En el 2006, la desaparecida revista online Stylus describía el debut de Lily Allen, Alright, Still, como un disco pop para gente que odia la música pop. La chica hype de ese año, el placer culpable de todo indie, y la revelación nacida en MySpace más celebrada y elevada por los medios, vuelve a la carga con su segundo álbum, It’s Not Me, It’s You.
Alright, Still fue un disco que vendió millones y sedujo a moros y cristianos. Pero dejando de lado sus mejores atributos, “LDN” y “Smile”, fue una aventura adolescente que no ofrecía nada nuevo bajo el sol. Abandonando el vintage y desechando a Mark Ronson (uno de los responsables del sonido Alright, Still y con Back to Black de Amy Winehouse entre sus mayores logros), Allen decide trabajar únicamente con Greg Kurstin en la producción, dando un salto enorme respecto de su predecesor. Se diversifica musicalmente, consiguiendo un álbum más pulido, ecléctico y sofisticado, explotando con inteligencia y talento todo lo que su exquisito registro vocal permite. It’s Not Me, It’s You ofrece consistencia, frescura y encanto de principio a fin. Basta un par de esuchas para contagiarse con “Everyone’s at It” -un llamado de atención al consumo y dependencia de las drogas-, y ese galopante experimiento country pop que es “Not Fair”. El single de presentación, “The Fear” es una irónica observación acerca del miedo a la superficialidad de los famosos y la sociedad en general (Soy un arma de consumo masivo / y no es mi culpa, es como estoy programada para funcionar), y da cuenta de las habilidades de Allen y Kurstin en la composición.
It’s Not Me, It’s You es pop de tomo y lomo. Y uno de sus mayores méritos es sonar diferente y especial en cada corte. No hay repeticiones ni agregados. La ensalada de estilos que propone Kurstin funciona, engancha y crece con cada escucha. Lily Allen suena versátil, se muestra más madura en sus letras (No trato de decir que huelo a rosas / pero cuándo nos vamos a cansar de poner mierda en nuestras narices), más intimista y por momentos desesperanzada (Es tristre pero es verdad como la sociedad dice / que su vida ya ha terminado, reflexiona en “22”), con una perspectiva más seria sobre su realidad, que parece un tanto oscura en su propio mundo, pero sin perder ese espíritu adolescente que parece indeleble en ella.
Desde la electrónica de “Everyone’s at It”, pasando por el eurodance en «Back to the Start», el country de «Not Fair», la simpleza de “Him” que suena muy adulto contemporáneo -muy radio Play-, la irreverencia de “Fuck You”, hasta las reminisencias de los años 40 en «He Wasn’t There», dan como resultado un ejercicio de pop impecable del que debieran tomar nota muchas de sus contemporéneas.
La segunda entrega de Lily Allen no es ninguna sorpresa dirán algunos. Ya lo hizo con Alright, Still. Pero la evolución que manifiesta esta chica a sus 23 años y corta trayectoria es admirable. No sólo lanza un disco de pop fino, sólido y abundante en matices, si no que deja de ser una entretención de verano. It’s Not Me, It’s You sí es una sorpresa. Una de las buenas. Y aventurándose un poco, uno de los mejores discos que escucharemos este año.