La próxima aparición del docu-reality “Las Argandoña”, y en especial los altos sueldos que percibirían Raquel Argandoña, su hija Kel, el “Lolo Peña”, Pablo Schilling y hasta la empleada, han causado una cruenta polémica entre lo que se espera de un canal público y la realidad de una estación que no tiene financiamiento estatal y que por ello tiene que competir en igualdad de condiciones que sus pares privadas.
Reconozco que se ve mal en lo estético que un canal perteneciente al estado financie, y con muchos recursos, un programa que se vislumbra como una verdadera apología a la superficialidad y a la siutiquería. Si TVN se financiara 100% a través del estado, es decir, con aportes de todos los chilenos, la sola existencia de este programa sería impresentable. Sin embargo, TVN no tiene financiamiento estatal y por ello también tiene que competir en el cruento mercado televisivo con los privados. En esa situación, el docu-reality de las Raqueles tiene mucho sentido desde el punto de vista pragmático y estratégico.
Raquel Argandoña está lejos de ser una santa de mi devoción. Durante su carrera ha caído en excesos, incoherencias y actitudes censurables, como la agresión a periodistas. Sin embargo, reconozco que si hiciera una lista de los diez personajes más importantes de la historia de la TV chilena, la ex señora de Eliseo Salazar tendría que aparecer. Ha estado en la palestra casi ininterrumpidamente desde su aparición como Miss FISA y modelo díscola de Sábados Gigantes a mediados de los ‘70. Mientras otras divas de edad otoñal como ella están fuera de las pistas (Viviana Nunes, Paulina Nin y hasta Cecilia Bolocco), Raquel ha sabido mantenerse vigente y en la primera línea. Fue la precursora de lo que hoy se conoce como la farándula, y de alguna manera es la inventora de este juego en Chile. Es una “vieja zorra”, por lo viva y astuta, una provocadora de tomo y lomo que sabe cuando y a quién atacar y cuando ocultarse. Todo lo anterior la hace atractiva como rostro televisivo para un docu-reality, más aún si sumamos a Kel, una versión más joven de ella, y a sus respectivas parejas.
¿Qué efectos tendrá esta polémica? Creo que la bella y talentosa actriz, Loreto Aravena, se equivocó al hacer su comentario en Twitter. Tiene todo el derecho a realizarlo, pero me temo que le saldrá “el tiro por la culata”. Argandoña parece ser una devota creyente de aquella maquiavélica sentencia que dice “no importa que hablen mal de ti…con tal de que hablen”. En el fondo, y aunque suene cínico, la actriz de “Los 80” se convirtió en la mejor publicista del docu-reality. Además, se equivocó de fecha, no empezaba el día que ella comentó, y al llamar a no ver TVN terminó perjudicando a “Esto No Tiene Nombre”, uno de los mejores programas del canal público.
Esto me recuerda una película biográfica sobre Elvis Presley en la cual se mostraban sus primeros años, cuando sus movimientos pélvicos provocaban una agria polémica en la sociedad estadounidense de mediados de los ‘50. Recuerdo una escena en que Elvis se mostraba apesadumbrado por los titulares en los cuales lo atacaban. Sin embargo, su manager, el Coronel Parker, no cabía en sí de gozo ante la tremenda “publicidad gratis” que estaba recibiendo.
Raquel es una provocadora, y el éxito de los provocadores es, valga la redundancia, provocar reacciones en los demás. Dado lo anterior, mientras más polémica surja en torno a “Las Argandoña”, mejor para ella. Así, los opositores al docu-reality se transforman a su pesar en verdaderos “tontos útiles” que pretenden dañarla, pero a la larga la terminan beneficiando. Por el contrario, el mayor fracaso de un provocador no es el repudio, sino que la indiferencia y la irrelevancia. Un provocador que no provoca nada simplemente no existe. La respuesta de Argandoña ante la polémica suscitada por Loreto Aravena, “no la conozco”, es concluyente.
Un ejemplo de esto, fue lo ocurrió hace algunos años con “Papavilla”, una mediocre serie animada de MTV que ironizaba con el Vaticano, que suscitó un tremendo escándalo en Chile de parte de sectores conservadores, con amenazas de censura, que lo único que lograron fue darle una atención que a lo mejor no merecía. En cierto modo, también pasó con “Las Iluminadas”. Los personajes nacieron el año pasado en “Inútiles y Subversivos”, programa en donde las referencias religiosas eran más directas y evidentes que las de las actuales Eva y Angélica. Mencionaban a Dios, mostraban crucifijos e incluso hacían alusiones bíblicas. Sin embargo, como “Inútiles y Subversivos” pasó sin pena ni gloria, no hubo ninguna polémica. Sin embargo ahora, en su versión más atenuada, con la resonancia que han adquirido en “Morandé con Compañía” y la reciente polémica con la comunidad pentecostal ha subido sus bonos al punto de transformarse en las “regalonas” de las discos “gay”, e incluso como eventuales candidatas al Festival de Viña.
No me gustan las Argandoña, y me daría pena que le ganaran a la serie “Los 80”. Vale la pena preguntarse qué tipo de televisión pública queremos, una que se ve obligada a dar TV chatarra para ser competitiva, o bien otra, como TVE en España o la BBC, con las espaldas financieras suficientemente anchas para producir televisión de calidad sin depender del rating y la publicidad. Mientras TVN siga con el actual modelo de negocio, tendremos que seguir soportando programas como “Las Argandoña”.