súper bien, pero eran personajes de otra teleserie. Pero había que ir de a poco con el tema de la violencia, todavía había inseguridad. Desde el capítulo 20, la teleserie se comienza a contar como se debía haber contado desde un comienzo. Pero lo mejor fue su duración; era muy corta, tenía 57 capítulos escritos.
Paola Volpato se enojó cuando la mataron a mitad de la teleserie…
Ella siempre reta (ríe) Sí me acuerdo. Cuando Paola se enteró que se tenía que morir, se enojó muchísimo. Pero luego se dio cuenta que era un gran vuelco para la historia. La interpretación que hizo de su muerte es recordada hasta el día de hoy como una de las escenas más dolorosas y chocantes de las teleseries.
¿Cómo recuerdas su interpretación como Consuelo Domínguez?
Increíble, me saco el sombrero por ella. Entendió inmediatamente quien era Consuelo, de dónde venía. Ella en “Versus” había hecho un personaje que era terrible. Era la secretaria de Katyna Huberman, un personajillo. Era muy ingrato verla en un personaje así, y sin duda ella lo hizo increíble, lo cual sirvió para llevarla a este personaje. Para ella nunca hay personajes pequeños. Siempre está atravesando estados distintos. Y en el caso de Consuelo lo más hermoso que tenía era cuando se hacía la dulce. Cuando hablaba con dulzura. Era Consuelo Domínguez interpretando a este personaje y actuando frente a su familia.
¿Tuviste algún miedo con “Conde Vrolok”?
No, porque veníamos de “¿Dónde Está Elisa?”, había un cierto triunfalismo sobre lo que podíamos o no podíamos hacer. Tuvimos rienda suelta para hacer muchas locuras. Yo creo que de las libertades que he tenido, en “Vrolok” fue en donde pudimos jugar más, jugamos muchísimo con la época, con los géneros. Había de todo en esa teleserie. No sólo de perversiones o cosas oscuras, sino que también había ciertos tipos de vampiros. Pudimos jugar con la historia del vampirismo de una manera más profunda, teníamos distintas variaciones sobre el tema y eso fue entretenido de desarrollar.
Era la primera vez que le escribías a Claudia Di Girolamo en una teleserie…
Maravillosa, increíble Helena. Era muy entretenido escribirle las escenas. Había cierta teatralidad en todos los personajes. Y eso también se agradecía. Además de tener unos sets alucinantes. Había toda una espectacularidad en ese momento en TVN que permitió que esta teleserie fuera visualmente muy atractiva. Por lo menos en los primeros capítulos, que es cuando se concentran los recursos más impactantes. Claudia llenaba la pantalla en “Vrolok”. Lo que más me gustaba de esa teleserie es que era imposible de encasillarla. No había triángulo amoroso, no había como decir “ah, ésta es la pareja romántica”. Había una libertad absoluta como para romper estos arquetipos que hay en las teleseries, que a mí me parecen muy aburridos, porque se convierten en historias muy rutinarias. A veces es posible hacer estas cosas más lúdicas.
¿Y te gustó el pueblo de Santa Bárbara?
No quedó tan bueno como quedó la casa del conde. El problema del pueblo es que no era muy practicable, era solamente los frontis. Sólo la iglesia que había ahí lo era. Recuerdo que ahí filmé mi película «Baby Shower» al mismo tiempo que estaban haciendo “Vrolok”. Pero, siguiendo con el pueblo, era una ciudad escenográfica muy incipiente. Y desde el guion, Santa Bárbara era un pueblo muy salvaje, con un clima muy terrible, donde llovía muchísimo. Pero eso no se vio en pantalla, porque era muy difícil de producir y de lograr.
¿Viviste algún duelo al abandonar TVN luego de “Reserva de Familia”?
Como guionista siento más cariño con las personas que con los canales. Soy muy camiseteado por los proyectos, pero con las instituciones tengo cierto reparo. Hasta con “Floribella” me camisetée en su momento. Después de “Reserva de Familia” no me dio pena dejar el canal porque aún no llegaba el desastre, aunque ya se olía algo terrible. Pero me fui a hacer una teleserie a Telemundo, entonces tenía la cabeza en otro lado. Pero cuando se fue la Quena me di cuenta que la situación no pintaba para nada bien.
¿Y qué piensas sobre el cierre del área dramática de TVN?
Es muy inquietante la sensación, principalmente porque yo sentía que el trabajo que se hacía en TVN era de un equipo muy afiatado, era un equipo que se merecía ir teniendo cada vez mas posibilidades de manejar otros horarios o de ampliar las producciones, escribir más teleseries. Todo empezó a ser más acotado. Hasta que se produjo la debacle muy decepcionante porque es algo que yo en lo personal no pensé que iba a ocurrir. Esa área dramática es parte de la historia de la televisión y aunque las personas se muevan de canal, no es lo mismo, no funciona de la misma manera. Se dio en un momento histórico, algunas teleseries lograron calar muy hondo en la gente. No se si eso se repita, no se si volverán a ser vistas de la misma manera como se veían en ese momento.
Estás escribiendo la nueva teleserie nocturna para Mega. ¿Cómo evalúas este trabajo?
Estoy muy contento con la historia, el equipo con el que estamos trabajando es espectacular, es una historia muy intensa, muy recargada. Tiene unos personajes entrañables para bien y para mal. Creo que se vislumbra bastante buena la teleserie. Hemos grabado muy poco, se tuvo que parar por la pandemia y no estoy seguro de cuándo se va a retomar. Sé que los actores siguen leyendo y siguen trabajando. Escribo la teleserie junto a Josefina Fernández, Mauricio López, Fernanda Lerna y Simón Soto. Actualmente seguimos desarrollándola, vamos a terminar en agosto. Qué mas te puedo decir… sólo que es una teleserie bien interesante.