Mega no para de gozar. Su notable éxito en el cada vez más alicaído mercado televisivo lo ha transformado en un imán que atrae a sus filas a actores de teleseries. Mientras en los demás canales las áreas dramáticas desfallecen o se sostiene a duras penas, Mega está recibiendo nuevos rostros a raudales, incluyendo a actores históricamente ligados a otros canales, como Sigrid Alegría (Canal 13), Francisco Melo, Paola Volpato, Jorge Zabaleta y Alvaro Rudolphy (TVN). Se está configurando un escenario particular, donde la mayor parte de los “pesos pesados” de la actuación están en un solo canal, mientras que el resto se ve claramente despotenciado. Mega está formando un “Dream Team actoral” que, si sabe administrar bien, podría darle muchos réditos.
¿Se puede culpar a los actores por querer irse al lugar donde lo que sea que transmitan se transforma en fenómeno de rating? Por supuesto que no. Como cualquier profesional, su obligación es velar primero que todo por sus propios intereses. ¿Fidelidad a sus canales de siempre? Si ellos no se iban, tarde o temprano los echarían por no dar rating. Ya se ha visto que ni el pasado glorioso ni los años de entrega por la empresa garantizan continuidad. A la primera de cambio, te cortan sin misericordia, y si no me creen pregúntenle a gente como Scarleth Cárdenas o Felipe Vidal.
Mega acapara rating, auspicios y actores por una razón simple: están haciendo las cosas bien, mientras el resto da puros palos de ciego. Da la impresión que todos los tipos que saben de TV en Chile están en el canal de Vicuña Mackenna. Su dueño, Carlos Heller (el mismo que paradójicamente es dueño de la “U” y le pasó torpemente el plantel más poderoso de Chile a un entrenador novato que lo tiene peleando el descenso) ha tenido el ojo de rodearse de gente conocedora de la industria y que sabe leer la realidad, como María Eugenia Rencoret y Patricio Hernández. Además, aprovecharon el inesperado boom de las telenovelas turcas para afirmar el resto de la parrilla. El departamento de prensa subió de categoría; barrieron con la herencia conservadora mojigata de la época de Ricardo Claro; el matinal “Mucho Gusto” pasó de dar lástima a ser el líder en su horario; ganaron la licitación para transmitir las clasificatorias sudamericanas para Rusia 2018; acertaron con “Volverías con tu ex” y “The Switch”; crearon teleseries efectivas en rating como “Pituca Sin Lucas”, “Papá a la Deriva, “Eres mi tesoro” y ahora “Pobre Gallo”; y mantuvieron el insumergible fenómeno de “Morandé con Compañía”.
¿Tendrá esto consecuencias a futuro para las fuentes de trabajo de los actores? ¿Qué pasará el día en que las teleseries ya no le reditúen a Mega y tenga que deshacerse contractualmente de ellos? ¿Existirán áreas dramáticas en otros canales que puedan recibirlos? ¿Tendrán que reinventarse como comediantes de stand-up, como hicieron algunos hace poco?
El tema aquí no es de los actores (que velan legítimamente por sus intereses) ni de Mega (que lo ha hecho todo bien), sino que del resto de los canales, que necesitan urgentemente reforzar sus cuerpos directivos con gente con sentido común, que sepa de TV, que respete a los televidentes y que lea bien el escenario actual.