Cada vez es más difícil hacer un comentario sobre un estreno de teleserie de TVN. Porque el área dramática del canal estatal sigue dejando en claro que es una fábrica de salchichas eficiente y bien engrasada. Las mejores salchichas del mercado. Las Cecinas Llanquihue de las teleseries.
«Los Angeles de Estela» es una comedia light, divertidilla, simpática más que hilarante, que lanza un ratito por la ventana a todos los teóricos del guión que dan lata con la verosimilitud. Surreal al límite de la incoherencia, su primer capítulo logró entretener de forma liviana, con un guión preciso que no exige demasiada atención, y una puesta en escena ágil y más ondera que su antecesora -«Los Exitosos Pells«-.
Lo que vimos hoy continúa en la senda de primeros capítulos histéricos, pensados para que el control remoto se mantenga inmaculado. No hay realmente una narración, ni hay tiempo de encariñarse con los personajes. En los primeros diez minutos los tres «ángeles» pasaron de sufrir un incendio y estar cesantes a trabajar en la peluquería de una mujer que sabe que uno de ellos es su hijo.
Lo bueno es que, de ahí en adelante, se trató de una teleserie radial, que puede ser vista de forma distraída, mientras se está haciendo otra cosa. El problema puede llegar cuando hay tres alternativas de calidad en el horario de las 8, y un producto intenso dos horas después en el mismo canal: eso es una invitación al zapping. El éxito del estreno de hoy es merecido, pero no es seguro que sea sostenible en el tiempo. ¿Zabaleta estará hasta marzo comiéndose a lo que se mueva, mientras la Swett llora? ¿Qué tan desinfladas estarán las historias de los otros dos «ángeles»? ¿Qué se traen entre manos los personajes de Renata Bravo y Begoña Basauri? La subtrama del asesinato y el papá injustamente encarcelado promete darle la intensidad necesaria a una historia que debe durar un buen par de meses más.
Aunque TVN satura con su nula rotación de actores -es perturbante ver a Paola Volpato pasar de Consuelo a una desperate housewife desabrida-, no cabe duda que acá hay calidad interpretativa: Coca Guazzini como la Meryl Streep chilena, el trío de galanes imprimiéndole picardía a sus papeles -con el destaque de Zabaleta como una action figure de Alex Mercader-, Ana Reeves aún en segundo plano pero siempre divertida, y el gran Claudio Arredondo en un ácido papel de comedia que no se molesta en negar su inspiración en Gonzalo Cáceres.
Sin duda, «Los Ángeles de Estela» cautivará principalmente a un público femenino, por el atractivo de sus protagonistas y su ambiente, además de la reincidencia en la deconstrucción del cliché gay de forma solapada y digerible. Si con el correr de los capítulos se apuesta por la intriga, al mismo tiempo que se potencian secundarios femeninos (Derderián, Ringeling), la audiencia masculina debería engancharse con una historia que, al menos hasta ahora, cumple las expectativas que creó. No mucho más, pero tampoco menos.