La actriz nacional fue entrevistada por el podcast “Impacto en el Rostro” en donde realizó un recorrido por sus principales personajes en televisión. A continuación, podrás revisar parte de su interesante conversación.
Fuiste parte de “Su nombre es Joaquín”, nocturna grabada en el Valle de Elqui en el 2011, en donde interpretaste a Dolores Silva. ¿Conocías el lugar antes de ser parte de la teleserie?
Sí, me encanta el Valle de Elqui. Estuve en el verano, ahora en febrero, y la gente se acordaba de Dolores. Yo sé que en sintonía no le fue muy bien, pero yo le tengo un cariño súper especial a “Su nombre es Joaquín”, porque marcó una etapa muy importante en mi vida. No sólo el personaje, que lo amé con todo mi corazón, sino que la experiencia de grabar teleseries fuera de Santiago, te une mucho con tus compañeros y el equipo en general. Los camarógrafos, el equipo de producción, las maquilladoras, los vestuaristas… se vuelven todos una gran familia. Se almuerza en comunidad, tomas desayuno, estás todo el día con ellos. Entonces tengo grandes amigos de esa teleserie.
En esta producción tenías un hijo, interpretado por Nicolás Oyarzún…
¡Era absurdo! Completamente absurdo. Lo bueno es que la gente lo creía. Vuelvo a insistir, tan mal no lo estábamos haciendo con el Nico, porque (la situación) era increíble. Y con el Nico debemos tener como cuatro años de diferencia. Nada.
Cuando te comunicaron que tu personaje tendría un hijo adolescente, ¿qué pensaste?
¡Casi me muero! Yo al Nico no lo conocía. Ya era conocido por “Calle 7”, y yo no lo conocía porque yo soy muy volada, vivo como en otro mundo con ese tipo de cosas. Entonces, me lo presentaron y todo bien con él, súper simpático, un mino, todo lo que quieras, pero yo pensaba… ¿quién me va a creer? El problema no fue él, el problema estaba conmigo. Yo dije, “cresta, ¿qué voy a hacer?. Acá me voy a hundir, porque, ¿cómo hago que esto se crea?”. Lo bueno que ahí había un tema de incesto que hacía creíble que esto podría haber sucedido. El canal, en el fondo, no se quiso meter con una edad para no meterse en problemas, entonces era una cosa ambigua. Quizás lo tuvo a los 18, quizás a los 20, o a los 17, como que nunca quedó claro, pero claramente había sido muy chica. Y aparte, el Nico es como rubio, ojos azules y yo súper morena. Y nada. Yo soy una persona súper de fe, a mí la fe me mueve bastante. Y me pasó que dije “acá hay una buena historia”. Por lo menos, la mía. Víctor Carrasco siento que estuvo súper bien con mi personaje, me encantó, aluciné con Dolores. Y leí muchos libros, vi muchas películas, matea con mi manera de armar mis personajes, entonces me lancé con mucha seguridad. Y siento que esa seguridad fue bien criticada, bien evaluada.
Dolores tuvo un trágico final, ya que muere en el último capítulo al caer de un segundo piso. ¿Recuerdas cómo grabaste esa escena?
Fue real, me tiré de verdad. Querían tirar un muñeco, una cosa así. Otro acto de fe. Yo en la escuela hice mucha acrobacia y trapecio, no le tengo miedo a las alturas. Entonces yo dije “ay, qué van a poner un mono, pónganme un colchón”. Y confié, me tiré de poto, ni siquiera me tiré mirando, y me agarraron entre todos los técnicos con un colchón de cama. Fue completamente real. Se grabó a la primera, no la ensayé. Me acuerdo haber puesto el poto en el balcón y yo miraba para abajo y tiraba la talla de “que no se me vean lo calzones” (ríe), estaba mucho más preocupada que no se me vieran los calzones. Confiaba en que nadie me iba a dejar caer al cemento. Y me acuerdo haber dicho: «ya chiquillos, la hacemos de una porque si la ensayamos, no». Típico que uno la ensaya y no. Yo para esas cosas como que me lanzo.
Desde “Los Ángeles de Estela” hasta “Amar a Morir” hiciste ocho teleseries en TVN. ¿Qué piensas sobre su cierre del área dramática?
Es doloroso. Para todos los actores y para el equipo que trabaja en teleseries, que es gigante, es doloroso que nos hayamos quedado sin un espacio laboral, es terrible. Más encima, que sea TVN que es un canal público donde se podría aprovechar de contar historias que tuvieran que ver con Chile, de estar produciendo cosas interesantes para la gente. De, por último, estar ocupando a los actores en actividades culturales, programas. Es lamentable, es súper triste. Aparte, a nosotros nos tocó ver la decadencia. Íbamos viendo cómo se iban cerrando las oficinas, como el tercer piso donde estaba el área de deportes, nosotros lo empezamos a ocupar para grabar “oficina no sé cuánto”, porque ya estaba todo tirado, vacío. Veías como todo se iba cayendo, la gente iba renunciando, entonces los que apostaron por la teleserie («Amar a Morir») ya no estaban, me refiero a los altos ejecutivos. Los que vinieron, la cambiaron de horario. Fue súper fome.