Si hay algo que reconocerle plenamente a Drake, es la capacidad de, tras ya tres trabajos, encontrar un estilo reconocible. El rap actual tiene cuatro aristas: la experimentación comandada por Kanye West, los golpes con más forma que fondo de gente como Jay-Z (que está invitado en este disco) o Eminem, el indie-rap con alcances desde Danny Brown a Earl Sweatshirt, y esta transición al R&B, comandada con éxito por Drake. Si en Take Care, el MC al fin se había ganado el respeto de sus pares, con un disco personal y que abrió en profundidad la corriente que les señalé, Nothing Was The Same, es la consolidación de todo ese logro.
Ayuda harto que el disco tenga transiciones limpias de canción a canción, porque el rap que acá encontramos es más orientado hacia el pop, y si bien a ratos utiliza mucho recurso estilístico de ese género, en desmedro de la rima y el verso como elemento central de todas las canciones, ayuda mucho a no hacerlo un LP monótono. Es este estilo ya patentado por Drake, el que lo acerca, además, a la aceptación general, puesto que este disco ya cuenta con dos singles Top 10 en el conteo del Billboard, y seguramente en esta semana de arranque venderá, y mucho.
El principal fuerte del álbum, además del señalado estilo personalizado, también va en las líricas. No digamos que Drake es un MC con amplio torrente de registros y formas líricas, además de poseer enormes cualidades técnicas para rapear, pero se defiende, y harto. Y la exploración de este disco, en cuánto a la vida del que fuese actor de Degrassi, se enfoca en tres elementos importantes. Su familia, sus relaciones amorosas y su actual posición en el rap e, incluso, la industria de la música como tal.
Se puede percibir ciertos temores de Drake acá. Cómo Kanye. Lo que los une a ambos, es la capacidad de exhibir sus defectos con total franqueza. La diferencia, es que Aubrey es alguien más dramático para ello, West es mucho más confrontacional para exhibirse como ser humano. Sin embargo, el intérprete de “Take Care”, al otorgar ese dramatismo, también le da momentos de reflexión, no transformándose en un Lana Del Rey del rap. No son lamentos y observaciones al aire, están respaldadas con todo un concepto.
El trabajo además se da maña de generar cruces de género, otorgándonos cierto aire del R&B noventero y acústico con “Too much”, pero descifrado a códigos del hip-hop actual. O la maravillosa “Hold on (We’re going home)”, un R&B dulce de clara referencia ochentera, que es una de las mejores canciones del género en los últimos años, junto con “Adorn” de Miguel, o “Losing You” de Solange. Acá van pasando también evocaciones de rap más moderno, como el beat de “Started From the bottom”, o retrocesos generacionales al samplear a los Wu-Tang Clan en “Wu-Tang Forever”.
Se le solía mirar algo “a huevo”, pero Drake es sin duda un MC y cantante de R&B que sabe manejar bien sus recursos, explotándolos hacia una dirección adecuada y con el enfoque preciso para intermediarse entre el Hip-Hop, el R&B en sus diferentes etapas, y el Pop ochentero. Este disco, líricamente es prueba fidedigna de cómo se manejan las relaciones personales hoy en día, y quizá por ello es que Aubrey Graham tiene tanto éxito, puesto que en algún momento puede identificarte plenamente. Después de todo, es otro ser humano dentro del planeta, con la única diferencia de que su vía de escape es justamente la que a ratos, le trae problemas, o sea, el ser rapero. La gran duda radica, en si después de este trabajo, sabrá reinventarse, o se entrampará en el mismo estilo. Veremos, ahora sólo queda disfrutar de una propuesta algo sobrecargada, pero que cada vez toma más peso e impronta.
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