La reina del pop se fue a la segura, reclutando a los productores del momento y tomando como referencia el «Blackout» de Britney y los discos de Justin, para no defraudar en las carteleras musicales.
Madonna, la reina del pop, la que impone modas y estilos musicales, ha vuelto con su decimoprimer disco de estudio, tras el gran éxito de «Confessions On A Dancefloor», que nos llevó de vuelta a los tiempos de Donna Summer y Olivia Newton-John, protagonizando «Xanadu».
Pero esta vez, la mujer que se cambiaba el color de pelo, vestuario y estilo musical por disco, creando una tendencia en el mundo del pop, prefirió seguir los estilos musicales que generan hit radiales. Y por eso llamó a Timbaland, Justin Timberlake y Pharrell Williams, para que produjeran su disco, como si se tratara de una tienda de confites fabricados en un lugar en dónde no importan los nutrientres.
El resultado fue un disco sin novedades, para el mundo musical, pero presentando un muy buen disco pop y lleno de posibles hits que fue lanzado el 29 de Abril y que debes escuchar si quieres saber lo que se escucha en las radios gringas actualmente.
«Candy Shop», producida por Williams y Madonna, abre el disco, mostrando el nuevo concepto de la cantante: «el dulce duro» con un tema pop, con los toques R&B que Pharrell trae desde N.E.R.D. y The Neptunes, el dúo productor que forma con Chad Hugo. La canción es pegajosa y tiene un beat ideal para calentar antes de una gran sesión de baile, mientras la letra te invita a probar su «azucar cruda, pegajosa y dulce».
El primer single, «4 Minutes» está hecho cuidadosamente para pegar en las radios estadounidenses y lo logró, pero convierte a la mentora de las princesas pop de los noventa, en una cantante más que recurre al R&B y a la voz de Justin Timberlake que vuelve a aparecer más adelante en el disco, para generar números uno.
Los destacados son «Incredible», una canción deliciosa que habla de un día lleno de cosas lindas y con un coro en dónde la voz de Madonna suena vulnerable y nos transporta a un lugar nostálgico. «Give It 2 Me», el segundo single es algo repetitiva, pero con un buen video, seguro que pega.
«Dance 2Night» es un próximo hit indiscutido y no puede ser dejado de lado, llevándonos de vuelta al comienzo de los 80, en un viaje en el tiempo, a varios kilómetros de aquí.
«Miles Away», una exquisita canción mid tempo que habla de echarse de menos a la distancia, ideal para extrañar a ese amor que vive lejos y se rehúsa a volver, mientras «Devil Wouldn’t Recognize You», uno de los diamantes del álbum, tienen el claro toque de Timberlake y Danja como productores. «Devil…» es mortalmente parecida a «Cry Me A River», pero con la esencia de Madonna.
«Beat Goes On», junto a Kanye West está lista para la discoteque con los «bip bip» de fondo, cantados por Pharrell e invitándonos a seguir el sonido del beat. «She’s Not Me» tiene algo del «Confessions», siendo una canción-remix de inmediato, como era el espíritu de ese disco, al igual que el ritmo de «Heartbeat».
«Spanish Lesson» es lo peor del disco, con una clase de español mal hecha, ya que el 90% de las palabras son mal traducidas y siendo una de las canciones más cortas, se hace eterna.
«Voices» es un gran cierre para el disco. Un tema electro R&B, con una letra introspectiva.
«Hard Candy» no será tan recordado como su antecesor, pero si proporcionará una batería de hits radiales. Algunos inolvidables y otros desechables.
Escuchar este disco es como comerse ese dulce que sabes que es malo para tu salud y que está hecho sin tanta dedicación, pero es el que siempre has comido. Madonna se concentró en recuperar su trono en Estados Unidos, tratando de ser profeta en su tierra y por eso se entregó a los productores, en vez de entregarle una a oportunidad a productores no tan conocidos e innovar.