Este último mes Canal 13 ha sufrido más cambios que en todos sus años anteriores. La llegada de Andrónico Luksic como socio mayoritario promete sacar al (hasta ahora) canal del angelito de su crisis económica y de sintonía. Y si a esto le sumamos el advenimiento de la TV Digital, podemos prever una verdadera revolución.
Estos últimos años han sido muy malos para el canal católico: una baja sostenida de rating que los ha dejado en el cuarto lugar del mercado televisivo (el equivalente a la actual realidad de Boca Juniors en el fútbol argentino); una crisis económica galopante y de difícil solución, que estaban empezando a arrastrar a la mismísima Pontificia Universidad Católica; estrategias como la tristemente célebre “programación flexible” de Vasco Moulián que funcionaron (o parecieron funcionar) en el corto plazo, pero que terminaron dañando la imagen del canal en el largo plazo; un Festival de Viña que no dio los frutos esperados dada la inversión realizada; apuestas programáticas fracasadas como “El Hormiguero” y un matinal que nunca ha logrado estabilizarse; la “fuga” de rostros importantes como Luis Jara, Cristián Sánchez y Vivi Kreutzberger y la realidad de un canal inmerso en un dilema imposible de resolver en las actuales condiciones: su “misión” es una verdadera “camisa de fuerza” para competir, y a su vez la necesidad de competir le impide cumplir su “misión” a plenitud. Por una parte, no puede competir con todo, pues para ello tendría que usar armas y estrategias incompatibles con el carácter católico de la estación, y por otra no puede presentar una programación 100% coherente con la línea de la Iglesia Católica, pues ello le resta competitividad (de hecho, el actual estado de sintonía del canal coincide con la gestión como directora de contenidos de María Ester Robledo, una reconocida militante del Opus Dei).
Así las cosas, aunque hasta hace poco aparecía como un sueño utópico, la venta de Canal 13 era la única manera de sacar del limbo a la estación. Siendo bien pragmáticos, ¿de qué le sirve a la Iglesia Católica y a la Universidad tener un canal que es un verdadero “dinosaurio administrativo”, en el cual no pueden propagar su mensaje a plenitud, que para poder mantenerse tiene que hacer cosas que contradicen su propia misión, y que más encima los está llenando de deudas?
La llegada de Luksic (empresario exitoso y que ha demostrado que sabe sacarle rendimiento a sus negocios) y la reducción de la influencia de la universidad al 33% de la propiedad promete revolucionar al canal. Si bien Luksic se ha comprometido a “cuidar al socio minoritario” (por lo que hay que olvidarse por ahora de ver farándula dura, programas tipo “Fiebre de Baile” o series tipo “Infieles” en la pantalla del 13), tiene claro que necesita “despeinar” a la estación. Y para ello, se ha puesto la mano al bolsillo y ha contratado a gente como René Cortázar, David Belmar, Jorge Cabezas y otros ejecutivos, asociados a la “resurrección” de TVN desde las cenizas en que estaba a principios de los 90 hasta su actual situación de esplendor.
El tema promete, porque Canal 13 conserva tiene muchas fortalezas: su online casino canada tradición de programas de entretención familiar; un departamento de prensa lleno de profesionales potentes y con prestigio bien ganado en el área de reportajes; series como “Héroes” o “Los 80” que han logrado conciliar éxito de sintonía con contenido y calidad televisiva; programas culturales de gran nivel como “Santiago No Es Chile”; y una potente señal de cable como 13C, llena de programación innovadora y de calidad. Si Luksic hace una buena mezcla de todos los ingredientes, creo que puede hacer grandes cosas.
Y a esto hay que sumarle una segunda revolución: el advenimiento de la TV Digital. Esto representa un brutal cambio de paradigma para la TV abierta, y que va más allá de la mejora en la calidad de la imagen. Va a significar, entre otras cosas, que cada estación va a disponer de cinco o seis señales para emitir sus contenidos, lo cual le permitirá a los canales diversificar su oferta y ofrecer canales dedicados a segmentos específicos. En el caso de Canal 13, esto podría ser una bendición del cielo, pues le permitiría resolver el eterno dilema entre su misión “universitaria y católica” y su realidad de cala comercial.
Al respecto, soñemos un poco. Supongamos que el 13 posee seis señales. De ellas tres parecen claras: una para público general, y abiertamente competitiva (la actual señal abierta), una cultural (el actual 13C) y una de noticias y reportajes (el actual Teletrece Online). De las tres que quedan, una perfectamente podría ser entregada a la Iglesia Católica para que propague su misión de la manera que estime conveniente, y otra a la Universidad para que genere contenidos de acuerdo a sus intereses. Y todavía quedaría una para poder hacer otro tipo de negocios. ¿Qué se logra? Pasar de tener una única señal presa del dilema de servir al Dios y al rating a la vez, a tener una señal para servir a Dios y otra para competir por el rating. En otras palabras, “les damos una señal a cada uno (Iglesia y PUC) para que emitan lo que quieran y como lo estimen. Incluso les ayudamos a financiarla. Pero a cambio, me dejan competir tranquilo y sin amarres editoriales por la señal abierta”. Puede sonar algo cínico, pero me parece una solución razonable.