El angustiante estallido social que estamos viviendo en Chile, que pilló al gobierno, la clase política y a los especialistas en ciencias sociales literalmente “con los pantalones en la mano” había sido anticipado por artistas e intelectuales desde hace mucho rato. La vienen anunciando con letras de liquidación hace mucho tiempo, pero en la mayor parte de los casos se les ninguneó o se les criticó por su “forma”. Incluso ahora, en plena crisis, los cientistas políticos y sociales siguen dando jugo. Hasta ahora los análisis más sensatos y asertivos de este desastre provienen de otro gremio generalmente mirado en menos: los periodistas deportivos como Juan Cristóbal Guarello y los “Tenores” de la radio ADN.
Revisen los shows de comedia de Coco Legrand (Viña 2006 y 2010); Bombo Fica (Viña 2010 y 2012); León Murillo (Viña 2015); Gabriel Ruiz-Tagle (Viña 2015); Edo Caroe (Olmué 2015 y Viña 2016); Natalia Valdebenito (Viña 2016); Rodrigo González (Viña 2016); Fabrizio Copano (Viña 2017); Stefan Kramer (Viña 2008 y 2018, la temporada completa de “Kamaleón” y sus presentaciones en la Teletón); Belén Mora (Olmué 2019), el pedazo de espectáculo de Jorge Alís en Viña 2019; y todas las intervenciones de Yerko Puchento en el “Vértigo” de la era Luksic. Ahí está todo dicho.
Respecto a la música, en estos tiempos resuenan canciones de Los Prisioneros como “El Baile de los que Sobran”, “Muevan Las Industrias”, “Sexo” o “Maldito Sudaca”; Ana Tijoux con “Shock”; más toda la música de Víctor Jara, Inti Illimani, Quilapayún, Illapu y otros. Del extranjero, tenemos a Molotov con “Gimme Tha Power” y Calle 13 con “Latinoamérica”, “La Bala”; “Calma Pueblo” y “Pal Norte”. Cabe recordar que hace pocos meses Residente, Ile, Bad Bunny y Ricky Martin aparecieron encabezando la insurrección popular en Puerto Rico que terminó con la caída del gobernador Ricardo Rosselló. Los tres primeros sacaron una notable “tiradera” política llamada “Afilando Cuchillos”.
Impacta ver a artistas millenials importantes como Mon Laferte y Cami usando toda su influencia mediática para manifestar su posición y apoyar el movimiento. A pesar de su fama, no se han olvidado de donde vienen. Ver a Cami cantando en medio de las protestas y a Mon dándole a la cacerola en una protesta frente a la Embajada de Chile en México resulta sumamente significativo.
En literatura, creo que el fenómeno de la saga “Historia Secreta de Chile” de Jorge Baradit tiene mucho que ver en esto. En ellos se explica de manera sumamente didáctica y entretenida cómo las clases poderosas de este país han protegido sistemáticamente sus privilegios, aunque ello implicara someter al resto del país a punta de espada y metralla. Ahora se entiende porqué muchos en las “altas esferas” no pueden ver a Baradit: les descifró sus estrategias y se las enseñó al resto de Chile. Por otra parte, muchos mencionaron el concepto de “Doctrina del Shock”, acuñado por la escritora canadiense Naomí Klein en su libro del mismo nombre, que tiene un excelente documental asociado, y que inspiró la canción de Ana Tijoux antes mencionada.
El auge de las redes sociales e internet le da a este movimiento características muy distintas a los anteriores. Ya no es tan fácil imponer una “verdad oficial” a través de los medios tradicionales, pues cualquiera que tenga un celular conectado a la red se transforma en un medio de comunicación por sí mismo y puede rebatir con facilidad y argumentos. Es cierto que trae aparejado el problema de las “Fake News”, pero al menos eso se puede controlar, y ya la gente está consciente de ello, pues se aprendió de las elecciones de Trump y Bolsonaro. Por otra parte, ya no hay modo de maquillar los hechos para quedar bien ante el resto del planeta. Ya toda la humanidad se dio cuenta de la incompetencia y la falta de manejo de crisis del Presidente Sebastián Piñera. Ya su imagen de “líder internacional” se fue a las pailas. Además, la globalización nos permitió presenciar cómo una adolescente de 16 años como Greta Thunberg alcanzó resonancia mundial con su protesta contra el cambio climático. Más de alguno habrá pensado: “si esta pendeja puede lograr todo eso, ¿por qué yo no puedo lograr algo?”. Los creadores de contenido han jugado un rol importante. De nuevo destaca el “Argentino QL” Jorge Alís, desde ahora el argentino más querido en Chile después de Marcelo Bielsa. Sus videos virales de la comparación de cómo protestan chilenos y argentinos, de las 7 maneras de evadir el Metro y el cover de “El Costo de la Vida” de Juan Luis Guerra llegaron en el momento preciso.
Finalmente tenemos la feroz coincidencia de que este y otros estallidos sociales hayan coincidido con el estreno de la película del “Joker”. De hecho, más de alguien ya ha hablado del “efecto Joker” para analizar lo sucedido. Tuve la oportunidad de ver la película y las similitudes de la oscura y decadente Ciudad Gótica que se muestra ahí con el desastre de Santiago, Valparaíso y otras ciudades en estos días llegan a ser escalofriantes. De hecho en una marcha en Los Angeles estaba encabezada por un tipo caracterizado como el “Joker”. Cada cierto tiempo retumba en mi mente la escena del payaso haciendo su macabro baile mientras baja las escaleras al ritmo de “Rock & Roll Part 2”, la sinfonía rockera del defenestrado Gary Glitter que resucitó inesperadamente con la película.
¿Y los medios tradicionales? Completamente sobrepasados, como diría Cecilia Morel. La TV abierta ha sido severamente criticada por su cobertura demasiado centrada en los saqueos y cargada al sensacionalismo. Que manifestantes hayan ido a funar a Mega y a TVN es un reflejo de ello. Las redes sociales les ganaron por goleada en cuanto a cobertura y hasta en precisión. Apenas les da para empezar a entender algo. Ni siquiera Don Francisco, el gran Tótem mediático de Chile, tiene respuestas. Verlo al borde del llanto en “Bienvenidos” es un símbolo de que nuestros líderes históricos están desorientados y no saben qué hacer.
Se suele mirar muy a huevo a los artistas. Se les trata de “flojos” y “bohemios”, de que pierden el tiempo guitarreando en la plaza mientras los que siguen carreras tradicionales trabajan “de verdad”. Sin embargo, si algo tienen los artistas es que son capaces de empatizar con la gente y de “captar” el signo de los tiempos mucho mejor que otros, por lo que son capaces de canalizar mejor que nadie los movimientos sociales. No tendrán estudios de posgrado, pero si poseen algo que le ha llorado a mares a esta clase dirigente llena de plata, contactos y PhD en Harvard, Yale y Chicago, pero con menos empatía que vigilante de Guantánamo: CALLE. Los artistas tienen poder, y cuando lo usan bien, son capaces de generar cambios de verdad.