La intérprete de la villana Isabel Quiroga en la exitosa teleserie de Mega, fue la más reciente invitada en «Modo Teleseries», el primer programa dedicado a la ficción chilena.
Sus inicios en la TV con «Perdona Nuestros Pecados», su paso a ser heroína en «Juegos de Poder» y otros proyectos, fueron el foco central de la reciente entrevista de la actriz Alejandra Araya en el programa online «Modo Teleseries».
¿Cómo has vivido esta pandemia?
Ha sido compleja en cuanto a que el mundo de la cultura está bastante detenido desde octubre del año pasado, y se agudiza con la pandemia. A las salas que ya no podían abrir después del estallido social, con la pandemia se sumaron muchas más. Casi todo el mundo teatral está súper detenido. En ese sentido, muchos proyectos de teatro presencial que tenía, se cayeron. Uno de ellos lo pude revivir y hacer online, que es la obra “Operación Pacífico”, pero en el fondo, todo el mundo del teatro está detenido. Yo estaba grabando también, y todo eso se detuvo porque esta carrera es fundamentalmente presencial, entonces ha sido muy difícil de estar en esta situación. El mundo de la cultura es el primero que cae y el último que se levanta. El teatro online, que ha sido una nueva modalidad que ha surgido en pandemia, también ha permitido que éste se pueda mantener un poquito vivo, repensado obviamente. Yo me sumé a dos proyectos online, “Operación Pacífico” y otro con Teatro Ictus, pero mi vida pandémica ha sido con mi familia, trabajando en la farmacia de mi papá. Me fui a trabajar allá estos meses.
Tu último proyecto televisivo fue la teleserie nocturna “Juegos de Poder”, en Mega. ¿Qué recuerdos guardas de esa experiencia?
Esa experiencia yo la podría resumir con una palabra: risas. Lo pasé demasiado bien, me reí como no me había reído en mi vida, Jorge (Zabaleta) es tremendamente chistoso, nos llevamos súper bien, y con mi equipo de “ratis” que siempre me acompañaban nos hicimos muy buenos amigos, hasta el día de hoy nos hablamos. Además, como era mi segunda teleserie, yo también me sentía mucho más confiada, tenía mejor relación con las cámaras, con los compañeros y con todo, me sentía mucho más segura. Ya había pasado un proceso largo con “Perdona Nuestros Pecados”, y eso hace que también uno lo disfrute mucho más. Yo en esa teleserie estaba muy observadora de todo, quería aprenderlo todo, todavía sigo aprendiendo porque me equivoco en miles de cosas, pero ya me siento mucho más en casa.
Tu personaje de Cinthya Bravo, al igual que Isabel Quiroga en “Perdona Nuestros Pecados”, tuvo un gran recibimiento por parte del público, resultando incluso ganadora en la categoría de mejor actriz en los “Premios Estrella”, organizados por Modo Teleseries…
Sí, muchísimas gracias. Yo siempre lo digo, mi paso por la TV ha sido para mí un tremendo espacio, he tenido la suerte gracias a mi carrera amada, de que me han tocado proyectos buenos, compañeros bacanes, roles diferentes, proyectos que les ha ido bien, con una historia interesante, entonces me siento súper afortunada de lo que ha sido hasta ahora mi paso por la TV. Es muy bonito obtener ese reconocimiento, porque el trabajo del actor se termina o se completa con el público, uno trabaja para que otro se sienta parte de una historia o empatice con un personaje. Cuando sucede eso, es hermoso. Ha sido maravillosa la recepción de mi trabajo. Yo soy súper obsesiva con la pega, siempre estoy buscando cómo hacerlo diferente, sentirme diferente y verme diferente, porque creo que el objetivo del actor es transformarse. Para eso uno es actor, para desarrollar roles y abordar otros personajes, otras formas. Ahí en “Juegos de Poder” trabajé con Javier Castillo, que es un ex PDI y me ayudó un montón. Lo llamaba a las dos de la mañana diciéndole que no entendía algo, y él me respondía que nos debíamos juntar, me ayudaba con las llaves, entrenábamos y sudábamos la gota gorda, porque para mí eso es. Investigar, crear, darle profundidad y sentirme diferente, así que agradecida siempre de los comentarios y la recepción de mi trabajo.
Desde Isabel a Cinthya, experimentaste un drástico cambio de tecla o registro actoral, al tratarse de personajes diametralmente opuestos. ¿Cuáles elementos de Cinthya te gustaron y cuáles no?
De las que no me gustaban, era que por causa del problema en el área afectiva por sus anteriores relaciones con violencia, era muy observadora y poco entregada, un personaje muy dañado. Creo que le faltó haber tenido más experiencias amorosas, que su relación con el fiscal Ramos (rol de Jorge Zabaleta) no haya sido tan tímida. Además de que tenía de contraparte a Ingrid Cruz con un gran personaje, entonces ella tanteaba mucho el terreno en ese aspecto. En la calle me decían “pero es que la Cinthya es tan polla, ¿por qué no se mete con el fiscal?” y yo como “de verdad que no puedo, porque tengo hacer respetar la historia». Me decían que el fiscal era tan buenmozo además, las mujeres se mueren se vuelven locas con Jorge (Zabaleta). Todos querían que resultara la relación y el personaje era muy tímido. Creo que eso le faltó, porque ella al ser una persona más racional, se validaba desde su trabajo, desde admirar a este compañero que era muy bueno en su pega y eso era su lugar de conexión. Obviamente al ser él mayor, se sentía contenida. Eso me hubiera gustado que se hubiese desarrollado más, haberse permitido como personaje “tirarse más a la piscina”. Y lo que me gustaba era algo que tengo en común con Cinthya, la obsesividad con la pega. Ella todo lo pensaba en su pega, no sé si tuve escenas en donde no estuviera trabajando, creo que una, donde estaba haciendo deporte para entrenarse, entonces era todo el rato desde la pega y eso bonito también, porque es un personaje más racional, analítico, observador y que resolvía todo. Para qué estamos con cosas, el fiscal no hacía mucho, la Cinthya lo hacía todo. Nos reíamos con Jorge (Zabaleta) de eso, porque por ejemplo en una escena de disparos y él decía “¿me están leseando que la Cinthya va a disparar? ¿por qué no me pasan una pistola para disparar?, no hago nada en esta teleserie”. Y no pues, él tenía que seguir a la Cinthya, ella es la estrella (risas). Era un personaje que a mí me gustaba mucho que fuera así, empoderado, pero todo desde su trabajo.
¿Te gustó el final de “Juegos de Poder”, criticado por ser un thriller que cerró de forma romántica?
El final fue bien criticado, para qué estamos con cosas. Mucha gente quería que estos personajes se quedaran juntos, pero también quería ver la justicia contra Mariano Beltrán (Álvaro Rudolphy), que había estado toda la teleserie creando conflictos, mintiendo y mostrando una realidad política que es parte de lo que vivimos hoy, entonces yo creo que la gente quería esa justicia. Si me preguntan como Cinthya, yo encuentro que fue un bonito final para el personaje, pero sí me hubiera gustado que abordaran más de lo que pasaba después con Mariano Beltrán, que era el foco primero y último de la teleserie.
Muy distinto al rol de Cinthya fue el de Isabel en “Perdona Nuestros Pecados”, con el que debutaste en TV y ganaste gran reconocimiento del público. ¿Cómo recuerdas esta experiencia?
Esa teleserie fue todo para mí. Ese rol ha sido el inicio de todo lo que ha sido mi actuación en TV. Entré siendo muy “pollita” y tenía terror. Cuando me dijeron que quedé fue como “bacán”, pero que actuaba con Álvaro Rudolphy y Patricia Rivadeneira y yo como “oh, ¡¿cómo se actúa en televisión y más encima con esos compañeros?!”. Uno los ve en la tele y dice que son talentosos, tremendos, todo lo bueno, y uno no sabe nada. Entrar y ver los focos, las cámaras, los equipos, los vestuarios, y yo que venía del teatro más encima. Me acuerdo que lo pasé súper mal en las lecturas, tenía tanto nervio que no podía leer. Un día estábamos en una mesa larga todos los compañeros del elenco leyendo, y yo en estado de terror. Había una acotación que decía “Isabel se ríe a carcajadas”, entonces todo el elenco se ríe y yo meto mi risa para que pase piola, muy nerviosa, y la Quena (Rencoret, directora del área dramática) dice “a ver, para, para, para… Ale, si tú te ríes así, pareces la hermanastra de la Cenicienta”. Era como de teatro infantil, mal hecho, clásico a morir, cero verdadero y todo mal. Todos mis compañeros me fueron mirando lentamente, esos segundos que pareciera que duraran horas (risas). Para mí, el inicio de “Perdona Nuestros Pecados” fue súper estresante pero Isabel Quiroga fue un proceso hermoso, esa conjunción entre el trabajo personal y el hecho de que a la gente le gustó mucho mi rol. Partió siendo un personaje secundario que sólo tenía que pelear todo el rato, pero como a la gente le empezó a gustar y empezaron a hablar de ella, le metieron mucha más historia y se transformó en lo que fue finalmente, con toda la complejidad mayor que tuvo, sus conflictos y muchas más historias. Yo lo pasé increíble, además entrar en un personaje más malo es entretenido, porque acciona todo. El bueno recibe, y el malo sólo acciona, entonces era muy entretenido grabar, con compañeros bacanes, un muy bonito proceso.
¿Cómo fue enfrentarte por primera vez a las cámaras, a la exposición pública, a la prensa, etcétera?
Mi escuela es súper teatral, o sea yo estudié en la escuela de Fernando González, de donde han salido muchos actores que se desarrollan en la televisión, pero no te pasan ningún ramo relacionado a eso. Yo creo que de la escuela salen muy buenos intérpretes, individuales, y eso ha hecho que tengan una buena entrada en el mundo de la televisión, pero no te pasan nada de eso, entonces fue un proceso entender el mundo audiovisual, y también enfrentarse a las primeras entrevistas y la exposición. Yo soy muy de buzo, tengo cuatro “pilchas”, no soy buena para la ropa, soy de salir a la calle con pantuflas y esas cosas, y de repente la gente decía “oye la niña de la tele anda con pantuflas en la calle” (risas). Es muy bonito, fue un rol que gustó mucho y los comentarios siempre fueron bonitos, en la calle nunca me trataron mal, me decían “¿usted es la loca? ¿usted es la mala?, pero cómo va a ser usted si es tan dulce”, fue muy bonito. Las redes eran sociales eran más intensas en ese sentido, me escribieron de todo, desde que me desearon la muerte hasta que me decían que nunca más apareciera en la tele, porque era lo peor que pisaba el planeta, y todo eso adornado con muchos garabatos y cosas terribles. Entendí que hay que tener una sicología igual fuerte para enfrentar eso, porque de verdad era hacia uno, no hacia el personaje. Pero fue un proceso bello, intenso, lo disfruté y aprendí muchísimo.
¿Tuviste la posibilidad de reunirte con los guionistas en la preproducción, para que te explicaran la sicología del personaje, o eso lo fuiste descubriendo sola?
Cuando te entregan un rol, viene con una mini biografía. Sus padres, su mundo, los personajes con los que se relaciona, entre otras cosas, es un Word de una página donde sale toda esa información, pero uno en el mismo guión, va descubriendo lo que va pasando. Yo trabajé de la mano de León Cohen a la Isabel, él es siquiatra y desde el inicio fue parte del equipo. Un día citaron a toda la familia Quiroga, y nos dijeron “de ahora en adelante cuando entre León, todos son sus personajes”, y yo ni siquiera sabía aún quién era la Isabel, no sabía qué hacer. Entra León, y les juró que se armó la dinámica de los Quiroga inmediatamente, o sea la Mariana (di Girolamo) muy partner de la Paty (Rivadeneira), yo partner de Álvaro (Rudolphy), él muy machista y empoderado, todas las mujeres calladas, Isabel defendiéndolo, la madre retándome, etcétera. Fue muy bonito de ver, entonces cuando ya empiezas a leer la historia y te das cuenta que hay una sicología detrás, una enfermedad siquiátrica más que una sicología, con conceptos que no manejo, el complejo de electra… era una mente que tenía problemas. Así que trabajé de la mano de León Cohen durante el proceso, y después cuando llegó la etapa del siquiátrico, donde yo buscaba de dónde agarrarme para entender y sentir lo que era estar en un lugar como ese, trabajé con otra siquiatra, María Javiera Domasos. Ella me permitió vivenciar lo que es estar en instituciones que trabajan patologías de la mente, entonces fuimos para allá, obviamente con autorizaciones de la familia para poder estar mientras ellos vivían su consulta o terapia, y poder observar. Fue un proceso de aprender de estas realidades que en mi caso, no tenía cerca. “Perdona Nuestros Pecados” para mí está arriba, de los mejores recuerdos.
¿Te gustó el final que los autores le dieron a Isabel?
Pobrecita, toda la teleserie sufriendo para que la maten (risas). Es terrible lo que voy a decir, pero Isabel estuvo toda la teleserie amenazando a mucha gente, y en verdad, nunca ejecutó muchas de las amenazas que hizo. Fue como un rol de mantener muchas amenazas y no poder desarrollarlas realmente, entonces eso hubiese sido entretenido, quizás me hubiesen odiado aún más (risas). Pero pobrecita, sufrió toda la teleserie y fue la única de la familia que murió.
¿Te gustaría volver a interpretar una villana, quizás aún más psicópata e intensa que Isabel?
Me encantaría volver a hacer una villana, pero la verdad, es que ahora me gustaría hacer una comedia. Ya tuve una primera teleserie con drama, luego “Juegos de Poder” también drama, entonces me gustaría poder hacer algo más light. No es que la comedia sea light, también es súper difícil y se aborda el trabajo de actuación desde otro lado. Pero un personaje más lúdico, no tan serio ni sicólogico internamente, más juguetón y que lo pase mejor. Me han tocado dos nocturnas y dos dramas, así que no sé qué querrá el futuro ahí.
Después de dejar atrás a esta villana tan mediática en “Perdona Nuestros Pecados”, ¿tuviste miedo de ser encasillada como antagonista, y que el público no lograra diferenciarte con otro rol?
Mucho. De hecho recuerdo escenas puntuales, sobretodo escenas de rabia, donde tenía que encontrar una manera de que la rabia saliera de forma diferente que a Isabel. Al inicio de las grabaciones, me veía y reconocía a la Isabel, entonces pedía que grabáramos de nuevo pero me decían que estaba perfecta. Lo bueno que tienen las teleseries es que como tienes tantas escenas, uno puede empezar a regular, pero en las escenas que recordaba haber visto caras más parecidas a la Isabel, recibía los comentarios de la gente que la extrañaban. Menos mal se lo tomaron así, y no con mala onda contra el rol. Pero sí, tenía mucho miedo de no poder lograrlo, porque creo que el objetivo del actor es siempre hacer algo diferente, transformarse en algo diferente a lo anterior. Lo audiovisual, a diferencia del teatro, no permite un cambio tan grande. En el teatro puedes ponerte una joroba, caminar diferente, en cambio en teleseries eres tú, tratando de hacer una sicología distinta pero muy tú. En una puedes estar rubia y en la otra con pelo negro, puedes jugar desde ahí, es muy natural. Entonces claro, mi objetivo era no encasillarme en el rol de Isabel, y además tuve la suerte de que me tocó un personaje que por estructura, ya era diferente, lo cual fue muy bueno para abordar un trabajo diferente. Si me hubiese tocado hacer otra villana, ahí sí que no sé qué hubiese pasado.
Tu llegada a las teleseries se dio a través de un casting, después de participar en un taller de Moira Miller (directora de casting de Mega), según has contado. ¿Cómo fue el proceso hasta llegar a quedar con el rol de Isabel?
Yo durante un año y medio, le mandé mi currículum a Moira Miller. Grababa un corto y se lo mandaba, me sacaba unas fotos y se las mandaba, grababa un comercial y se lo mandaba, siempre actualizando. Supe que ella hacía talleres de talentos en Mega y quise participar en el casting para entrar. Ahí sale mi obsesividad, porque le mandaba y mandaba cosas, y tuve la suerte de que la gran mayoría de las veces ella me contestaba “muchas gracias y recibido”. En ese momento trabaja en Teatro Camino, y un día la veo ahí. A mí no me resulta la cuestión del lobby, así que me tuve que acercar porque era mi posibilidad. Le dije que quería estar en el casting para el taller, dijo que me ubicaba y que le escribiera a mediados de enero, porque iban a hacer un casting. Llegó la quincena de enero y a mí se me olvidó, me despierto a fin de mes cual teleserie y digo “¡no le he escrito a la Moira por el casting!». Lo hice de inmediato, y ella me responde diciendo que era el último día de casting, y que también se le había olvidado. Me aprendí la escena, llegué y la hice, no me acuerdo de qué se trataba, pero era la típica prueba en que hay que presentarse. Por ahí por marzo, me avisa la Moira que quedé en el taller. Ahí se inicia un proceso de cinco meses en el taller, de las diez de la mañana a las dos de la tarde, con distintos contenidos de los cuales se iban haciendo muestras a los ejecutivos del canal. De ese taller te daban un resultado, que podía ser “gracias por participar”, “te tenemos a la espera de algo”, o “ te vas directo a tal proyecto”, todas las posibilidades. Mi resultado del taller fue que querían trabajar conmigo en un proyecto de época, en algún momento. Al otro año, me llamaron al casting de “Perdona Nuestros Pecados” con todas las chiquillas de todos los talleres de TVN y Mega. Llegamos y teníamos que hacer tres escenas, una de la Mechita, otra de la Augusta, y otra de María Elsa que tenía un viaje emocional más grande, con Mario Horton haciendo del cura. Hicimos la escena todas las chiquillas que estábamos ahí, y como dos semanas después me llaman de nuevo, diciendo que querían probarme para el papel de Isabel Quiroga. Leí la escena y la encontré entretenida, porque había que pelear, era algo de un vestido, relacionado al matrimonio de la Isabel. Llegó el día del casting y veo que hay puras compañeras y colegas que tienen mucho más años de experiencia que yo, estaba Carmen Zabala, Mariana Derderian, Valentina Carvajal o Ingrid Insensee, entre otras, y pensé en mis posibilidades frente a mis compañeras que tenían todo lo que no tengo, la experiencia, la gente las conoce, si uno las nombras te haces una idea de la carrera. Le dije a Moira que muchas gracias, porque pensé que no había posibilidad y no tenía nada que entregar frente a mis compañeras, así que nos despedimos. A las dos semanas después me llaman y me dicen que quedé en el rol, y yo no entendía qué pasó, fue hermoso. De ahí se inició todo lo que fue “Perdona Nuestros Pecados”, todo por casting.
Antes de tus roles estables en teleseries, realizaste bolos y pequeñas apariciones en producciones como “Señores Papis” o “La Chúcara». ¿Cómo fueron esas experiencias?
Mi escuela audiovisual en la práctica, además de que tomé talleres para entender ese mundo, fueron producciones como “Lo que callamos las mujeres”, “Directo al corazón” en el matinal de Canal 13, mi bolo en “La Chúcara”, una secretaria donde llegaba Felipe Braun con Antonia Santa María, y en “Señores Papis” donde fui una abogada que trabaja con María Gracia Omegna en una escena. Esa fue mi escuela audiovisual, a raíz de eso aprendí lo que le aprendí. Con todo el miedo que llegué a “Perdona Nuestros Pecados”, igual sabía un poco por lo que hice antes. También participé en algunos cortometrajes universitarios.
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