El actor que llegó al reconocimiento público tras protagonizar la serie «Príncipes de Barrio», de Canal 13, conversó en exclusiva con Fotech.cl, entregando sus opiniones de manera detallada, tanto de su trabajo en el proyecto de Mega como en la contingencia actual del país.
¿Cómo es tu personaje en «Historias de Cuarentena», qué parte de la sociedad representa?
Es interesante. Es un estudiante universitario que vive sus días en el sur de Chile, en Aysén, región que hasta el día de hoy presenta muy pocos casos de COVID-19. En ese sentido representa una parte de la sociedad que vive su cuarentena de manera diferente a la de Santiago. Su aparición en la serie viene a ser una ayuda para su papá, que está atravesando una separación. Él, entregándole su perspectiva, le ayuda a entender de otra manera su separación: por una parte como pérdida, y por otra, como posibilidad. En este sentido, es un personaje bastante maduro para su corta edad. Me parece que la forma en que habla, da cuenta de su comprensión acerca de la complejidad de las relaciones humanas. Eso es muy bonito. Creo que los jóvenes tenemos nuevas miradas respecto de la sociedad que se ha construido y la que queremos construir. Por lo mismo, darle voz de esta manera, con dignidad y sabiduría a los personajes más jóvenes y que sean escuchados con respeto por sus mayores, es una forma de decir que esa asimetría entre el adulto y el joven puede ser cuestionada; que los jóvenes pueden y deben ser escuchados por los más viejos, porque hay muchos esquemas de relación y formas de ser que ya están obsoletas.
¿Qué tal ha sido la experiencia de trabajar desde casa?
Ha sido una experiencia nueva. Supongo que hay muchas personas que lo viven así. Agradezco poder hacerlo y agradezco que haya gente que puede hacerlo también, porque eso les da la posibilidad de cuidarse y cuidar a sus seres queridos. Sin embargo, me inquieta y me angustia saber que hay gente que no puede hacerlo y que deben salir a la calle y seguir trabajando, porque viven al día y si no trabajan sus familias no tienen que comer. Esa es una realidad. Esa es la realidad de este país. Me angustia la ineficacia de este gobierno en ese sentido. Su poca prontitud para responder a las demandas básicas de una sociedad en crisis.
¿Crees que hay un aporte en esta serie para las personas que se encuentran en cuarentena?
Sin duda. En primer lugar, me parece que la idea original es buena. En un medio que muchas veces es limitado, como la televisión, que tiene mucha menos movilidad creativa que otros formatos, esta idea da una señal de que se pueden probar siempre nuevas formas de crear. Creo que las personas que hay detrás de esto, la producción, los guionistas, les directores, han hecho un muy buen trabajo diseñando este proyecto. Por otra parte, me parece que para la gente que lo ve, el sólo hecho de ver una historia y sentirse por un segundo identificada con algo que ocurre, le da la posibilidad de sentir: “no estoy sola”. Hay alguien más que pasa por lo mismo. Es una forma de acompañarse y reflexionar en conjunto. Los guionistas en ese sentido, José Fonseca y Rodrigo Cuevas, creo que hacen un muy buen trabajo recogiendo estas historias desde la sociedad y dándoles lugar en esta ficción.
Has trabajado con grandes de la televisión en este proyecto, ¿Ha sido de ayuda para enfrentarlo?
Tengo mucho respeto y admiración por toda la gente con la que trabajo. Admiro la trayectoria de los actores y actrices viejas, porque ellas han mostrado el camino, tienen la experiencia. Trabajar con esa gente es un regalo. Pero también admiro a colegas jóvenes que tiene oficio, dedicación y rigor. Al final lo que nos une es el interés común por nuestro trabajo. Encontrarse con gente que comparte el amor por las artes escénicas, de todas las edades, en todos los lugares del mundo, es una suerte y se agradece. Hace todo más fácil y más gozoso.
Las circunstancias sociales hoy son más relevantes que nunca, ¿Consideras que el mundo artístico tiene algo que decir?
Siempre el mundo artístico tiene algo que decir frente a las crisis, porque el arte vive en crisis. Ese es el “sino” del arte; esa es su razón. Si el arte no está en crisis, no es arte. Está ahí para hacer crisis con aquello que toma. Tiene que ser urgente. Sino, no tiene ningún sentido. Y no hay que temer a las crisis. Son una posibilidad gigante. En Chile muchas veces el arte es mal visto, porque expone las crisis de la sociedad. Y en general, este país esconde sus crisis. Las camufla bajo un velo falso de bienestar y opulencia. Con el estallido social eso se acabó. Ahora la crisis pulula y burbujea por todos lados. No es que el país entró en crisis con el estallido, el país escondía una crisis y luego quedó expuesta: ya no se puede esconder. En ese sentido, creo que las y los artistas, cada cual desde su trinchera, tendrá algo que decir en este nuevo contexto. El arte, en si, debe ser libre de adoptar la forma que necesite. Las y los artistas pueden decidir cómo abordar una crisis. Todas las reflexiones enriquecerán de alguna manera el campo reflexivo común que tejemos como sociedad. El arte es una parte de la sociedad, que como toda parte de la sociedad tiene una función autónoma. Es decir, aquello que puede cambiar en el rubro del arte, los modos de producción, las formas de ser y hacer, tienen que cambiar y son parte de las reflexiones y cambios que ocurren en una crisis. El arte tiene mucho que hacer al interior de si. No es el “qué” se dice, sino el “cómo” se dice. En las artes, la forma es el contenido. El “como” se hace lo que hago es “lo que” quiero decir. Por eso, veremos muchas formas nuevas de ser y hacer. Y mira lo que provoca: el caso de Delight Lab. La forma en que deciden realizar su intervención, el lugar, el contexto, la materialidad. Y provoca una respuesta totalmente desproporcionada por una parte fascista de la sociedad: censura y amenazas. La forma, en el arte, es peligrosa, incluso más peligrosa que lo que se dice.
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