Una de las voces femeninas más destacadas de los últimos veinte años vuelve recargada, emancipada, y casi subversiva, ad portas de pasar a los anhales de la historia de los libros de récords con un álbum que refleja el espíritu de nuestros tiempos.
Mariah Carey no necesita presentación. Con cierta ansiedad y desconfianza nos enfrentamos a su decimoprimer trabajo de estudio (incluyendo Merry Christmas de 1994), E=MC², lanzado el pasado 15 de abril en Estados Unidos. El track elegido para ser primer single es “Touch My Body”, un atractivo y rítmico clon de “We Belong Together”, que logró llegar inmediatamente al #1 del Hot 100 del Billboard, dándole a Mariah dieciocho números uno, superando a Elvis, y quedando a dos canciones de empatar a The Beatles como el artista con más números uno en la historia Billboard. Así, podríamos abrir un debate acerca de cuál es la teoría detrás de E=MC² ¿Será éste un disco concebido sólo para romper récords? ¿Mariah admira a Einstein y pretende explicarnos la relatividad al compás del R&B? ¿O simplemente esto no pretende ser más que The Emancipation of Mimi 2?
Si en 2005 la fórmula R&B, hip-hop, y el enchulamiento casi obsesivo de cada canción con más octavas que Aretha Franklin, dio sendos frutos a Mariah, sacándola del abismo Glitter, E=MC² viene a recobrar el sonido de la emancipación. De la mano de los productores Jermaine Dupri, Stargate, Tricky Stewart, SwizzBeatz y el protegido de Timbaland, Danjahandz (el hombre tras los beats de «Promiscuous» y «Say It Right» de Nelly Furtado), el disco sorprende gratamente con una colección de sólidas melodías pop e inspiradas baladas llenas de texturas en un esfuerzo compositivo que supera con creces lo hecho en The Emancipation of Mimi, sin que ello signifique que estemos frente a uno de los grandes discos de Carey.
La trayectoria de E=MC² comienza “into the club” con la pegajosa “Migrate” (Feat. T-pain), y nos deja a las puertas de la iglesia en el cierre con “I Wish You Well” (una verdadera isla en los 14 tracks que componen el álbum). Seguramente planificado hasta el más mínimo detalle, E=MC² es un disco a la altura de los tiempos, que cubre las necesidades de un mercado cada vez más inclinado al R&B contemporáneo, ese que suena plástico y carente de sentimiento. En ese contexto, Mariah Carey está implacablemente atada a este estilo.
Destacan la impecable “Migrate” donde Mariah juega con la distorsión de su voz subrayando el impacto de sus impresionantes notas altas. La romántica “I Stay In Love”, una de las cartas seguras para segundo single. “Side Effects” (Feat. Young Jeezy), un reproche en midtempo a un hombre que no estuvo a la altura de la chica y su éxito (Mottola por supuesto). El excelente guiño disco soul de “I’m That Chick” (con su potente coro La da da ooh we-ee / I’m that chick you like). El liviano sonido Motown de “I’ll Be Lovin’ U Long Time” y el remezón vocal de “I Wish You Well”, que revive la era dorada de Mariah junto a Tommy Mottola (Mariah Carey, Emotions, Music Box) coqueteando con la propuesta marca registrada de Alicia Keys.
Pero la sombra del aburrimiento no tarda en aparecer en temas como “Love Story”, “Last Kiss” y la más débil de todo el álbum, “Bye Bye”. Salvo atisbos de canciones que enganchan pero no impresionan, E=MC² es un ejercicio de repetición que reivindica una necesidad de vigencia, con un sonido diseñado para estar en la corriente de la modernidad y la inmediatez, que tiene sus ojos puestos en los charts y los libros de récords, pero que tras varias escuchadas, resulta francamente aburrido, monótono y falto de alma. E=MC² es el reflejo del espíritu de nuestros tiempos, el que mantiene las listas de éxitos atiborradas de divas copiándose unas a otras, peleándose al productor con más pergaminos, en esta vorágine por llegar al número uno.