La actriz fue invitada al podcast “Impacto en el rostro”, en donde analizó sus principales roles en televisión, desde “Corazón rebelde” a “Gemelas” de Chilevisión. A continuación, parte de la entrevista.
Tu debut en el género fue gracias a “S.O.S, Corazón Rebelde», una historia juvenil adaptada de la argentina “Rebelde Way”. Considerando que los jóvenes fueron los que iniciaron el estallido social evadiendo el pasaje del Metro, ¿sientes que la televisión le da la profundidad necesaria a las historias juveniles en ficción?
No solamente los jóvenes saltaron el Metro, las mujeres también partimos esta revolución. Recordemos que antes del estallido también estaba el movimiento feminista muy fuerte, también dando un ejemplo de unión, de congregar a muchas personas en un mismo lugar. Pero más allá de eso y yendo a tu pregunta, creo que no, está muy lejos la visión que se ha dado juvenilmente. “Corazón rebelde” era una copia de “Rebelde Way”, argentina. Los argentinos son muchos más sexualizados y estereotipados en su manera de hacer televisión, mucho más que los chilenos. Y esos patrones de personajes no han cambiado mucho. Si era un mercado con todas sus letras.
¿Qué aprendiste con María José Colucci?
Creo que aprendí mucho en términos técnicos de cómo llevar a cabo una teleserie de ocho meses. Fue muy enriquecedor poder trabajar con mucha gente, éramos muchos. Yo venía de “Karkú”, que, si bien éramos seis, era una productora muy pequeña. Entonces, me pasé de esta productora a un canal de televisión, a una producción más grande. Desde ese punto de vista, aprendí muchísimo en términos técnicos. Quizás lo que no me gustó y que me violentó siendo muy chica, que ahora no y que ojalá me pasara (Ríe) fue la exposición. Creo que ahí hay un tema que se debería ver en todos los medios audiovisuales cuando se trabaja con niños, se deberían hacer cargo también los canales o quienes contratan a los niños. La parte sicológica de enfrentarse, de repente, a 5 mil personas que están gritando tu nombre. Y cómo controlar tú esa exposición siendo joven. O sea, ¿qué hago? ¿Me hago amigo de mis fans? ¿Hablo con cada uno? ¿O si no hago eso no tendré pega? ¿Cómo se lleva ese revuelo?
Y en tú caso, ¿cómo lo enfrentaste?
Yo me alejaba bastante, trataba de no ir mucho a los programas que me invitaban a no ser que sea obligatorio por contrato. Pero por lo general trataba de alejarme lo más posible y de separar lo más posible lo que era ese producto versus lo que era yo y mi realidad.
En el 2010 te sumaste al elenco de “Primera Dama”, en donde interpretaste a Cristina Santander. Hemos tenido la oportunidad de entrevistar a otros actores y actrices de esta producción, como Catalina Guerra y Celine Reymond, y nos han contado que, a pesar de no haber liderado la sintonía, consideran a esta producción como una gran historia. ¿Compartes este punto de vista?
Sí, totalmente. El trabajo de Sebastián Arrau (guionista) era muy interesante y fue enriquecedor poder aprenderse sus textos y poder interpretarlo de la mejor manera posible, porque se notaba que había trabajo, no alejado de la máquina de salchicha que muchas veces uno puede encontrar en la televisión. Arrau daba un punto diferente. Recuerdo que lo pasé súper bien interpretando sus líneas. Catalina Guerra tenía un personaje bastante bueno, como la ex mujer de este Presidente. Fue visionario en el sentido que pasa mucho. Vemos a Piñera y su mujer, y se especula mucho que tiene un amante o no. Ese lado de la mujer que tiene que estar no más. Entonces es alcohólica. Cata Guerra hizo un personaje muy bueno, al igual que Celine Reymond, una mujer joven con ansias de poder que es capaz de hacer cualquier cosa, como muchas también. Y mi personaje, Cristina, que era la hija del Presidente, que también estaba sumergida en la política de una forma muy poco honesta, empieza a ver un poco la suciedad de la política. Y trata, desde su ingenuidad, de hacer las cosas bien, pero todo se va derrumbando. Fue una excelente teleserie. No entiendo por qué a veces hay teleseries que son muy buenas no les va tan bien como deberían. Ahí todavía no tengo la sabiduría. Pero sin duda fue una excelente teleserie.
En el año 2011 llegaste a TVN con “Témpano”. Ahí interpretaste a Teresa Truman, una joven que sufría de bulimia, en una historia que tenía exteriores en Puerto Natales…
Lo mejor de la teleserie fue viajar al sur. Eso no más puedo decir (Ríe). No conocía Puerto Natales, fue precioso, hicimos dos viajes. La experiencia de estar allá fue maravillosa. Estuvimos cinco días en barco, el mareo a tierra era fuerte después. Y fue un personaje que intentaba tratar un poco la bulimia, pero era un personaje que le costó agarrar vuelo. No sentí que se desarrolló como se debería haber desarrollado. También creo que caí en el estereotipo que buscaba en ese momento Quena Rencoret, que lo veo replicado en distintas teleseries. Que es como… Dale con teñirle el pelo rubio. Y yo, como siendo nueva, tampoco podía opinar tanto o si no eras mal vista. Como que esas cosas ya han ido quedando en el pasado, me imagino, esas conductas un poco extrañas. En el fondo, hicieron que me sintiera guiada y no poder realmente aportar. Aparte, era un canal nuevo, era todo nuevo, no tenía la misma confianza que tenía en Canal 13. La verdad tengo poquitos recuerdos de Teresa. Me gustaba mucho la temática, pero me quedé con la sensación que se pudo haber explotado mucho más, siendo que muchas mujeres tienen bulimia o anorexia, también por esta cosa de tratar de encasillar en un prototipo, que tiene que ver con la inseguridad personal.
En ese mismo año pasaste al horario nocturno con “Su nombre es Joaquín”. Tu personaje, Magdalena Silva terminaba siendo parte de una secta en el pueblo ficticio de Valle azul, ambientado en el Valle de Elqui. ¿Cómo recuerdas tu trabajo junto a Álvaro Rudolphy, como líder de esta secta?
Esta teleserie fue visionaria porque después vino el caso de Antares de la luz, poquito después. Fue un personaje que aprendí bastante, y fue mucho trabajo. Recuerdo la parte del desarrollo del texto de ese personaje, era… Que partía sufriendo, seguía sufriendo y terminaba sufriendo. O sea, era un personaje que sufrió toda la teleserie. En ningún momento tuvo respiro, de luz, era un personaje muy sufrido, lo cual me llevó a desgastarme mucho emocionalmente, no solo por esa teleserie, sino porque venía con otra teleserie anterior en el cuerpo. Entonces fue muy agotador, en el sentido emocional. Y claro, era una temática que como te decía, fue un poco visionaria con este caso que pasó acá en Chile con Antares de la Luz. Con respecto a trabajar con Álvaro Rudolphy… Es un actor, galán, ícono de las teleseries, entonces él era el protagonista.
Sobre el sufrimiento de este personaje, sin ir más lejos, la primera escena de la teleserie era Magdalena descubriendo la relación incestuosa de su hermana (María José Illanes) con su propio padre, interpretado por Mauricio Pesutic. Dicho en buen chileno, ¿crees que se fueron “al chancho” con las temáticas en esta producción?
(Ríe) Se fueron al chancho, totalmente. Después se convertían en zombis. Fue rarísimo. Era difícil abordarlo, pero también, la temática que tú mencionas, viéndolo desde otro punto de vista, era necesaria para entender por qué estas mujeres llegan a una secta. La mayoría, porque sus vidas están destrozadas, entonces creo que era relevante mostrar algo así para tratar de entender por qué hay todo este movimiento de seguir a un gurú, de pertenecer a una comunidad, de buscar la luz, por así decirlo. Entonces yo creo que esas temáticas aportaban al guión.
En esta historia tu personaje se debatía entre el amor de los roles de Francisco Pérez Bannen y Álvaro Rudolphy, actores con más edad que tú. En televisión, al galán siempre se le asigna actrices más jóvenes y no viceversa…
Te hago la pregunta, dime tú. ¿Qué piensas? ¿Por qué sucede esto?
Yo creo que hay un machismo evidente…
Totalmente. Para mí era súper raro. Con Pancho Pérez no tanto, pero aun así era mayor y yo era muy chica, tenía 20 años. Y me pregunto, ¿por qué sigue el mismo galán de hace 20 años haciendo el mismo papel, si ya pasó de su edad? ¿Por qué él sigue ahí? No lo sé, tengo mis teorías. Sin nada contra Rudolphy, pero lo que tú dices es cierto, no era para tener un personaje de esa edad con dos galanes tan mayores, no está bien.
¿Qué te pareció el final de tu personaje?
Súper bizarro. Yo después en los últimos capítulos yo ya no leía los capítulos, leía simplemente mi historia, porque ya comentábamos con todos los actores que la historia se había ido de las manos. Partió muy real y creo que era un tema que se podría haber conservado, porque sucede y lo vimos después con Antares de la luz. Pero la ficción le quitó verosimilitud a los personajes y a la historia. Entonces desde ese punto de vista, se fue a un lado que nadie entendió. Yo creo que ahí no se metía mucho Víctor Carrasco, él era más director técnico de contar la historia, la que se encargaba ahí era Quena Rencoret. No hay tiempo en las teleseries de reflexionar mucho sobre el guión. Por eso, el que logra hacer un guión bueno dentro de una presión alta como es la televisión llega a ser un muy buen guionista de teleserie. Porque logra conservar su idea, su texto. Por eso, “Primera Dama” tenía su guión súper bien planteado, su idea bien planteada y no hubo necesidad de irse para otros lados. Aquí en “Su nombre es Joaquín” no sé qué pasó. Solo sé que partimos siendo una secta y terminamos en zombis. No sé qué puede sacar uno de eso (Ríe).
En “Chipe libre” interpretaste a Diana, una scort. ¿Pudiste conversar con una mujer que trabajara en el comercio sexual para interpretar a este rol?
Vi entrevistas en internet de una scort que llegó a la Presidencia. No me acuerdo este minuto quién era. Era un poco el personaje de Diana. Entonces ahí me basé un poco. Estaba haciendo mucho ejercicio físico, trapecio, sobre todo, para calzar un poco para ser scort. Era bonito, me gustó el personaje, era entretenido. A la gente le gustó harto también, recibí harto comentario en la calle.
Nuevamente con un actor mayor. En este caso con Cristian Campos…
Sí, también. Eso sucede mucho, es común. Recuerdo toda esa etapa con personas mayores a mi edad. Creo que es una estructura súper patriarcal que hoy en día uno lo puede ver con claridad absoluta. Si yo antes lo hubiera tenido con claridad absoluta, probablemente no lo hago. Porque ahora todos decimos “sí, esto es machismo”. Pero te juro que hace un tiempo atrás uno no lo veía. Y no lo veía nadie. Estaba súper normalizado en todas las áreas, casi que no era un tema y hoy en día es un tema. Son cosas que no pueden volver a pasar.
En “La Poseída” fuiste la protagonista de la historia, en donde interpretaste a Carmen Marín. Hace algunas semanas, Francisco Melo nos comentó que tenía un buen recuerdo de esta producción y que sería interesante que TVN la retransmitiera…
Era una tremenda historia, era un tremendo caso. Hace poco dieron un reportaje del primer caso de exorcismo en Latinoamérica, que fue Carmen Marín. O sea, Carmen Marín abrió la rama de psiquiatría en Chile, puso en duda la Iglesia Católica y a la rama médica. Por primera vez, un pueblo se cuestionaba qué estaba pasando. Entonces, creo que se logró. A mí me habían llamado un año antes para interpretar a este personaje y yo había dicho que no porque venía después de hacer “Su nombre es Joaquín” y yo dije “me voy a matar”. Lo que dije en ese momento fue que no. Después pasaron unos años y todavía no encontraban al personaje y yo estaba sin trabajo y le pedí al productor si yo podía hacer el casting, porque estaba buscando en todas las escuelas de teatro. Me preparé solo para sacarme el gusto de si podré o no podré, pero todavía no tenía claro que si quería hacerlo. Hasta que quedé, lo hice y fue tremendamente positivo todo lo que sucedió con Carmen Marín, desde los textos, desde la preparación que hicieron, el elenco fue uno súper bueno. Un tremendo arte que hicieron, construir una calle del 1890, eso era en la parte de atrás del canal, en mingo. Creo que todavía está.
¿Cómo recuerdas el trabajo junto al director Rodrigo Sepúlveda, el mismo de “Tengo Miedo Torero”?
Excelente, Rodrigo tiene una visión muy amplia en donde permite que los actores se expresen, que tengan opinión, que seamos parte de un colectivo, y creo que eso fue fundamental para construir la teleserie. Yo leía los libretos y decía, “¿cómo va a ser sostenible una teleserie de posesión en Chile, que no se vea ridícula?”. Que no hagan memes constantemente. Ese era mi mayor desafío personal. Que lo que estuviéramos mostrando no se convirtiera en una parodia. Porque es muy difícil, sobre todo si no somos expertos en contar historias así. Además, pensaba… La niña de «El Exorcista» terminó con problemas e hizo dos o tres escenas de exorcismo. Era una película, pero yo tenía que estar 8 meses haciendo posesión. No era una, eran millones. Entonces, mi mayor preocupación era que saliera lo más creíble posible.
¿Eras de las personas que creyeras en “energías”? ¿Pensaste que un rol así te podría llegar a afectar?
En ese tiempo creía mucho, de hecho, me asusté mucho (ríe). Al principio, vivía sola, leía los textos, me pasaba royos en la noche, fue terrible. Pero también parte de la decisión de decir que sí, fue no puede ser que esto me trabe. Lo que hice fue que mi hermana es bailarina y es profesora de yoga. Entonces, al final, transformé todo lo que era diabólico en expresiones corporales que estaban muy asociadas al yoga, mezclado con histeria. Yo podría haber sido una actriz que pensara realmente en el diablo o una actriz totalmente atea, pero en ese momento no tenía las cosas muy claras, entonces lo que hice fue estudiar bien a los católicos, a la medicina, por qué pasaba esto, por qué las personas con ataque de histeria tienen fuerzas superiores. Pero me fui a Platón, sobre lo que pensaba de la histeria femenina. Y él decía que todas las mujeres tienen en su seno un animal sin alma. Entonces me hizo mucho sentido, no sé por qué, pero me agarré un poco de eso. Y tenía mi cuaderno, por así decirlo, en donde escribí muchas cosas, era mi santuario. Tenía fotos de gente importante y le pedía permiso al alma de Carmen Marín para poder interpretar esto y que ojalá ella me ayudara a interpretarlo de la mejor forma posible, para que no se viera ridículo. Hoy en día tengo otros pensamientos, pero ese respeto me sirvió para tomarme con mucha seriedad el personaje de Carmen.
¿Les pasó algo paranormal?
No, todo lo contrario. Fue una producción con mucha buena energía. Resultaban las cosas, nos llevábamos muy bien, yo hasta el día de hoy conservo amigas de ahí, a la Pancha Gavilán, la Daniela Ramírez… Hasta el día de hoy nos juntamos. Conservo a amigas y a gente que tienen mucho cariño a ese proyecto. Y nada sobrenatural, rompiendo un poco los mitos.
Tu última participación en teleseries fue en “Gemelas” en donde interpretaste a Perla. Tu personaje desapareció en la recta final de la historia sin explicaciones. ¿Qué ocurrió?
Problemas con los productores, problemas con el jefe de ahí que debe estar hasta el día de hoy, que es Gustavo Bermúdez, que es un argentino que se hace cargo del área dramática de Chilevisión. Tuve problemas con él, problemas que pasaban a la interna, trabajamos en condiciones muy paupérrimas. En un momento alzamos la voz, también gente mayor que estaba ahí, él dijo un par de cosas, a lo que yo le contesté. Al parecer mezcló los problemas personales con el guión. Era un personaje muy querible, que le estaba yendo muy bien. Uno conoce cuando en el equipo los personajes están calzando. Y era un personaje muy chico, en donde yo tenía muy poco texto. Pero ese texto que decía era muy entretenido. Era un personaje chico, yo lo acepté por eso, porque era pequeño, y fue creciendo. Mucha gente se dio cuenta de su desaparición, que no tenían nada que ver con el medio, que no sabe de teleseries, porque mucha gente me escribió, y no me había pasado antes con otro personaje. Salió y no apareció más. Y eso lo encuentro… No feo, feísimo de hacer, muy poco profesional. Pero bueno, es parte de… Lamentablemente. Y también creo que, con este estallido, con todo lo que está sucediendo, creo que todas las conductas patriarcales están desapareciendo, cada vez más.