Con 47 años, Pablo Ruiz hace rato que dejó de ser ese Pablito que se hizo famoso a finales de los años 80 cantando temas como “Oh mamá… ella me ha besado”. Más aún tomando en cuenta las durísimas experiencias que le ha tocado vivir.
Con un disco bautizado “Nueva era” listo para ser presentado en 2023, Pablo Coronel (el verdadero nombre del cantante argentino) acaba de dar una extensa entrevista a Infobae donde repasa las personas y hechos que lo han marcado a lo largo de su existencia, destacando la presencia cariñosa de su madre, Irene Vidoz (una “aliada”, como la define), pero también un montón de momentos límite.
Su vida artística comenzó muy niño, a los 8 años, cantando en programas de televisión, pero el gran salto ocurrió a los 12 años, en 1987, cuando lanzó su álbum debut, “Pablo Ruíz”, logrando un éxito que significó un cambio radical en su vida y la de su familia.
“Pasamos de no tener nada a nuestra casa propia y hasta compramos un coche. Pero lo que más me ocupaba era hacer feliz a mamá”, cuenta.
Para capitalizar ¿ lo que había logrado internacionalizando más su carrera, a comienzos de los 90 decidió emigrar a México, donde el sello EMI Capitol lo proyectó como un nuevo ídolo adolescente latinoamericano, cuando Luis Miguel empezaba a cambiar su voz.
“Se rumoreaba que buscaban en mí su reemplazo”, dice Pablo Ruiz. Comenzó entonces una etapa de promesas que derivó en lo que llama “una explotación nefasta”.
“Me hacían grabar y grabar. Ya había completado dos discos y no los editaban. Me tenían viviendo en un cuartito de 2×2 en una casa de familia y me tiraban 100 dólares por semana: ‘¡De ahí come y has tu vida!’. Me sentía un paria y estaba destruido psicológicamente”, rememora.
Agrega que la manipulación era terrible, que se consolaba pensando que la discográfica en algún momento haría algo con él. Entremedio creyó encontrar escape, “a toda esa opresión”, en la noche y en las drogas. “Fue algo rápido y muy violento porque todo estaba ahí, al alcance de la mano: mujeres, sustancias, lo que te imagines”, reflexiona.
Comenzó consumiendo éxtasis, pero pronto pasó a la cocaína, substancia que le ayudaba a encontrar “esa verborragia de poder estar con amigos, sacar toda esa mierda que tenía adentro y solucionar el mundo en una noche”, explica. Incluso admite que estuvo “en situaciones peligrosas”, como la vez que lo esperaban en el estreno de una obra de teatro al que nunca llegó porque había pasado un fin de semana entero sin dormir.
“No pude despertarme. Y ese fue el punto más álgido, me asusté bastante”, reconoce.
Fue por entonces, cuando tenía 18 años, que además asumió su homosexualidad. “Hasta ahí, el gusto por los hombres había sido una leve sospecha”. Salió de la duda cuando Alejandra Guzmán lo invitó a un local propiedad de su novio donde estaba todo el equipo de bailarines de la cantante mexicana, incluyendo “un chico hermoso, rubio, de ojos celestes y pelo largo con el que nos coqueteamos toda la noche. Él estaba quedándose en el mismo hotel que yo. Y bueno, se dio”, relata.
Su sexualidad fue otro problema duranta su estancia en México. “Me decían: ‘Tienes que ser masculino para que te sigan queriendo’. Fue espantoso”, asegura.
Pablo Ruiz finalmente escapó a Miami, pero sentencia que en esa ciudad sufrió hambre y mucha tristeza. Para sobrevivir le ofrecía ayuda a sus amistades con tareas como limpiar y lavar platos. “Les decía: ‘Dame 20 dólares y te baño al perro’. Porque hasta bañé perros para poder comer.”, asegura.
Frente a tanta necesidad, tuvo que rechazar varias propuestas que llama “deshonrosas. Incluso dice haber tenido la posibilidad de prostituirse.
En 2002 regresó a Argentina y afirma que volvió a la vida después de los 30 años, sumando la actuación a su veta musical, participando además en numerosos reality shows en su país y también en Chile (“Fiebre de baile”, “Trepadores”, MasterChef Celebrity”), aunque tuvo otros períodos complejos, particularmente durante la pandemia, cuando sufrió ataques de pánico.
En la nota de Infobae Pablo Ruiz manifiesta haber vivido tres vidas. “La del éxito explosivo sin sentido de la realidad; la de la opresión, los engaños, la desilusión y los excesos; y la del Fénix, otra oportunidad de nacer a los 30 años”. Y agrega que finalmente ha logrado “sanar y crecer”.
Gracias a este proceso de sanación, considera que está en condiciones de demostrar que puede formar una familia y expresar el mismo amor puro que su mamá (fallecida en 2016) le inculcó. Por eso, decreta: “Voy a ser papá por subrogación”.