“Las Iluminadas” se han constituido en el fenómeno humorístico del año televisivo. Este dúo de religiosas cartuchonas ya puede anotar un milagro a su favor: lograron resucitar a Morandé con Compañía. Tal como Charly Badulaque al Jappening con Ja, Eva y Angélica le insuflaron oxígeno al otrora “estelar del pueblo”, que lucía desgastado y con notorios signos de decadencia. Gracias a ellas, MCC se ha impuesto en la competencia estelar de los sábados contra “Teatro en Chilevisión” y la recientemente clausurada “Dimensión Rossa” de TVN.
Lo de las Iluminadas es una vuelta de tuerca al viejo pero siempre efectivo recurso de la “pareja dispareja”, donde uno hace el papel de “serio” y el otro el de “payaso”. Ejemplos hay por montones: “El Gordo y el Flaco”, “Dean Martin y Jerry Lewis”, “Don Francisco y Mandolino”, y más recientemente “Melón y Melame” y “Salomón y Tutu-Tutu”. El dúo conformado por María José Quiroz (“Eva”) y la guapa bonaerense Mariú Martínez (“Angélica”) funciona a la perfección con la dinámica “Pinky y Cerebro”, como si fueran la versión femenina del dúo de Pablo Zamora y Kurt Carrera. La primera ya había destacado con el personaje de “Shirley” en el mismo programa, mientras que la segunda, dueña de un respetable currículo como actriz de teatro en su país (ver blog), participó el año pasado en “Inútiles y Subversivos” de TVN, en donde entre otras cosas insinuó al personaje que ahora la tiene en la cresta de la ola.
“Las Iluminadas”, además de talentosas y divertidas, le han regalado a la TV chilena una saludable cuota de audacia y transgresión. No cualquiera hace humor en un campo tan minado como el de la religión, donde no hay términos medios posibles, las sensibilidades están muy a flor de piel y las miradas alternativas a la «oficialmente aceptada» pueden ser causa hasta de persecución (basta recordar la reacción del mundo musulmán ante las caricaturas a Mahoma). Aunque las actrices han asegurado en diversas entrevistas que no fue su intención burlarse (lo que resulta difícil de creer considerando que los personajes se llaman “Eva” y “Angélica”), lo que se aprecia en pantalla es una desopilante parodia del mundo evangélico, en particular de la vertiente pentecostal. La forma en que se visten ellas y los actores que las acompañan, el uso de pandero, las referencias a elementos obsoletos o pasados de moda (cuando muestran videos hablan de «Betamax» y «VHS»), y sobre todo los bailes que hacen durante sus rutinas, clara alusión a los “trances” que se aprecian en diversos templos todos los fines de semana, son fuertes evidencias de lo anterior. No resulta para nada extraña la molestia de ciertos sectores del pentecostalismo, algunos de los cuales han estampado sendas denuncias ante el mismísimo CNTV, lo cual no es menor en un momento en que el tema de la discriminación está tan sensible en la opinión pública.
“Las Iluminadas” constituyen la primera parodia religiosa que ha logrado (algún) grado de permanencia y aceptación masiva en la TV abierta chilena. En Chile ha resultado históricamente complicado no solamente hacer comedia en torno a la religión y a sus «rostros», sino que además usar el arte o las comunicaciones para manifestar una postura crítica, en especial si se trata de la Iglesia Católica. Los pocos que lo han intentado han pagado muy cara su osadía. Y no solamente me refiero a la censura a «La Última Tentación de Cristo». Cabe recordar la imitación a Juan Pablo II hecha por el humorista Juan Carlos “Palta” Meléndez en el Festival de Viña; algunas parodias a sacerdotes y monjes desarrolladas en programas como “El Desjueves” y «Plan Zeta» y por artistas como «Les Luthiers»; la genial imitación al cura Raúl Hasbún realizada por el comediante Papo Dinstrans, que le costó un conflicto al programa “De Pe a Pa”; el despido de la periodista Deborah Bailey del programa «Noche Serena» de La Red por opinar en contra de la censura de «La Última Tentación de Cristo»; el escándalo generado por la serie de dibujos animados “Papavilla”; el intento de censura a Ricardo Arjona en su primera actuación en Viña debido a su canción «Jesús Verbo No Sustantivo»; etc. Aún hoy, en su momento de más bajo nivel de credibilidad producto de los casos de pedofilia, la Iglesia Católica es tratada con excesiva reverencia por los medios. Mientras en el extranjero les dan como bombo en fiesta (y merecidamente), en Chile (salvo el “The Clinic” y algún otro medio) aún hay demasiado “guante blanco”.
No deja de llamar la atención que “Las Iluminadas” hayan surgido en un canal como Mega, históricamente ligado (al menos en la época de Ricardo Claro) a los grupos católicos más conservadores, y en un programa como “Morandé con Compañía”, donde el conductor no acepta que se cuenten chistes sobre monjas (aunque haga uso sistemático del erotismo y el doble sentido para ganar rating…pero eso es harina de otro costal). Si bien hay referencias solapadas al catolicismo, como la canción “Yo tengo un gozo en el alma” (que “Eva” recordaba de su época de colegio de monjas), y algunos números musicales inspirados en películas como “La Novicia Rebelde” y “Cambio de Hábito”, cabe preguntarse si esta parodia hubiera tenido la misma acogida si las actrices estuvieran vestidas con hábitos de monja, interpretaran canto gregoriano y se llamaran “Sor Rita” y “Sor Ruda”. No resulta difícil imaginar el escándalo que se armaría, pues claramente existe mayor capacidad de lobby del lado católico que del lado evangélico. La pregunta salta a la vista: ¿porqué se puede hacer parodia de los evangélicos y no de los católicos?
Habrá que ver cuánto les va a durar su momento de fama, y si serán capaces de aprovecharlo. Ojalá que (con el favor de «Don Gospel», su versión particular del «Gran Jefe») aprendan de los aciertos y errores sus alter-egos masculinos Zamora y Carrera. Creo que andarían muy bien para los próximos festivales de Olmué o Viva Dichato. ¿Viña? Creo que es muy pronto para ellas. Necesitan ganar más experiencia y recorrido.