No hay vuelta atrás. Ni para el espectáculo, la farándula, la política, el periodismo, el empresariado. Todos. Más, si las figuras son públicas y figuran frecuentemente en los medios. Ahora fue el turno de Fernando Villegas, reconocido comentarista y escritor, a quien se le atribuyen conductas obscenas, lenguaje inapropiado y malos tratos hacia algunas mujeres y también colegas que han coincidido en su ámbito laboral.
Aunque desde hace algún tiempo circulaban rumores sobre posibles denuncias y lo inadecuado de su conducta, este domingo y gracias a un reportaje realizado por The Clinic, es que se dieron a conocer diversos testimonios tras entrevistar a más de 30 personas sobre este tema. En la oportunidad se conocieron historias sobre las miradas lascivas y comentarios lujuriosos del escritor, que si fueran de hoy, lo tendrían empapelado de partes por acoso. En palabras de un productor, “si sus conductas eran pasadas de la raya antes, hoy constituirían abuso”.
Tal como este entrevistado, muchos hablaron con la condición que su nombre no fuera revelado; otros, abiertamente. Como Piri Riveros, maquilladora de CHV en el 2008. Cuenta que en la segunda mitad del año le correspondió por primera vez maquillar a los panelistas de Tolerancia Cero, que se emitía los domingos en la noche. “Fue raro que me lo dieran a mí, porque una compañera tenía ese turno desde hacía un tiempo”. Sus colegas le advirtieron que tuviera cuidado, pero no identificaron a nadie. Narra que hasta Fernando Paulsen, a quien había maquillado ese día, le preguntó si estaría sola en el turno. Cuando le tocó a atender a Fernando Villegas, sintió su mirada inquisidora. “Miro por el reflejo de ventanal y veo que viene un caballero muy alto, que ya me está mirando el trasero sin disimulo. Era Fernando Villegas. No me saludó, pero mirándome de pies a cabeza, me dijo: ‘¿Dónde está la otra del turno? ¿Esa, la tetona?’ Le respondí que el turno me tocaba a mí y que por favor se sentara para maquillarlo, porque me tenía muy incómoda por la forma en que me miraba el trasero. ‘Uy, me saliste chúcara’, respondió… Me decía que me parecía a una geisha, si sabía a qué se dedicaban… Al terminar mi trabajo y pararse, me quedó mirando: ‘Mmm, tenís buen culo, ah’, y se fue… En los restantes programas siempre lo escuché referirse a mujeres por el poto o las tetas. Fue horrible. Era como un hombre obsesionado con eso”, recuerda la maquilladora.
No queriendo que otras colegas pasaran por lo mismo, Piri expresó su malestar ante Jaime de Aguirre y Pablo Morales, productores del canal en ese tiempo. Consultado por The Clinic sobre la situación, el primero dijo no recordar la reunión, pero que sí tiene en la memoria haber tenido que llamarle la atención. “Se le pidió que tratara a sus compañeras de trabajo con más respeto”, comenta.
En tanto, un ex directivo del diario El Financiero recuerda que a comienzos del 90, cuando Villegas escribía la contraportada, no tenía empacho en entrar al diario y hacerles comentarios obscenos a las pocas mujeres que trabajaban allí. “Lo hacía con completo y total desparpajo, pero no era disonante con la cultura de la época. Era más notoria su prepotencia, porque él consideraba que todos eran más ignorantes y tontos que él. Las mujeres también, por supuesto”.
La periodista Carolina Rossetti, que compartió pantalla en Tolerancia Cero con Villegas y Ricardo Israel, coincide en que el escritor consideraba que la mayoría de las personas con las que interactuaba eran ignorantes. “Me parecía una especie de doctor Jekyll y Mr. Hyde, que no tenía posturas definidas respecto de nada. Una especie de oportunista que tomaba la postura que más le convenía en el minuto y, por supuesto, siempre estaba en contra de lo que yo decía”.
Pero sin duda, el caso más emblemático de la mala conducta y relaciones del comentarista con el equipo de trabajo, fue el que se dio en el programa “Las vueltas de la Vida”, conducido por Villegas y que se emitió por Chilevisión entre 1997 y 1998, y luego 2003 y 2004. Una de las productoras que formuló una de las denuncias que llevó a terminar con el segmento, afirma, a condición de anonimato, que “era insoportable trabajar con él. Un maltratador, mal educado, que le decía groserías al equipo y a los entrevistados. Un desubicado total”. Agrega que “nos daba abrazos asquerosos, mientras nos decía palabras de connotación sexual. Nunca una clara propuesta, pero claramente pasado en un cien por ciento de la raya”.