A tres largos años del exitoso y manoseado Sin Restricciones (2004), Miranda! lanza su tercer disco.
A tres largos años del exitoso y manoseado Sin restricciones (2004), el 8 de Mayo pasado fue lanzado el tercer álbum de estudio del grupo argentino Miranda!, El Disco de tu Corazón. Hoy la banda de Alejandro Sergi (voz y teclados), Juliana Gattas (segunda voz), Lolo Fuentes (guitarras), Nicolás Grimaldi (bajo) y Bruno de Vinceti (programación) goza de una popularidad envidiable en toda hispanoamérica, levantando el asta de la bandera pop para invadirnos con lo que mejor saben hacer: canciones radiales que suenan como adhesivos-no-removibles-en-la-frente para explotar una fórmula que no tiene intenciones de caducar.
Referirse a Miranda! es hablar de un contagioso pop básico y pringoso que de tanto cautivar, termina saturando. Exactamente eso fue lo que pasó con sus dos discos anteriores, Sin Restricciones (2004) y Es mentira (2001). A fin de cuentas el pop de Miranda! es un delicatessen que tiene fecha de vencimiento, que es intenso, y por pasajes lleno de genialidad, pero que decae rápidamente. De alguna manera, Miranda! está condenado a ser masivo, plástico, deslumbrante pero desechable.
En El disco de tu Corazón, el ambiente festivo, bailable, de canturreo, es el telón de fondo para contar quejumbrosas historias de amor, conflictos preadolescentes que hablan de despecho, decepción y tristeza con el beat retumbando y la frívola ironía a flor de piel en un carnaval de ambigüedad y divertimento melodramático que se subraya como sello característico de la banda.
Al igual que en sus discos anteriores, la calidad compositiva está intacta, quizás un poco más delicada y suavizada, pero igual de punzante y efectiva en las mejores frases que el pop argentino pueda entregar (Soy un timador que se disfraza de señor / piensa mal de mí / pero yo lo hago por amor – Tengo un sentimiento que me nace adentro / tengo que probarte que en verdad ya no te miento). ¿Podría haber un mensaje de Messenger mejor que ése?
La voz de Sergi nunca sonó tan bien y la mejora en una elaborada capa de voces es un avance indiscutible sobre sus predecesores trabajos de estudio. El falsete sube y frasea con seguridad acoplándose perfectamente a Juliana, con quien juega, habla, y se hace rutilante en doce canciones que no tienen más que confirmar el indiscutible ingenio y talento de Miranda!.
“Prisionero” el primer single del disco, con la ayuda –en la partida- del sampler “I feel Love” de Donna Summer y un guiño al grupo ochenteno Virus, es la excusa perfecta para dar rienda suelta a la más alocada tormenta amorosa en medio de luces estroboscópicas, humo y un par 56. El grupo se deja acompañar por uno de los personajes más emblemáticos del tecnopop hispano: Alaska, en la que debe ser la conjunción pop divina más impresionante y obnubilante de todo el disco. “Vete de aquí”, una venenosa y rencorosa joya que invita a bailar sin importar el dolor. En contraposición, Julieta Venegas participa en una de las más románticas canciones del disco. A ritmo de cumbia-sound, “Perfecta” suena como ese hit meloso indispensable en un disco de Miranda! y a la vez denota una interesante apertura dentro del limitado abanico electropop del grupo. Ambas colaboraciones hacen del álbum un chicle del que cuesta deshacerse.
Hay canciones que inevitablemente evocan aquel notable disco de tecnopop de principio de los 90, Corazones de Los Prisioneros, que entrelaza la precariedad sonora del género en una fiesta sin invitación al dance de beats y lamentos por quiebres y reencuentros amorosos en letras magistrales. “No me celes” es un brillante reproche al inherente conflicto entre parejas (Una cosa es el amor / pero otra cosa es la obsesión / y juntas no se llevan bien / aunque te cueste creerlo), y “Déjame” tiene uno de los estribillos más pegotes que contiene el disco, y de seguro postula a ser un single radial. Para ser preciso, los doce temas son candidatos a hits radiales, seguro.
El lado más tranquilo llega con “Hasta hoy”, una preciosa melodía que rememora una declaración de amor que habla de reconciliación. “Nada es igual” que es todo luz, sol y falso disimulo optimista de “rutinario devenir”, y “Voces”, que cierra el disco, se luce en matices vocales y deja una de las líneas más notables del todo el álbum (Como quisiera que no / no me afectara el vicio del drama / suelo tentarme y caer / que encantador sumergirme en silencio)
Miranda! provoca esa insana adicción de la que ellos mismos ironizan, y con la que juegan en la carátula y caja del disco como si se tratara de una deliciosa chatarra, de un simpe Big Mac.
El Disco de tu corazón es la muestra del mejor electropop que puede exportar Sudamérica, ese que te infecta y te da placer como la mejor de las drogas, pero que tiene un efecto muy corto. Si seguimos el ciclo, habrá que esperar otros tres años para tener una nueva entrega de los consagrados maestros del pop argentino, rupturistas a toda esa tradición rockera del mundo de Charly y compañía.