La actriz conversó con el podcast “Impacto en el Rostro” y realizó un recorrido por sus personajes más recordados en televisión. Además, la intérprete de Bernardita en “Aquelarre”, comentó algunos episodios poco agradables en su carrera televisiva, como su despido de Canal 13 luego de su separación con el director Cristián Mason y los atrasos que la dejaron fuera del elenco de Vicente Sabatini.
Por último, Maricarmen Arrigorriaga se refirió a su ex compañera de «Santoladrón», Catalina Pulido, por sus cuestionados dichos sobre Daniela Vega y la «heterofobia» en el programa «Las Indomables».
Tu debut en teleseries fue el año ’81 con “Casagrande” de Canal 13, ¿cómo llegaste a esta producción?
Llegué por Eugenio Guzmán, uno de los directores. Él fue mi maestro en la Universidad de Chile y me llamó por una cosa fortuita. La actriz que tenían para el rol se quedaba callada cuando le prendían una cámara, porque tenía crisis de pánico. Y era un personaje importante, era la antagonista. Entonces, un día me probó Eugenio y al otro ya estaba en el elenco. Y al personaje le pasó de todo, me quedé pelada, paralítica, cosas que le pasaban a las malas en teleseries antiguas. Recuerdo que tenía mucho nervio y no me daba cuenta. Prendían las cámaras, yo veía toda la cantidad de gente que había tras ella, se me subían los hombros y se me abrían los ojos. De pura tensión. Y el Lucho Alarcón, que era mi padre en la teleserie, me ayudó a relajarme.
¿Alguna vez tuviste algún prejuicio con la televisión?
La verdad es que no, pero sí hubo gente que me descalificó. Y hasta el día de hoy un poco. Hay gente que cree que hacer tele es súper fácil, pero es un trabajo como cualquier otro y tiene sus dificultades. No lo considero ni más ni menos que otro trabajo artístico.
En el ’88 fuiste la protagonista de “Semidiós” junto a Roberto Vander. ¿Qué recuerdos tienes de esta teleserie?
Muy bonitos recuerdos, pero estaba muy nerviosa. Me acuerdo que el director de esa teleserie, Óscar Rodríguez, me quería rubia y yo no. Le peleé porque no quería, hasta que me platinó hasta las sienes. Cuando ingresé aún no estaba listo el actor que iba a ser el protagonista. Yo le preguntaba a Óscar quién sería, pero ellos aún no lo tenían claro. Sólo sabían que querían traer a alguien de afuera. Y un día apareció Vander. Tuvimos muy buenas migas, él estaba más nervioso porque estaba trabajando en otro país, era otro mundo. Y lo más maravilloso que tuvimos es que viajamos. Fuimos a Miami a grabar escenas en un velero, en la noche, en la playa. Fuimos al parque acuático, lleno de loros. Fue muy lindo. Y en cuanto al guion, lo encontré muy acertado.
“El palo al gato” fue la última teleserie que hiciste en Canal 13 antes de tu cambio a TVN con “Ámame”. Es una producción que tuvo problemas de sintonía frente a “Trampas y caretas” …
Cuando nos presentaron la teleserie era muy atractiva porque se trataba de un hombre mayor, interpretado por Jaime Vadell, que tenía dos mujeres prostitutas y que se dedicaban a bailar en las noches en un club nocturno. Resulta que eso fue cercenado, toda la parte erótica fue sacada, porque era un canal católico. Entonces, producto de esta censura, aparecía este señor con plata y estas dos bailarinas, pero nadie entendía nada, el conflicto no se entendía, porque los libretos fueron enteramente cortados. Y justo en ese tiempo tuve un problema de salud, tuve un “trombo”, por problemas personales. Tuve un mes hospitalizada, enchufada en el J.J. Aguirre y recuerdo que Óscar Rodríguez me iba a visitar todos los días para ver si estaba viva. Finalmente, me tuvo que esperar, pero logré salir entera, seguimos grabando hasta poder llegar al final.
¿Recuerdas la invitación que te hizo TVN para sumarte a “Ámame”?
A mí se me cerraron las puertas del 13 porque yo me divorcié de Cristian Mason. Me fui porque se me cerraron las puertas, no porque tenía ganas de irme. No fue por lo profesional, sino porque empezó a jugar lo personal y eso lo encontré feo, la verdad. Nunca se lo dije a nadie y, aunque ya pasó la vieja y no guardo ningún rencor, sí salí trasquilada sin tener una razón de peso.
¿Crees que tu ex marido, el director Cristián Mason, tuvo algo que ver con esta salida?
No creo que haya sido él, sino el canal que privilegió quedarse con Mason antes que quedarse conmigo. Todo por un tema religioso.
En año ’97, en “Oro verde” fuiste Raquel Garay, la amante de Marcelo Romo…
Marcelo, que se le echa tanto de menos. Qué tipo más increíble, la verdad. Un hombre muy valiente, su vida fue muy dura, debido a que fue torturado en dictadura. Estaba muy bien en ese tiempo. En esa teleserie yo estaba casada con Hugo Medina y le ponía el gorro con Marcelo. Y yo me peleaba con Delfina Guzmán (ríe). Fue muy entretenida esa teleserie porque viajábamos al sur. Y viajar con actores es pura chacota. En el hotel también lo pasábamos chancho, yo tenía pieza con la Consuelo Holzapfel, que es mi amiga del alma. También recuerdo que la teleserie tenía paisajes maravillosos, en ese sentido la cámara de Vicente Sabatini era un lujo. Fue la primera vez que trabajaba con él. Fue muy exigente, muy correcto, un tipo extremadamente profesional. Fue puro aprendizaje la verdad. Al igual que Óscar Rodríguez, es uno de los pocos directores que saben dirigir actores.
¿Te hubiera gustado seguir en este elenco?
Sí, me hubiera gustado seguir, pero en ese tiempo yo era un tanto irresponsable en cuanto a los horarios. Y siento que Vicente me castigó, por eso no seguí en el elenco. Pero yo aprendí, obvio. Todo se aprende en la vida.
En el ’99 interpretaste a la matriarca de las Patiño, Bernardita Álvarez en “Aquelarre”. ¿La gente se acuerda mucho de este rol?
La gente mayor me recuerda por “Semidiós”, otros por “Matilde dedos verdes” y otros por “Aquelarre”. Y qué te puedo decir, en ese grupo de mujeres lo pasamos increíble. Fue puro gozar. Trabajamos harto, fuimos bien aperradas. Nos tocó ir a este pueblo, cerca de Santiago, en donde hacía mucho frío, que nos calaba los huesos. Pero era tan lindo lo que hacíamos, que estaba todo el mundo muy contento con nosotras.
¿Qué fue lo que más te gustó de Bernardita?
Lo que más me gustó fue que me acordaba de mi primer rol en la Escuela de la Chile, ya que mi primera práctica profesional fue “La casa de Bernarda Alba”. Ahí me tocó ser la hija menor, que se arranca con “Pepe el Romano”. En “Aquelarre” me tocaba ser la madre, la dura, la que vestía rigurosamente de negro y que lideraba este mundo de mujeres. Y fue eso lo que me gustó. Me sirvió mi voz ronca y como de mandato para el rol. Y este grupo de mujeres que me tocó eran todas adorables, la verdad. Me cautivó ese rol.
Una producción que permitió las sugerencias de muchas actrices…
Lo que pasa es que en ese tiempo había un feedback entre la dirección, los guionistas y los actores. Trabajábamos en conjunto. Y había tal buena onda que los actores y actrices nos abocamos a crear personajes inolvidables. Todos tuvieron un sello, alguna característica única. Entonces, efectivamente hubo una suerte como si uno estuviera en una obra de teatro, de tener cuidado, de resguardar nuestro mundo de creación. Había mucha escucha a toda la proposición de los actores. Yo creo que fue un momento muy grato en el sentido que había un grupo muy cohesionado. No queríamos mucho entre nosotros, y nos reíamos mucho. Tanto, que teníamos que para de grabar para dejar de reírnos. Con la cojera de Paola Volpato eran alaridos de risa. Y la Quena (Rencoret) nos retaba por reírnos tanto.
En su retransmisión, “Aquelarre” ha tenido buen rating en las tardes, a 21 años de su estreno. ¿Qué te parece?
No sabía que tenía éxito, pero me alegra mucho. Compruebo que el guión basado en una obra tan importante como es “La casa de Bernarda Alba” de Lorca, cobra vigencia hasta el día de hoy.
El personaje de Ximena Rivas, “La Poncia”, tenía una hija que se llamaba Jorja. Esta niña era finalmente hija de tu marido, Jorge Patiño. Sin embargo, este secreto nunca lo supo tu personaje. ¿Te gustó que esta historia quedara así?
Sí. O sea, la Bernarda siempre lloraba al marido, cada que vez que podía miraba al cielo y le decía que lo echaba de menos. Entonces, ella siempre lo tuvo en un pedestal, nunca lo bajó a la realidad. Y eso es porque representaba a las mujeres de otra época. Entonces, está bien que eso haya quedado silenciado desde el guión. Hoy en día una historia así sería distinta. Ella era muy católica, se golpeaba el pecho por nada, iba a la iglesia todos los días, si podía ir dos veces mucho mejor. Yo fui criada en una familia sumamente tradicional. Mi madre fue muy devota, entonces yo sabía de lo que se estaba hablando. Yo no soy religiosa, pero lo fui cuando era chica por costumbre de mi madre, así que sabía perfectamente que tecla tocar. Creo que representa a una parte de la sociedad chilena pechoña, religiosa, retrógrada, que creen que los apellidos son importantes. De derecha (ríe).
Otro de tus compañeros de elenco fue Edgardo Bruna, quien interpretaba a tu amigo Fernando Guerra…
Me acuerdo que gozó ese personaje y se le puede ver lo bien que le queda ese huaso, le sacó chispas a ese personaje. Por las tardes estoy tratando de seguirla, y cuando lo he visto se nota lo contento que estaba. Grande Edgardo, gran actor y compañero, una pena que se haya ido antes de tiempo, la verdad.
En una de las escenas de los primeros capítulos, pudimos ver a Bernardita en ropa interior, extrañando mucho a su marido. ¿Te acuerdas de esa escena?
(Ríe) ¡Se desataba en las noches, claro, se acordaba de su marido y se volvía loca! Pero se mostraba poquito. Yo le dije a la Quena (Rencoret) en su momento que le metiéramos más. Pero no quiso, decía que era suficiente.
En el año 2000 interpretaste a Elvira Amaral en “Santoladrón”, un personaje que exageraba todo…
¡La vieja copuchenta, la que andaba en busca del cahuín! Yo traté, efectivamente, de hacer una vieja copuchenta de pueblo chico. Que andaba pendiente de cualquier cosa que apareciera. Ella lo agrandaba, lo acomodaba para tener alguien a quien pelar, a quien destruir. Era una vieja maliciosa. Y con respecto al viaje que hicimos, fue entretenido ir a Caleta Tumbes, aunque también pasamos mucho frío.
¿Volviste a la caleta después del terremoto?
No, la verdad no. Pero sé que fue casi aniquilada. Una tristeza porque era de una belleza impactante. Tenía paisajes parecidos a Escocia. Unos acantilados maravillosos, una cosa muy bella. Era como entrar a otro mundo, la verdad.
En esta teleserie eras la mamá de Catalina Pulido, actriz que se encuentra en la palestra por sus dichos transfóbicos…
Wow, una palestra que no me gusta para nada. Me parece terrible, qué quieres que te diga. Yo pensé que éramos un poco más educados, que estábamos un poco más con los tiempos. Creo que toda persona puede ser lo que él o ella quiera. Por lo tanto, la libertad es para todos, no para algunos. En estos tiempos me parece pésimo que alguien se refiera en esos términos a otra persona. Y peor aún si es contra una profesional como lo es Daniela Vega. Me importa poco si Daniela es hombre o no. Si ella quiere ser mujer, es mujer y punto, se acabó. O sea, eso no está en discusión, cada uno puede ser lo que uno quiere ser.
¿Cómo era Pulido en las grabaciones de “Santoladrón”?
Ella era un poco distinta en el sentido que estaba empezando en TVN, pero yo personalmente no tuve problemas. No tuvimos conflicto, y si alguna vez hubo conflicto, yo no fui parte de él. Yo, en ese sentido, soy profesional, me dedico a mi trabajo y no suelo atacar a nadie. Y fíjate que ella me sorprende porque pensé que tenía una mente más amplia. O sea, con todo lo que ha pasado, con el estallido, con “Lastesis”, con este cambio de país que tenemos. ¿Cómo no va a tener una mente más abierta? No lo entiendo. Lo único que yo puedo llegar a entender es que ella sólo lo hace para estar en la palestra.
¿Es verdad que te ofrecieron un rol en “Amores de mercado”?
Sí, y dije que no. Soy buena para decir que no. No me acuerdo en qué estaba, la verdad, no me acuerdo el por qué. Pero sí. Me ofrecieron el rol de Loreto Valenzuela.
Teleserie que terminó siendo la más vista en la era del people meter…
¡Claro, ahí me di cuenta que me había equivocado! (Ríe). Uno se equivoca, no es infalible. Luego la vi y encontré que hizo un gran trabajo, al igual que Álvaro Rudolphy con su personaje doble. La teleserie era muy interesante.
¿Qué recuerdos tienes de “Machos”?
Me acuerdo que me llamó Herval Abreu, el director. Yo feliz dije que sí, porque no lo conocía como director, sino como ayudante de dirección junto a Oscar Rodríguez, a fines de los 80’s. Me acuerdo que mi personaje tenía dos hijas: la María José Prieto y Carolina Varleta. Lo pasábamos increíble grabando en Viña. Eso sí, a nosotras no nos pescaba nadie, porque en ese tiempo estaban todas locas por los Mercader, desde Tito Noguera hasta el último de sus hijos.
En el año 2007 interpretaste a Flora en la primera parte de la teleserie “Lola”. ¿Por qué no estuviste en su alargue?
Era una loca. Me acuerdo de los rulos, del peinado, que se demoraban horas para lograr ese look. Recuerdo que partimos como avión, yo lo estaba pasando muy bien, pero tuve un traspié. Estábamos grabando, teníamos “x” capítulos, y me dicen que la teleserie se alarga. Entonces, como se alargaba, yo pedí más sueldo, ya que les estaba yendo bien. Y varios de mis compañeros habían pedido aumento y les habían dicho que sí. Entonces fui a hablar con Verónica Saquel, la productora, y me dijo que no, que no había más plata para mí. Supongo que ella pensaba que yo le iba a decir “ok, me quedo igual”, pero no. Y me fui. Todo el mundo siguió, menos yo. Yo encontraba el colmo que todo el mundo ganara más plata, iban a alargar la teleserie porque le estaba yendo regio, pero no había más plata para mí. Y en ese momento llevaba más de 20 años en televisión, imagínate.
Lamentablemente, la gente que no lucha, no pelea, no se enfrenta, sale trasquilada. En ese sentido, los productores normalmente son muy perros, justamente porque esa es su pega, no digo que esté mal. Pero en este caso, me parecía el colmo porque mi personaje tenía mucho peso, grababa muchas escenas, no era un personaje menor. Me parecía una injusticia y ante la injusticia me rebelé.
¿Pudiste ver el trabajo que realizó Renata Bravo, la actriz que te reemplazó?
Sí, me acuerdo haberla visto en televisión y me reía sola, porque mis vestidos le llegaban más arriba de la rodilla. Ella es, por lo menos, veinte centímetros más alta que yo. Entonces me daban ataques de risa.
Finamente, volviste a TVN e hiciste “Hijos del monte”, la competencia del alargue de “Lola”…
Después que dije que no y poco menos que estaba amargada en la casa, pero convencida de que no iba agachar el moño, me llamaron de TVN y dije que sí altiro. Ahí trabajé muy de cerca con Jaime Vadell, que es un tipo muy completo, muy inteligente. Lo único que hacíamos era conversar y reírnos a gritos.
En esta teleserie te peleabas con Coca Guazzini. Y hasta terminaban dentro de una piscina…
(Ríe) Sí, me acuerdo. Hicimos muchos ensayos de esa escena porque había que filmarla una vez. Estuvimos súper concentradas, a pesar del frío que hacía, porque se grabó en invierno. Pero por suerte resultó bien a la primera.
En el 2011 te trasladas al Valle de Elqui para grabar “Su nombre es Joaquín”. Aquí interpretaste a Sonia Arce…
Tenía pieza junto a Adela y Marcela Medel, así que malito lo pasamos. Me acuerdo también que mi personaje hacía abortos a la mala. El personaje era bien oscuro, bien tenebroso en el sentido que se veía una mujer y por debajo era otra. Me hubiera gustado que se las jugaran un poco más, que se hubiera develado más. Yo le hubiera hincado un poquito más el diente ya que es una realidad brutal que no se toca, que se menciona, pero no se ahonda. Es un tema que no se ha vuelto a tocar más en profundidad, pasa a diario y no se sabe mucho. Aún sigue siendo un tema tabú en este país, que se dice laico pero es religioso.
¿Eres partidaria del aborto libre?
No, estoy a favor que la mujer haga lo que quiera con su cuerpo, pero me parece más sano cuidarse antes del aborto. Existen los medios, preservativos y pastillas, entonces cómo no cuidarse antes de hacer una brutalidad. Hay que ser más consciente y cuidarse antes. Sin embargo, si es una violación, por supuesto que sí. En los casos puntuales, sí estoy de acuerdo.
Maricarmen, tus últimos trabajos han sido en Mega, junto a Quena Rencoret…
Claro, como jefe máximo, pero no como directora de escena. Encuentro que era bien capa en lo que hacía, le pegaba mucho a la perilla, mucho a los tiros de cámara. Pero ella ya está en otra. Y pedirle que volviera sería como decirle a una actriz que vuelva a hacer sus primeros papeles. Ella dejó eso por alguna razón y está dirigiendo el área dramática. Pero lo ha hecho muy bien en su papel, así que nada que decir
¿Tienen una fecha tentativa para volver a grabar “Verdades Ocultas”?
Sí, hemos conversado y tenemos una fecha tentativa, pero nos pidieron que no lo comentáramos. Pero sí estamos esperando poder volver a grabar. Esperando que se levante todo para volver, con protocolos incluidos, por supuesto. Aunque yo creo que es complicado, no lo veo como algo imposible. Los libretos se estaban escribiendo cuando partió esta pandemia. Entonces, lo que hablamos es que se iban a obviar algunas escenas muy íntimas, todo por la contingencia. La otra posibilidad era meter el Covid-19 a la historia, cosa de poder mantener las distancias. La otra posibilidad era actuar con mascarillas transparentes. Sin embargo, todo eso está por verse. Pero nuestro afán y el de la producción también es volver. Esperando que todos nos cuidemos, porque si llega a contagiarse alguien, nos vamos catorce días para la casa todos.
¿Te gusta ver teleseries?
Me gusta ver teleseries chilenas, no extranjeras. Salvo las brasileñas que son una maravilla. O sea, como producción son impresionantes. Y uno aprende mirando. Por otro lado, las colombianas y mexicanas no las soporto. Actualmente, estoy viendo la repetición de “Aquelarre” y estoy esperando la de “¿Dónde está Elisa”?