Pena da ver el actual presente de Luis Miguel. El “Sol de México”, el Frank Sinatra de habla hispana, ha tenido un desempeño lamentable en sus últimos shows en su país natal. Se le ha visto empezando tarde, en un notorio estado de intemperancia (no se sabe si drogado o ebrio), olvidándose de las letras de las canciones, gritando en vez de cantar, peleando con los encargados del sonido, saliendo del escenario, etc, lo que le ha valido las lapidarias y justificadas pifias del público que pagó su entrada.
Todo esto ha determinado que el Comité Organizador del próximo Festival de Viña haya desistido de su intención inicial de contratarlo como número estelar, decisión más que acertada. Un evento con el prestigio del festival no se puede dar el lujo de llevar como atracción máxima a un artista en tan mala forma.
Da pena ver a un gran artista en estado de franca decadencia, más aún alguien que siempre se caracterizó por espectáculos de altísimo nivel profesional, impecables y tan perfectos que carecían de humanidad. Al ver esto uno rememora a otros grandes que en los shows previos a sus trágicas muertes dieron pena en el escenario: Elvis Presley con sobrepeso; Whitney Houston con voz aguardentosa e incapaz de alcanzar las notas altas de “I Will Always Love You”; Amy Winehouse sin poder sostenerse de pie en el escenario de lo borracha que estaba; Chuck Berry que no se podía la guitarra y no se acordaba de las letras de sus canciones.
Lo más lamentable de todo es que con esto Luis Miguel se está farreando el “revival” que le había caído del cielo gracias a la exitosa serie sobre su vida transmitida por Netflix. “Luis Miguel, la serie” no solamente le devolvió vigencia después de años irregulares marcados por evidentes problemas de peso, sino que además lo humanizó a los ojos del público, en especial aquel que lo identificaba como “chupetín de fierro”. La serie retrató el trato brutal que recibió en los inicios de su carrera por parte de Luisito Rey, transformado en la encarnación máxima del “padre abusador de artistas juveniles”. Ante eso, muchos entendieron porqué Luismi era tan distante y pesado en su trato con la prensa. Y esto tiene seguramente mucho que ver en su actual estado: un hombre solitario, atormentado y condicionado por un pasado lleno de dolores y heridas que no ha podido superar. Triunfador absoluto en la música, pero con una vida con muchas más tristezas que alegrías.
Aunque no va a venir a Viña, tiene agendadas varias actuaciones en Chile por esos mismos días. Ahí podremos ver el real estado de Luis Miguel. Ojalá se reivindique y nos vuelva a mostrar su mejor cara. Ojalá le tape la boca al Comité Organizador del Festival por no llevarlo. Ahí veremos si el “Sol de México” salió el eclipse total en que se encuentra, o si entra en un agujero negro sin retorno.